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domingo, 9 de junio de 2024

LA MANO INVISIBLE Y LAS TERMÓPILAS

 



 

Por Carlos Valdés Martín

 

A un amigo le gustaba repetir que la victoria y la derrota son dos farsantes, que acostumbran engañar. Cuando triunfas pretendes que eres más grande y cuando pierdes sientes que eres una nulidad. Ninguna de esas impresiones resulta tan cierta. Aunque prefiero ganar y eso es recomendable, si tomamos un poco de distancia, hay un acontecimiento que muestra ese engaño.

En el desfiladero de las Termópilas ocurrió una famosa batalla donde los antiguos griegos se enfrentaron a un formidable ejército que los rebasaba 10 veces en número. El rey de Persia, reunió un ejército gigantesco, quizá eran millones de soldados. Por el lado griego se reunieron cuando mucho unos 7 mil valientes, encabezados por los legendarios guerreros espartanos y su rey Leónidas. Frente al número de enemigos era evidente que la batalla estaba perdida de antemano, la superioridad del ejército persa en números era abrumadora. 

Hagamos una pausa para señalar, que —desde el punto de vista de las idealidades— estos feroces varones estaban guiados por mujeres. La decisión de combatir o rehuir se consulta en Delfos con una dama llamada pitonisa, que profetiza el futuro, mediante intrigantes versos. Y la patrona de la estrategia es la invencible diosa Atenea, quien unía la máxima inteligencia con el valor a toda prueba. Con esas mujeres guiando sus pasos, los griegos se atrevían a desafiar al enemigo invencible, al imperio persa de quien estimaban arrastraba a millones de invasores. 

Los griegos optaron por la calidad de un punto estratégico y la fiereza de sus mejores soldados. El rey Leónidas se volvió leyenda al no ceder terreno y desgastar al enemigo en una batalla de antemano perdida.  Ese acontecimiento heroico fue retratado en la película Los 300, la cual puso de moda a los soldados espartanos.

En el estrecho espacio de unas decenas de metros llamado Termópilas, el ejército persa fue diezmado por una pequeña fuerza. El combate duró tres días, durante los cuales los griegos ganaron valioso tiempo para desalojar a la población de Atenas, reunir una combativa flota naval y preparar su posterior triunfo.

La resistencia de los espartanos intimidó a los persas y desencadenó las condiciones por las cuales terminaron siendo derrotados. Los ejércitos de los griegos siempre fueron inferiores en número frente al invasor presa, pero buscaron obtener ventajas estratégicas, utilizando su inteligencia, incluyendo las artes del engaño.

En Termópilas los griegos decidieron emplear un espacio estrecho, que permitía neutralizar lo grande del ejército invasor. En una siguiente batalla naval, los griegos aventajaron en la técnica de sus navíos. Una y otra vez, demostraron su fe en el ingenio y la astucia, cuando el débil funciona a lo grande.

¿Qué tiene esto que ver con la “mano invisible”? En una región modesta y casi olvidada, un profesor escocés, de nombre Adam Smith, tuvo la feliz ocurrencia de preguntarse cómo se podían enriquecerse las naciones sin recurrir a la guerra y al pillaje, como acostumbraban los antiguos reinos conquistadores. El permitir y fomentar que los pobladores se enfocaran libremente en una elaboración especializada y luego integrando sus producciones diversas en un mercado. Los descubrimientos de Smith ahora parecen obvios y los llamamos capitalismo[1], fueron la base para que regiones muy pobres se enriquecieran sin necesidad de conquistar a los vecinos ni tener colonias.

La acción de una “mano invisible” fue una sencilla metáfora[2] para mostrar cómo es posible que enormes cantidades de agentes económicos separados, terminen provocando un sistema que opera con éxito. En el sistema complejo que llamamos mercado, las derrotas de muchos también operan como un acicate para una satisfacción general, y por derrotas nos referimos al cierre continuo de operaciones económicas, convertidas en impulso para las actividades en operación. Provoca sorpresa que un modelo descentralizado en millones de unidades separadas resulte más eficiente que los sistemas centralizados hasta el presente[3].

El pequeño grupo de soldados espartanos se compara con una empresa modesta y aislada que enfrenta una operación ruinosa del monopolista extranjero. La muerte de Leónidas prepara la ruina de Jerjes I, el rey persa. Con la derrota de los 300 espartanos operó otra “mano invisible”, que frenó el avance de Persia.

La ciencia intenta descifrar la operación de los sistemas complejos, que pareciendo caóticos y sin sentido terminan definiendo patrones de comportamiento regulares, incluso resultados afortunados. El caótico calentamiento de partículas orgánicas en el tercer planeta del Sistema Solar, termina provocando la vida y ésta se desenvuelve en una evolución. Las guerras terminan para definirse un nuevo sistema de poderes, definiendo un perfil de situación pacífica. Los sistemas puramente políticos suponen que se arrincona la violencia fuera del sistema, entregando al Estado, como nuevo Leviatán, el monopolio de la violencia legítima, a cambio de establecer un imperio de la ley.

Volviendo al primer comentario, la victoria y la derrota son dos farsantes que requieren de la corrección de la “mano invisible”, que implica la operación del “sistema complejo”. Unos días aparece como efectos de los mercados financieros y otros como variaciones de la opinión pública. Después de las Termópilas queda lo más importante, falta la operación de la “mano invisible”.

 NOTAS:



[1] También es cierto, que lo descubierto por Smith no fue una utopía saliendo de su cabeza, sino una interpretación sobre un proceso que estaba ocurriendo en la Gran Bretaña de manera práctica y radical.

[2] Subrayemos que por “mano invisible” se debe entender una metáfora y no una fantasmagoría religiosa, como la divina providencia. La economía de mercado se ocupa de estudiar el porqué de la eficiencia de los mercados. Incluso hay quien eleva al mercado a categoría de “perfecto”, basándose en la igualdad final de las ecuaciones involucradas en el proceso mercantil. Véase Eric Roll, Historia de las doctrinas económicas.

[3] Anotemos que el éxito de las empresas con tendencia monopólica implica una centralización. La teoría económica señala que los monopolios ganan más pero no son más eficientes en términos de productividad, lo mismo los estatales que los privados. El autromarxista Hilferding creía que la operación de la banca rápidamente generaría un capital financiero por completo monopoilista, que desembocaría en el socialismo. En Hilferding, El capital financiero.

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