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domingo, 1 de diciembre de 2024

EDÉN CON LOGIA

 


 

Por Carlos Valdés Martín

 

Parafraseando las Crónicas del vicio y la virtud[1], resulta oportuno señalar que cuando el Paraíso era joven, Dios había creado al hombre, la mujer, los animales más veloces, las flores más aromáticas, los atardeceres tornasoles y hasta a los gatos. Pero faltaba algo: la atmósfera estaba tensa como en una noche de estreno. ¡Qué alivio! Junto con los néctares estimulantes, surgió el cuadrilátero de la Logia. Bajo la bóveda celeste, sin más templo que el entero paraíso, cuando era iluminado al atardecer por los sutiles rayos en diagonal, que calientan sin quemar. Sin que ninguno de los dos habitantes se lo propusiera, los mosaicos de una claro se acomodaron en figuras geométricas. El sitio estaba dispuesto a la contemplación y el regocijo, así que terminaron las palabras más secretas que faltaban para designar a la creación y las llamaron “lenguaje simbólico”.

Eva empezó a llorar de alegría, y Adán se libró del aburrimiento. Lo que faltaba de inventar para un reino que no necesita nada más, fluyó como música de las esferas.

¿Qué mejor sitio para seguir nombrando a las especies y enarbolar el arte sutil de desconocer las enfermedades y la vejez que esa primera Logia? Sin embargo, la rueda debía seguir girando, porque ya se había inventado el tiempo (cuando el viejo Cronos todavía era un bebé) y, ahora, todo mundo recuerda la travesura de la serpiente.

Traspasado el Este del Edén, ellos dos inventaron la discreción y, así, evitaban platicar de lo perdido. Era inútil poblarse con recuerdos de lo extraviado. Entre dos intercambiaban sonrisas y silencios cómplices, a menos que un prodigio celeste como la aurora boreal, les inflamara el pecho con nostalgia. Hubo un silencio cómplice, hasta que la pareja primordial sintió que había un pensamiento muy útil que dormitaba en su interior. Despertaron la Geometría y los Números que eran tan perfectos en este nuevo mundo, como lo habían sido dentro del Edén.

NOTAS:

[1] Carlos Valdés, Crónicas del vicio y la virtud, “Dios había creado al hombre, los patines y a los gatos... Pero faltaba algo: la atmósfera estaba tensa como en una noche de estreno. ¡Qué alivio! La semilla tardía del cafeto comenzó a germinar. (…) Pero el caso es que cuando los cafés abrieron sus puertas, todo mundo se sintió muy aliviado. Eva se puso a llorar de alegría, y Adán se libró del chaparrón metiéndose en el café de la esquina. No más compañía de dos. No más soledad.”

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