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miércoles, 27 de mayo de 2015

RESEÑA DEL BLADE RUNNER ORIGINAL NOVELA DE PHILIP K. DICK





Por Carlos Valdés Martín

La novela de Philip K. Dick ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? (Do Androids Dreams of Electric Sheep?) fue la base de la película Blade Runner adaptada por el director Ridley Scott y su equipo. Sin duda, esa película modificó el argumento de la novela creando escenas con méritos propios. El texto de la novela es más complejo que la película e incluye temáticas muy interesantes, aunque el lenguaje cinematográfico sumó dramatismo y giros que cautivaron a los espectadores.
Debido a que la mayoría conocerá primero la película, entre otras razones porque fue un excelente film y todo un clásico de la ciencia ficción, entonces resulta indispensable comenzar con un resumen de la novela publicada en 1968 y ahondar con un análisis más literario que cinéfilo. 

Un planeta tras la guerra nuclear
En el ambiente ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?, la Tierra sufre las secuelas de una guerra mundial terminal, ha quedado contaminada con polvo radiactivo y gran parte de su población ha emigrado para colonizar Marte, en un escenario recurrente de la ciencia ficción. La visión de una guerra total, más su secuela de contaminación con extinciones y defectos genéticos[1], bloquea cualquier perspectiva optimista o de avance lineal; perfila un futuro con horizontes bloqueados y con líneas de escape desembocando en precipicios. Dibuja un movimiento ambiguo entre portentos técnicos y decadencia atroz, por tanto advierte de oscilaciones inquietantes, donde no hay espirales progresistas ni saltos revolucionarios, sino asíntotas en dirección hacia un angustioso interrogante[2].
Quienes permanecen en la tierra sufren el ambiente devastado aunque obtienen la facilidad de habitar las grandes ciudades despobladas, donde existen edificios enormes paradójicamente habitados hasta por un solo humano. Los que se quedan son incitados por el gobierno para emigrar, ofreciéndoles la maravilla tecnológica de un andrillo (en la película llamados “replicantes”), que es un robot biológico y con una programación mental sofisticada. Ellos son casi imposibles de distinguir por los humanos, excepto por sutilezas biológicas y, sobre todo, por su atrofia para las reacciones emocionales (en particular, falta de empatía), sin embargo, la última generación de androides dotados de un procesador Nexus-6 alcanza un nivel difícil de distinguir en su sentimiento y empatía. La novela está poderosamente enfocada en las emociones y su naturaleza, al considerarlas el abrevadero más íntimo de la condición humana, justo cuando las acosan los andrillos competitivos y quedan amenazadas por factores de extinción.
Esta novela recoge los miedos y esperanzas de la llamada Guerra Fría, una competencia por la superioridad entre Estados Unidos y la Unión Soviética. En EUA los temores de una guerra con armas atómicas habían alcanzado su clímax con la crisis de los misiles sobre Cuba en 1962, así que permeaba esa preocupación[3]. La irrupción de las revoluciones coloniales y las acusaciones sobre neo-imperialismo, daban un nuevo tono a las divergencias nacionales en un mundo que anhelaba convivir de otra manera[4].
El derrumbe de los valores tradicionales acompañó a los cambios culturales desde la posguerra y eclosionó con su expresión en el movimiento hippy, lo cual facilitaba imaginar culturas alternativas[5]. El interés por las terapias psicológicas y la modulación de emociones era patente en los suburbios acomodados. El tema de la extinción de especies era bien conocido desde hacía mucho. Los trastornos ecológicos y problemas de manejo de basura resultaban evidentes en el país más rico del planeta.   
La fe en los poderes de la tecnología alimentaba las ficciones; tras el viaje orbital tripulado a la Luna, la expectativa de un futuro alunizaje (que materializaría un año después en 1969) y la carrera espacial alentaban la idea de la colonización espacial. Los avances tecnológicos en computación y múltiples investigaciones ampliaban las fantasías sobre robots, con la noción de androides compitiendo por el pedestal de la humanidad.
En la obra de Dick debido a las radiaciones existe un riesgo de degeneración genética y muchos habitantes son despreciados por ser “especiales” con mentes débiles e incapaces. La presión para abandonar el planeta debido a la ruina del medioambiente parecería razonable, pues las especies animales se han extinguido casi por completo, incluso descubrir un insecto resulta un evento extraordinario, manifiesto en el episodio de una araña. Por lo mismo, para los humanos los animales son un símbolo de estatus y objeto de un enorme afecto. Incluso, casi todos los personajes poseen un animal vivo o una copia electrónica, que les proporciona bienestar y, por contraste, el tema de los hijos está ausente.
En el planeta la desolación no se limita a una capa de polvo radiactivo sino que se extiende a una noción de entropía creciente, expresada en el término kippel, que implica a los objetos ya inútiles, ajados y en proceso de convertirse en basura[6]. Esa expresión es relevante en la novela y demuestra los efectos de una decadencia arrastrando al planeta entero que afecta a los edificios vacíos, los parajes desérticos y los pobladores contagiados bajo una especie de depresión. Incluso se afirma existe una difusa “ley del kippel” que crece ante cualquier descuido. 

Las peripecias del cazador de andrillos
En ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? el detective policial y cazador de andrillos, Rick Deckard, vive casado con Irán, su esposa solitaria y depresiva, en un edificio de la ciudad de San Francisco compartido con decenas de personas. Su más preciada posesión es una oveja, la cual es eléctrica pero a sus vecinos les presume que es real. Su trabajo es peligroso y un colega acaba de ser hospitalizado grave, tras perseguir a unos fugados y haber aniquilado a dos. La variedad de andrillos sofisticados se fugó de Marte y se ocultan en la ciudad, por lo que recibe la lista con datos para perseguirlos. El perfil del personaje principal y su oficio integran ingredientes del género thriller en esta novela, pues la persecución atraviesa su trama y ofrece suspenso combinado con peligro en situaciones exóticas.
Cazar fugitivos abre la gran oportunidad económica del detective, por la recompensa que obtendría, al mismo tiempo, que sabe del peligro, por tratarse de una variedad más inteligente de enemigos. En el proceso de cacería, el detective considera fuertes cuestionamientos sobre su actividad y visita la sede de la fábrica de esos robots biológicos, donde los dueños intentan confundirlo y conoce a Rachael Rosen, una ejemplar de los andrillos avanzados. El encuentro con ella se da en dos fases y, en el encuentro final, logra seducirlo para desanimarlo en su cacería, desánimo que sucede sólo parcialmente. Hay que anotar que en esa sociedad las relaciones carnales entre personas y androides están prohibidas por ley, lo cual causa conflicto a Rick Deckard, además una fugitiva es idéntica a Rachael. En estas peripecias, existe un guiño intencionado del autor sobre los temas del racismo y la discriminación, puestos de moda por la resistencia civil negra en EUA[7].
El primer fugitivo lo localiza a él, disfrazado de policía ruso que se ofrece a ayudarlo, pero logra un truco para vencerlo y matarlo primero, pues usa un dispositivo para inutilizar el láser (el arma usual en este relato) del andrillo Polokov y él emplear un antiguo revólver.
La siguiente fugitiva que localiza el cazarecompensas, es a una cantante de ópera Luba Luft, que actúa públicamente y es magnífica[8]. El encuentro resulta curioso porque ella, fingiendo que es humana, llama a la policía y logra que capturen primero a Rick. Queda detenido por otro cuerpo policíaco de la ciudad que él desconocía, donde se cuestiona si no resulta lo ideal para los andrillos hacerse pasar por policías para ocultarse o hasta ignorar ellos mismos que lo son. Se encuentra con otro detective cazador que lo ayuda, de nombre Phil Resch, quien primero lo salva de su superior Garland, un andrillo infiltrado como jefe policíaco. Después, Phil mata a la cantante androide Luba, de modo injustificado, evidenciando su violencia ante esos seres. Ese otro detective se justifica al considerarse como una barrera ante el asalto de los invasores[9], pero Deckard comprende que él siente empatía por la hembra androide muerta, lo cual sería un factor incapacitante en la cacería.    
Con el dinero de su cacería decide darse el lujo de comprar una cabra viva y le alcanza para cubrir el enganche. Con la cabra viva regresa feliz a su casa y su mujer celebra también el logro, aunque está preocupada por la dificultad para pagar.
En la comisaría, le urgen al detective no descansar sino perseguir de inmediato a los andrillos restantes antes de que se enteren y escapen de la ciudad. Antes de dar ese paso, el detective exige la ayuda de Rachael, quien corresponde a ese mismo modelo y los conoce bien. La presiona para que se reúnan de inmediato en un hotel, donde ocurre un encuentro íntimo, el cual posee su doblez pues la andrillo legal, le confiesa que no lo está ayudando sino infundiendo una especie de desmoralización, ya que una de las perseguidas es idéntica a ella. Además en esa escena ella termina enojada porque él prefiere a su esposa y hasta su nueva cabra, por lo que no existe ningún compromiso, tras disfrutar de la hermosa Rachael.
El detective continua solitario su cacería hacia donde los tres restantes están reunidos. Son dos hembras y un varón que es el líder del grupo fugado. La reunión de los tres fugitivos se comprende con la secuencia de Isidore, un humano especial que se explica adelante.  Los andrillos creen estar preparados para defenderse mediante alguna alarma y dispositivos de protección, pero caen con bastante facilidad ya que suponían guarecerse en un escondite seguro. Primero cae Pris la idéntica a Rachael al aproximarse por las escaleras del edificio solitario. Con la simple estratagema de Dick al fingir él ser el humano discapacitado, logra sorprender a los últimos andrillos y los elimina sin miramientos. A diferencia de la película, la cacería final es sencilla y rápida[10], pero despierta un abrumador cargo de conciencia: “Qué trabajo horrible, se dijo Rick. Soy un flagelo, como las plagas, como el hambre. A donde voy llevo la vieja maldición.”[11]
Cuando regresa a casa, su esposa informa al cazarecompensas que su cabra fue sacrificada por Rachael, en un gesto de evidentes celos. El cansancio unido a los descalabros emocionales afectan a Rick, quien decide viajar hasta un sitio desolado con la intención de morir. Elige un paraje contaminado y semidesértico al norte de la ciudad. El arranque suicida en un paraje solitario se convierte en una experiencia mística de la ascensión con su mesías, llamado Wilbur Mercer, cuando se siente fusionado. Esta parte es el clímax de la novela, por entero diferente al inventado para la película con el jefe androide “replicante” salvando la vida de Rick, lamentándose de su condición, empleando la memorable metáfora de las lágrimas en la lluvia y liberando una paloma blanca antes de morir.
De súbito Rick descubre un sapo en el paraje contaminado y cree está vivo. En la escala jerárquica religiosa se consideraba al burro y al sapo los animales supremos, por tanto Dick se entusiasma y carga al animal consigo. Regresa a su hogar agotado y sucio con el sapo cual trofeo increíble. Su esposa descubre que es un batracio eléctrico, lo cual es aceptado tranquilamente por ambos. El cansancio provoca un sueño profundo en Rick, y su esposa muy animada compra una charca y alimentos para mantener sano a su anfibio eléctrico. Con ese extraño final del sapo eléctrico de trofeo termina la novela. 

Las peripecias del “especial” J. R. Isidore
Este personaje es un adulto discapacitado y tímido afectado por las radiaciones, así que es un “cabeza de chorlito” de comportamiento infantil y temeroso. A pesar de sus limitaciones es independiente y trabaja para un negocio que repara mascotas eléctricas, conduciendo un vehículo para recoger animales y hacer tareas sencillas. Vive como único huésped en un sórdido edificio enorme, donde procura controlar su existencia y mantener a raya la basura y entropía. Este personaje comienza por entero independiente para entroncarse con la trama principal. Nos muestran que él es muy tímido y torpe cuando recoge un gato vivo y lo confunde con uno eléctrico, lo cual —por cierto— fue un error inevitable y lo compartieron sus patrones.
Cuando Isidore descubre a la androide Pris, queda prendado de ella e intenta ayudarla, sin percibir su hostilidad y la de sus compañeros andrillos. Imaginar que va a proteger a los andrillos ilegales le entusiasma, pues en su condición de un especial siente el desprecio generalizado.
Además de su falta de entendimiento y timidez, se distingue por una mayor emotividad, manifiesta en su descomunal sufrimiento cuando los andrillos arrancan varias patas a una araña viva, lo cual él no soporta y se precipita para evitarle más dolor ahogándola. En principio, él se dispone a servir y proteger a los visitantes andrillos, pero tras la escena de la araña sufre un choque emocional, y cuando llega el cazarecompensas ya no los oculta. A Rick le revela su escondite porque quiere proteger a otra araña que sustituye a la mutilada. Al final de la muerte de los androides, el especial llora por Pris, la bella.
Además de la ternura que aporta, este Isidore también obliga a preguntar si el sentimiento no estaría en peligro de extinción. Incluso su personaje muestra un cuestionamiento sobre el desprecio hacia la gente especial[12]. El trato oficial implica un sesgo racista, ya que perjudicaría con un daño directo contra la pureza genética[13]

¿De dónde vienen y a dónde van los andrillos?
Existen empresas dedicadas a producirlos y son resultado de una larga avanzada técnica. Su fabricación representa un gran éxito por su perfección, pero también un desafío para la humanidad oprimida tras las secuelas de una guerra. Son robots biológicos fabricados para ser lo más parecidos a los humanos, destinados a respaldarlos en cualesquiera labores, sin embargo, permanecen marginados como entes de segunda, según revela la trama. El filo del drama está más centrado en su conversión en humanos completos, y por eso explica las actividades de la empresa Rosen que cada vez busca perfeccionarlos, por eso Rachael declara “Después elevaré un informe y la Rosen Association modificará los elementos DNS del baño de cigotas. Y entonces tendremos el modelo Nexus-7. Y cuando éste sea sorprendido, lo modificarán; y finalmente la empresa tendrá un tipo imposible de distinguir.”[14] El resultado sería organismos indistinguibles en lo físico y lo psíquico, el objetivo resultaba perturbador para Rick, el humano, pero la hembra androide lo tomaba con naturalidad. Le interesaban más otros aspectos de la trama, como si ella renacería en un ser idéntico a sí misma, pero en otra serie-generación[15]. El argumento posee un doblez curioso, porque ella empieza a manifestar empatía y emociones no programadas, por ejemplo “Quiero estar yo misma a salvo —abrió mucho los ojos—. Dios mío, siento empatía por mí misma”[16] Esa humanización también explica el incidente cuando mata a la cabra de Rick.
Una característica importante de los andrillos es su obsolescencia programada, elaborados para durar solamente cuatro años, por tanto su perfección está limitada por el tiempo y la muerte. Sin embargo, algunos ejemplares muestran un deseo de vivir inesperado que desconcierta a Rick: “mientras Luba Luft, en un gesto de frenético terror, giraba, trataba de apartarse, caía. El rayo erró, pero cuando Resch bajó su arma perforó silenciosamente un pequeño agujero en el estómago de la cantante. Luba empezó a gritar, agazapada contra la pared del ascensor.”[17] En algún momento el detective compara ese ímpetu de la mujer androide con la actitud rayana en depresión de su esposa. Esa característica en la película adquiere otro tono, cuando el líder se resiste a morir y se lamenta que nadie conservará impresiones únicas que él obtuvo en su experiencia.
La nueva generación de andrillos empuja hacia su conversión en humanos o algo a nuestro nivel, al menos. El tema queda sin resolverse en la novela, pero existe un interesante juego con la posibilidad de que algunos supuestos humanos sean andrillos con una identidad falsa integrada, porque recibían memorias modificadas. El test no es infalible y cada vez pierde eficacia. La misma decadencia anímica del protagonista, indica que podría identificarse como andrillo, cuando su interior se convierte en distante y frío: “Pero lo que yo he hecho, eso es ahora ajeno a mí. En verdad todo en mí es ajeno. Me he convertido en un ser ajeno”[18]

Religión conocida bajo extraña faz
El relato explica una religión imperante, llamada mercerismo por su mesías Wilbur Mercer, la cual está basada en la empatía entre los humanos y con todos los animales, con un fuerte anhelo de revivir y compartir. La clave emocional de esa religión brinda el distintivo entre humanos y androides: la empatía. Mediante un dispositivo electrónico ese culto amplifica las sensaciones compartidas, donde cualquiera se conecta para participar con el momento culminante de la existencia de Mercer, cuando subió a una montaña acosado y apedreado por enemigos, hasta lograr una especie de fusión vital y alimentar la vida planetaria. El paralelismo con el ascenso al monte Calvario y resurrección de Cristo es evidente[19]. Lo peculiar es la unión de tecnología y de manifestaciones físicas, donde las usuales son la aparición de heridas por alguna pedrada fantasma durante las experiencias guiadas mediante el aparato de la empatía.
Una parte importante de la trama oscila entre el cuestionamiento de la religión imperante como una mistificación y su confirmación por vivencias y milagros. Dicha confirmación de creencias es mediante experiencias personales sin la caja de empatía, como le sucede a los protagonistas Rick e Isidore, además de acontecimientos que parecerían milagros, como la aparición de pequeños animales y las advertencias de Mercer en momentos claves de la trama.
Para Rick la situación empieza con cierta distancia hacia sus creencias, pues él nunca había sentido la “fusión total”, la experiencia a la que aspiraban los adeptos. Al final de la trama sí percibe tal fusión, pero más allá de la normal sin aparato y además sintiendo que él se ha convertido en Mercer. Además para el personaje principal su mesías termina teniendo razón, pues le ha indicado el camino correcto para sus acciones, aunque haga el mal rompiendo el propio código moral del mercerismo.
Los argumentos en contra del mercerismo son varios y también convincentes, el personaje payaso Amigo Buster desenmascara que: “El mundo en que se desarrolla su ascensión es un estudio barato y corriente de Hollywood, convertido en kippel hace muchos años” y explica que Mercer fue un personaje protagonizado por un tal Al Jarry, además “las “rocas” eran de un plástico semejante a la goma. La “sangre” era ketchup y —el técnico rio—el único dolor del señor Jarry consistió en pasar un día entero sin beber whisky.”[20]
Sin importar el veredicto sobre la veracidad o mistificación de Mercer, resulta indudable la función de adaptación y guía moral que representa su drama, para un mundo agobiado por la desolación y erosión continuas. 

Sentimientos descontrolados y bajo el microscopio
En ese planeta post apocalíptico, los sentimientos de quienes se quedan además requieren de una continua reparación. Las fuentes principales son una “consola de sentimientos” (la Penfield), la TV con un programa cómico permanente de 23 horas diarias por el Amigo Buster, un payaso acompañado por actrices exuberantes y de acento extranjero, capaces de ofrecer diversión sin pausa, la caja de empatía (aparato para ejercer la religión merceristas de la empatía, definición que en esta novela remplaza sistemáticamente al “amor”) y el afecto hacia los animales[21].   El Penfield aparece desde el inicio para ofrecer sus servicios que eviten la depresión extrema de la esposa Irán y reanimen al tenso detective Rick. Resulta casi cómica la referencia a los números que disparan emociones y que hasta implican una sucesión, como inducir el deseo de discar el mismo aparato. Esa necesidad de manipular los sentimientos resulta indispensable ante una percepción de un mundo deplorable, donde casi toda la gente inteligente e interesante se ha marchado, y quedan los necios rodeados de la gangrena global del kippel y la escasez de animales. La televisión complementa la necesidad de distracción permanente y, por ese mismo fondo depresivo, la máxima popularidad pertenece al programa cómico. De la estrella de ese programa por su presentación ininterrumpida de 23 horas sospechan que es androide o un dios. Como sea, los humanos sienten gran necesidad de ese programa divertido y, al mismo tiempo, trasmutado en ideólogo, influyendo en la opinión pública a pesar de ser una comedia; su influencia desmedida alude a fenómenos del entretenimiento cuando son tomados por reales[22]. Con esos dos primeros mecanismos, cabría afirmar que la población sobreviviente está sumamente enajenada y escapando de su propio interior, pero esa afirmación se balancea con el tema del mercerismo, por ser una creencia dedicada a la empatía. Los personajes principales parecen huir de ellos mismos y enmascararse bajo sentimientos artificiales, pues su religión los empuja a compartir, para participar de modo peculiar en sus dolores y alegrías, como lo muestra la esposa Irán. Sin embargo, en este aspecto la explicación de la novela señala la ambigüedad de esa humanidad[23]. Queda muy claro que la gente necesita compartir, pero lo hace a través de una ilusión prefabricada en una proyección definida, pues siempre repite la misma escena de Mercer que sube una colina mientras es apedreado y se esfuerza por participar su empatía.
De modo contrastante, las pruebas para descubrir a los androides consisten en detectar mínimas variaciones de sentimientos, con lo que se descubre la reacción falsa y la falta de empatía. Ya que los andrillos son inteligentes y están decididos a disimular, las pruebas requieren de sutileza, aunadas a un aparato llamado Voigt-Kampff, para medir las reacciones de la piel y pupila ante las preguntas, donde hay una escala para definir el rango normal. Interesantes discusiones se presentan sobre la falibilidad de la prueba y que también hay personas incapaces de pasar esa prueba, por su falta de reacción emocional. Las escenas de las pruebas psicológicas para detectar a los androides resultan interesantes, por el reto de las preguntas y respuestas. 

El zoológico natural y eléctrico
En el contexto de la extinción, la presencia de los animales multiplica su importancia afectiva y literaria, como si el autor anticipara la afición por las mascotas y la multiplicara exponencialmente.  Es muy sintomático que la oveja esté en el título de la novela, que ese animal es el que posee al inicio Rick, pero está muy frustrado porque esa sustituye a una viva que antes poseía. La envidia y la jerarquía social están presentes por el vecino que posee dos caballos vivos, los cuales deberían valer una fortuna. Los valores de los animales están reflejados en una revista muy popular, titulada Sydney.  
Sin embargo, la jerarquía animal para nuestra cultura actual es peculiar e insólita[24]. Adquiere enorme prestigio el búho, el ave de los filósofos, por haber sido la primera especie extinta, pero la empresa Rosen posee uno artificial, aunque alardean que es natural. El protagonista compra una cabra, un animal que despierta los celos de Rachael, quien la sacrifica en el mismo día de su adquisición. Por si fuera poco, también los insectos son apreciados, hasta una araña resulta admirada por Isidore y mutilarle las patitas provoca consecuencias en la trama.
Los animales naturales y artificiales son difíciles de distinguir, lo cual se repite en varios pasajes. El protagonista engañaba a sus vecinos con su oveja eléctrica; un gato muerto deberá ser sustituido por uno artificial para no alertar ni mortificar a su dueño; una araña sustituta que materializa Mercer para Isidore nunca se decide si es o no artificial[25].
La religión está muy ligada a los animales, y el mesianismo de Mercer comenzó con su don para revivir a los animales. Mientras el planeta contaminado se encarga de extinguir especies, los humanos procuran cuidarlos y también imitarlos con modelos eléctricos. Para la perspectiva religiosa de Mercer, hay dos animales distinguidos que son el burro y el sapo. Al terminar la novela, el protagonista descubre un sapo perdido en la región desolada, incluso cree que es un animal vivo, pero pronto descubre que es artificial, no por ello deja de ser en extremo valioso y una modalidad de trofeo final de la aventura. 

El ambiente de lo irreal
En ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?  el planeta post apocalíptico está acosado por la decadencia y poblado por seres que requieren una dosis creciente de sentimientos artificiales, pero si los sentimientos son lo que nos distingue, entonces ¿quiénes son ellos, los antagonistas? La nueva generación de androides perfeccionados amenaza con volverse tan emocional y empática como los humanos, entonces la frontera entre las máquinas y las personas se está desdibujando[26]. Por si fuera poco, el bombardeo de ajustes emocionales para tapar el pantano de los sentimientos depresivos por un entorno decadente, están desbaratando la percepción directa de la realidad. La religión queda sostenida por una especie de alucinación colectiva programada mediante un aparato, donde las personas se conectan a unas manijas y miran una pantalla, hasta sentir que suben con su líder, en un ascenso místico mientas soportan que les arrojen piedras. Las rocas de la ascensión golpean físicamente y dejan huellas, cuando se utiliza el aparato, pero en la trama los personajes principales comienzan a experimentar la presencia de Mercer de modo directo, en especie de alucinaciones o revelaciones. En el relato, la frontera entre lo real e imaginario se desvanece por momentos y podemos preguntarnos si la presencia de lo extraordinario ha evacuado al principio de realidad en ese ambiente desolado. 

La crisis de cualquier jerarquía
Una característica extraordinaria de esta novela es que se han quebrado o amenazan con romperse varias de las principales jerarquías sobre las que ha descansado la noción de humanidad. La principal ruptura es la frontera entre humanidad y androides perfeccionados, y cabría ubicar al replicante cual nuevo esclavo, pero tal definición de esclavitud (histórica y politizada en el film) no se concluye en la novela. Además esa crisis jerárquica está soportada por otra serie de quiebres. La crisis moral del cazarecompensas al identificarse con el drama de los androides, revide un tema clásico de los dramas morales, cuando los errores o pecados del sujeto lo colocan en una encrucijada, una estructura reconocible desde el teatro griego.
La unión entre los humanos está vulnerada por las colonias (donde habitan los superiores) y el crecimiento de los especiales, discriminados por tarados; lo cual abre el campo a la defección de los andrillos. Esto se complementa con una falla soterrada de la jerarquía política cuando el gobierno se convierte en un ente abstracto y la orden explícita es abandonar el planeta, aunque las relaciones pragmáticas entre el detective y su jefe funcionan, existen saltos extraños como la presencia de una segunda comisaría policial en la misma ciudad y con otro superior que es un androide infiltrado. La jerarquía de la relación entre géneros está vulnerada por la presencia de Rachael, atractiva androide, que seduce al detective, aunque su matrimonio sobrevive a esa amenaza. Las múltiples emociones están alteradas y requieren de una consola artificial para modularse. El abismo usual entre la divinidad y las personas está alterado en la hipótesis de que un actor fracasado también sea Mercer; simultáneamente en el relato el mesías comienza a interferir con la acción profana, restituyendo a Isidore y advirtiendo a Rick. Asimismo, la naturaleza misma languidece en una crisis con la extinción de especies, queda desertificada y la contaminación es vista como entropía que amenaza con la destrucción total[27].
Es evidente que las dos jerarquías fundamentales que están amenazadas en el relato es la barrera entre pedestal humano y los nuevos androides; junto con la fragilidad del concepto de realidad. Por lo mismo, una hipótesis plausible plantearía que también el cazarecompensas Deckard resultaría un androide modificado y con la consciencia bloqueada, aunque la novela no plantea nada terminante en ese sentido.
Claro que no todo está indefinido y muchos factores se mantienen funcionales aunque erosionados como el dinero, el matrimonio, la tecnología misma, la obediencia usual a las leyes… pero son linderos fijos bajo un conjunto movedizo y erosionado por entropías. El argumento hace énfasis a un fondo sencillo que da estabilidad: la lucha a muerte, cual duelo de cowboy, ofrece una frontera. Al fracturarse las diferencias entre especie humana y androide queda el duelo mortífero[28]. Sin embargo, la muerte no restablece un auténtico orden, sino que lo pospone pues sigue la duda ante el reto androide, de ahí la imagen de una asíntota, donde es imposible precisar el desenlace último.  

Calendario de ciencia ficción y vigencia literaria
La ciencia ficción ofrece una dificultad al imaginar tecnologías inexistentes y anticipar escenarios desconocidos. Ese ambiente de tecnologías futuristas exige a los lectores una complicidad y esfuerzo mayor para mirar lo no existente. El lector de ciencia ficción es un lector con esfuerzo doble, obligado a materializar inventos inexistentes[29]. Luego esa doble tarea desparece, pues con el paso del tiempo queda obsoleta. Las maravillas descritas minuciosamente por Julio Verne resultan artificiosas para las generaciones futuras y hoy nadie se pregunta si los submarinos lograrán construirse.
Caído el telón de fondo de la tecnología por venir ¿qué queda de la ciencia ficción? Tras ese telón permanece el dilema humano, que Philip K. Dick maneja con maestría, pues las culpas y abismos emotivos permanecen a través de las décadas y saltando sobre la obsolescencia tecnológica. En ese sentido, la empatía e identificación con seres no humanos (las mascotas, ambientes, dioses o máquinas) es una característica universal de nuestra especie, que la novela mueve hacia un ambiente inquietante. El drama de los sentimientos ante un universo ambiguo está presente y esa ambivalencia pervive más allá de los giros de época. El remordimiento claroscuro del detective Rick Deckard pervive durante el viaje de la asíntota que nos empuja hacia cualquier futuro incierto. 

NOTAS:


[1] La escalofriante visión de las secuelas de una guerra nuclear total, implica una redefinición frente a la definición clásica de la guerra, cuando la reducción del oponente a la impotencia mediante la movilización total era su naturaleza. A la guerra Clausewitz la define como “un acto de violencia encaminado a forzar al adversario a someterse a nuestra voluntad”, cuyo objetivo lleva hacia la paz sometiendo a algún adversario o declarando un armisticio por el alto costo bélico; sin embargo, el género apocalíptico se plantea que la secuela es la mayor desgracia. CLAUSEWITZ, Carl, De la guerra.
[2] La dialéctica de Hegel descubrió la espiral como ritmo de la historia, con su ritmo de tesis, antítesis y síntesis. Marx reconvirtió la geometría del futuro en el salto revolucionario, con una curva que rebasa cualquier presente. Los decadentistas, inspirados en la antigüedad, proponían una oscilación descendente, bajando del oro, a la plata y hasta el bronce en Hesíodo. El artista como PKD es capaz de inventar otra dirección, en una oscilación hacia una ruta indefinida, entre avances y retrocesos que derivan, como líneas asíntotas, sobre una gran interrogante que también está asociado con la lucha ante el Caos. Cf. ELIADE, Mircea, El mito del eterno retorno.
[3] THOMSON, David, Historia mundial de 1914 a 1968.
[4] La novela está pensada en términos de un imperio planetario, donde las diferencias nacionales se han desdibujado, permaneciendo la referencia a ciudades y grandes empresas. De modo explícito indica un gobierno de las Naciones Unidas mandando sobre la población, que se divide en celeste y sub-lunar, lo cual daría ese tono imperial estelar. Cf. VALDÉS MARTÍN, Carlos, Las aguas reflejantes el espejo de la nación.
[5] Significativamente, el año 1968 se acepta como una bisagra en el cambio de generaciones y de nuevas perspectivas culturales. Por ejemplo, Gombrowicz, considera la irrupción de una valoración para la juventud como ícono supremo. Witold Gombrowicz, Conversaciones.
[6] PHILIP K. Dick ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?Kippel son los objetos inútiles, las cartas de propaganda, las cajas de cerillas después de que se ha gastado la última, el envoltorio del periódico del día anterior. Cuando no hay gente, el kippel se reproduce” p. 32.
[7] En los años cuando se escribía la novela estaba en auge el movimiento contra la segregación de los negros en EUA. Luther King fue asesinado en 1968.
[8] PHILIP K. Dick, op. cit.,  La cantante Luba Luft: “Estaba a la altura de las mejores de su colección de antiguos registros. No se podía negar que la Rosen Association la había construido maravillosamente. Y una vez más se vio a sí mismo sub especie aeternitatis como un destructor de formas obligado a actuar por lo que allí oía y veía.” P. 45.
[9] PHILIP K. Dick, op. cit., “Usted, yo, y todos los cazadores de bonificaciones estamos entre los Nexus-6 y la humanidad, somos la barrera que los mantiene apartados.” P. 62.
[10] Este desenlace de los androides queda debajo de la poesía y dramatismo del final cinematográfico de Blade Runner con la muerte del líder, que confunde sus lágrimas con lluvia y libera una paloma blanca.
[11] PHILIP K. Dick, op. cit., p. 96.
[12] El tema del maltrato a los desprotegidos es un gran tema de la literatura moderna desde el siglo XIX, con intervenciones clásicas con Dickens, Hugo, Dostoievski, etc. Lo peculiar es su clasificación en una categoría de “especial” (un cartel vacío) a la manera de los operaciones racistas nazis.
[13] PHILIP K. Dick, ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?, p. 12 “Permanecer en la Tierra significaba la posibilidad de ser clasificado en cualquier momento como biológicamente inaceptable, una amenaza contra la herencia prístina de la estirpe humana. Una vez calificado especial, un ciudadano quedaba, aunque aceptara la esterilización, al margen de la historia. Cesaba de pertenecer a la humanidad.” De nuevo, aparece la sombra del racismo en esta novela.
[14] PHILIP K. Dick, op. cit., p. 82.
[15] Esto implica una reflexión sobre la individualidad auténtica comparada contra la serie de la producción industrial, cuestionada como una posibilidad de enajenación completa. Cf. Baudrillard, Jean, Economía política del signo.
[16] PHILIP K. Dick, op. cit., p. 82.
[17] PHILIP K. Dick, op. cit., p. 60. En esta escena, el autor también se vale de la proximidad con la imagen de un cuadro de Eduard Munch, titulado El grito, el cual le interesó a Luba con lo que redondea un cuestionamiento sobre el destino del arte.
[18] PHILIP K. Dick, op. cit., p. 98. El humanismo se inicia desde el punto opuesto, como ejemplifica la famosa frase de “Nada humano me es ajeno”. Dicho latino en una obra de Terencio, repetida como inicio de El sentimiento trágico de la vida, y, se recuerda, era un dicho favorito de Marx. FROMM, Erich, Marx y su concepto del hombre.
[19] La pasión de Cristo ha sido reinterpretada y convertida en alegoría para una herejía o narrativa literaria en múltiples ocasiones. La obra histórica de Frances Yates El iluminismo rosacruz, nos demuestra cómo puede surgir una figura redentora, Christian Rosentkreuts, en una narración misteriosa, que pronto fue asumida por sus seguidores.
[20] El desenmascarar con escepticismo es un argumento típico de la ciencia ficción que funciona bien, además a los lectores nos gusta obtener la verdad, pero el resultado es un “empate” entre los argumentos escépticos y devotos en el relato. PHILIP K. Dick, ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?, p. 90.
[21] En PHILIP K. Dick, op. cit., p. 66. De modo marginal se observa que Imgard una de las androides ilegales, ingería drogas y con eso alteraba su mente, pero resulta difícil adivinar si esto se aplica a algunos humanos; más bien, la trama sugiere que el Penfield posee una versatilidad para alterar las emociones suficiente para que la droga resulte un asunto extraño.
[22] La construcción de una seudo realidad a partir de mecanismos ideológicos es uno de los temas usuales de las novelas anti utópicas, como 1984 y Brave new world (Un mundo feliz).
[23] La noción de la enfermedad mental y la importancia del enmascaramiento (también llamado represión, inconciencia, etc.) se había extendido por efecto de las teorías psicológicas y sus ramificaciones en la práctica médica. Además el autor sufrió personalmente ese tipo de situaciones, incluso crisis mentales. Para la crítica social la presencia de una máscara represiva en la psique surgía como una inquietud enorme. Cf. MARCUSE, Herbert, El hombre unidimensional.
[24] La jerarquía anómala de los animales novelados es pintoresca, sin embargo, como señala Levi-Strauss las posibilidades son acordes a cada cultura, incluso hay tribus que se declaran parientes de los gusanos o insectos. Los motivos para apreciar la proximidad y hasta declararse pariente de un tótem son variables. Cf. LEVI-STRAUSS, Claude, El pensamiento salvaje.
[25] PHILIP K. Dick, ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?, p. 92,
[26] Según la teoría de la totalidad concreta, el concepto de lo que es real depende de la vinculación con la totalidad. En esa visión post apocalíptica la “totalidad social” está en crisis para los habitantes de la Tierra, cuando lo mejor del planeta ha escapado. Por tanto, para quienes se quedan, el sentido de lo que es real está en crisis, pues ellos son seres en proceso de desecho junto con el resto del planeta contaminado. KOSIK, Karel, Dialéctica de lo concreto. Sin embargo, esta novela define un horizonte de posibilidades concretas, aunque desborden el sentido del realismo ordinario. Cf. LUKÁCS, George, Significación actual del realismo crítico.
[27] La contaminación reedita el símbolo del desierto que había insinuado Nietzsche en su Zarathustra, en el pasaje de “hijas del desierto”.
[28] El curioso argumento, casi metafísico, es que el combate a muerte no es por ser diferentes, sino porque se están volviendo iguales; curiosa dialéctica de oposición sin desenlace previsible.
[29] Otro maestro del scifi, señala la dificultad de establecer el género: “esta indeterminación genérica es característica también de otras novelas de Dick, quizá en grado incluso superior”, LEM, Stanislaw "Philip K. Dick, un visionario entre charlatanes".

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