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miércoles, 23 de septiembre de 2015

LO IMPOSIBLE Y EL ESCEPTICISMO TRAS LA FUGA DEL CHAPO







Por Carlos Valdés Martín



Una segunda fuga del jefe narco más afamado del mundo era inconcebible, pero sucedió. Esa afrenta desató el nudo de lo imposible, pues la segunda escapatoria del Chapo Guzmán nos escandalizó y empujó hacia un escepticismo lodoso.

Construcción de lo imposible
Siendo muy estrictos resulta temerario abordar lo imposible, porque la condición de “imposibilidad” evita nuestro horizonte real[1]. Mejor referirse a lo que sólo parece imposible pero sí sucede; esa barrera entre lo estrictamente no-posible y su cumplimiento siempre resulta interesante al espectador, en particular, define el género de aventuras con sus dificultades extremas y además bordea otras imágenes de interés. Casi en automático las aventuras fílmicas implican protagonistas enfrentando riesgos ante los cuales su salvación sería quimérica. El melodrama romántico también muestra barreras infranqueables a la pasión, que terminarán siendo salvadas por un happy ending. Esto implica que como espectador estás acostumbrado esas escenas: el brinco antes de una explosión, la puerta providencial que se abre instantes antes de un estallido, etc. Cada semana los estrenos de Hollywood repiten la fuerza evocadora de fugas y rescates flanqueados por riesgos.
Un imposible estricto resulta absurdo definirlo y es un dolor de cabeza filosófico hasta para el ingenio de Bataille[2]. Para la narrativa interesa más otro tipo de imposibilidades: las que saltan el lindero para convertirse en eventos rodeados de formidable dramatismo. Los escapistas y magos han sido los profesionales para satisfacer esa expectativa. Sin embargo, cuando descubrimos los resortes y trampillas bajo la mesa del mago, cualquier ambiente bajo control causa decepción. Lo más emocionante brota cuando lo “imposible” nos toma por sorpresa.

El personaje outlaw
Sumemos lo anterior al interés que despiertan en el público los grandes forajidos y bandoleros. La prepotencia con que se burla la ley y la violencia desplegada provocan un interés, al menos noticioso, ante el cual el espectador voltea sus ojos curiosos. Algunos, incluso, truecan la ingenuidad hasta la admiración por los piratas y gánsteres.
Miles de forajidos y transgresores desfilan a diario por los medios de comunicación, sin resultar tan llamativos; pero cuando un líder cimero del lado oscuro se mantiene durante décadas, entonces surge el perfil del Enemigo Número Uno. Cuando las noticias se acumulan alrededor de ese enemigo gansteril, brota un interés extraordinario en sus idas y venidas.

El rigor de la prisión
No es que los presos jamás escapen de las prisiones, sino que algunas cáceles son presumidas por su seguridad máxima. El rigor de una prisión mezcla las nociones de fortaleza y mazmorra, dando una imagen de dureza material y perfil de armamento colectivo. Cualquier prisión plena de argucias tecnológicas y barreras materiales provoca una reacción de temor y curiosidad entre el gran público; por ejemplo, la legendaria penitenciaría de Alcatraz se conserva cual reliquia al encierro y fuente de curiosidad permanente, especie de museo para ilustrar sobre reclusiones y escapes extraordinarios.

Del enemigo público número uno
La fuga del Chapo combina el extraordinario interés colectivo sobre ese personaje, con esa transgresión de lo que parecía amurallado. El perforar una prisión es un ensueño con mensajes emotivos, implica el traspasar y liberar en contra de una tensión insoportable. La representación usual de cárceles tétricas y hostiles provoca la contrapuesta alegría de su trasgresión. Si percibimos el significado de la trasgresión, entonces escapar en una prisión de máxima seguridad posee una valoración simbólica oculta[3]. Cada vez que un gran personaje logra la fuga siguen carretadas de consecuencias, entre las cuales está popularizar la palabra “narcotúnel”.

La escapatoria
Esta clase de noticia genera titulares y los remarca con toda la importancia. Simultáneamente es una declaración, que por muy fuerte que sea casi no impacta en la vida cotidiana; por su lejanía frente a lo cotidiano está en la categoría de “todo un acontecimiento” semejante a la visita de naves espaciales a los remotos planetas. A largo plazo la sonda espacial sí reportará un resultado favorable para las investigaciones científicas; por el contrario, la huida del criminal se mantendrá cual golpe en el vacío sin contribuir a progreso ninguno.
De inmediato el prestigio del Estado queda vulnerado por entero y hasta en ridículo. Basta con que un personaje clave de la criminalidad escape y burle la acción del Estado, entonces los alcances de acción estatal quedan cuestionados: el acatamiento de la sociedad entera al imperio de las leyes se convierte en retórica. Mientras un desafío clave se sustraiga de tales leyes existe la interrogación.  

Herida sobre la seguridad del Estado
La fisura abierta por la escapatoria del Chapo solamente se cerrará cuando surja la recaptura; mientras tanto el Estado será tachado de incapaz, pues el renombre de su enemigo no tiene parangón. Como hoy no existe un enemigo más famoso que el Chapo, ningún éxito en la captura de otros capos subsanará ese acontecimiento. La otra opción sería la solución integral de la seguridad, desterrando por completo al crimen del país, lo cual suena más que utópico.

Escepticismo
El escepticismo vacuna contra la credulidad y la inocencia, aunque su exceso se convierte en otro tipo de ignorancia. Cuando se aplican dudas para comenzar un análisis se está en una pista sana, pero la permanencia y multiplicación de dudas sin respuesta, indica una especie de pereza mental y hasta un lodoso temor ante la verdad.
El escéptico extremo se defiende de las opiniones ajenas, porque las desacredita de inmediato; pero ¿qué sucede con las propias nociones del escéptico? No le resulta viable defenderlas, pues también serán derribadas por la avalancha de sus propias incertidumbres.
La duda filosófica contrasta con el escepticismo y es más radical, porque ella obliga a convertir la grieta dudosa en una serie de razonamientos precisos, que conducen hacia la verdad[4]. La actitud de alguna opinión pública escéptica al extremo, se aleja de la búsqueda de verdades y permanece en una especie de pantano, donde se resbala entre rumores y creencias amorfas. Tal escepticismo crónico es una especie de anemia de la inteligencia, pues quien se conforma con interrogantes entonces ya no se atreve a conocer, no alcanza el “sapere aude[5]

Eso que sí importa
Hay multitud de imposibilidades irrelevantes, pues —con tranquilidad de conciencia— no te importa ni te interesa que los simios no habiten bajo el mar, que los delfines no despachen en oficinas… Dejemos atrás lo irrelevante y surgen otras cuestiones que sí importan, aunque ellas están coloreadas con la inviabilidad: volver de la muerte o tener resuelto el propio Destino, con mayúsculas. Hay imposibilidades que afectan tanto que el pensamiento y el arte se han dedicado a perseguirlas: obtener el amor de manera definitiva, superar la barrera de la tumba, garantizar la felicidad en el más allá, lograr el comportamiento justo en toda circunstancia, superar el sufrimiento y alcanzar la cumbre de la felicidad.

Por ejemplo escapar de la muerte
Habiendo tantos imposibles resulta inútil abordarlos todos en un comentario breve, es suficiente con ejemplificar uno solo: eludir la muerte. Bastaría asumir que existe el "más allá" para eludir el tema; pero si nos quedamos con esta finitud del cuerpo tan temida, entonces encontramos algunas respuestas.
Para quien no crea en alguna inmortalidad del alma, entonces huir de la tumba debería ser el tema más fascinante. Vista con detalle esa sería la fuga imposible por antonomasia, quien burlase a la muerte sería el escapista más notable. A la fecha, nadie ha burlado a la Parca, aunque la paradoja de los microbios unicelulares dividiéndose evoque la proximidad entre el amor y la muerte[6].
Con humor cáustico, en "El extraño caso del señor Valdemar"[7] no se embellece la escapatoria, donde el escapista permanece en un estado indefinible, al contrario ofrece la hipótesis horrible que juega a la temida catalepsia. El cuento de Allan Poe explica que a un enfermo incurable de tuberculosis se le aplicó hipnosis (antes llamada mesmerismo) para detenerlo en su trance de muerte. La experiencia parece obtener resultado, pero hasta el límite de suspender el proceso, mientras el cuerpo se mantiene en una especie de prolongada catalepsia. Al final, el experimentador decide reanimar a su sujeto y el desenlace es un espantoso licuado instantáneo del cadáver. En ese cuento evitar la muerte e intentar regresar abre un episodio escalofriante, donde la debilidad de la naturaleza es doblemente desastrosa, así sería mejor jamás intentar ese escapismo. 

Alas que superaron el imposible
La dramática leyenda de Ícaro perdiendo unas alas mal pegadas con cera y su trágica caída, representa el largo anhelo de alcanzar los cielos. Durante milenios el vuelo de las aves fue un sueño frustrado para la humanidad, atestiguado por múltiples ensueños de antepasados que dibujaron tantos ángeles y dioses voladores que llenarían muchos volúmenes. Finalmente, paso a paso, en la época de los inventos se fueron descubriendo los medios y estratagemas para elevarse por los aires. Al fin los voluminosos globos de Montgolfier y otros parecidos mostraron que era posible remontarse por los aires. Después, los motores y la aerodinámica permitieron alcanzar el sueño de imitar a las aves. En ese anhelo, su lado increíble terminó desvaneciéndose a la luz de la inventiva y la perseverancia.

Inutilidad de elevar las bardas
Vista en perspectiva distante, la fuga carcelaria pertenece a la modalidad de los imposibles casi irrelevantes, pues basta probar su falla para restablecer la apuesta[8]. Basta comprobar que un dispositivo de fuga (un túnel excavado a tantos metros, la complicidad de algunos guardias, etc.) para que la autoridad remiende sus dispositivos mediante bardas más altas, puertas doblemente blindadas, guardias mejor armados… hasta proponer su recinto de máxima seguridad. ¿Ocurre un juego de apuestas crecientes entre un afán carcelario y su contrario escapista? Conforme haya mayores rigores carcelarios, habrá más renombre para quien supere esa barrera.
¿Es extraño ese afán de remontar una barrera insalvable? No, al contrario, es un designio inscrito en la frente de la modernidad. Los retos están hechos para conquistarse y el anhelo de libertad yace en cualquier corazón, no importa que sea alguien justa o injustamente encerrado. El interrogante es sobre una imposibilidad, luego la respuesta se llama superación[9]. La pregunta siguiente es cuándo construirán la nueva prisión de máxima seguridad y quién se encargará de burlar ese imposible.

Posdata: el estricto
Quizá, paciente lector, atesoras una pregunta final, igual que yo lo hice, porque hay fronteras que son de nuestro más íntimo interés. Por motivos egoístas cuestionamos el destino de nuestra alma eterna o, incluso, temeríamos su mala sustancia que acabaría fundida, cual lamento del protagonista en Peer Gynt[10]. Por motivaciones altruistas inquirimos por la trascendencia de los seres queridos o la salvación de la humanidad entera. Por impulsos angélicos indagamos sobre el sitio sublime de una divinidad tan elevada, que ni siquiera su nombre verdadero fue otorgado a los cabalistas. Al final, atesoras una pregunta auténtica que exige una respuesta verdadera del Cíclope guardián de lo imposible, que esperas se convierta en centinela ligero como velo e ilusorio como ensoñación.

NOTAS:

[1] Así se inaugura la filosofía con Parménides quien declara esa frontera: “Pues no conocerías lo no ente (no es hacedero)  ni decirlo podrías en palabras.” PARMÉNIDES, Poema del ser, Fragmento 2.
[2] Su mejor tentativa por atrapar lo “imposible” deviene en un dolor de cabeza para sí mismo, Bataille juega entre el erotismo sin disfrute cachondo, una muerte sin espanto y una filosofía sin coherencia… al cabo, nos engaña con un juego sin solución. Casi a modo de confesión dice: “Pero ¿cómo permanecer, disuelto, en el no-sentido? No se puede. Un no-sentido, sin más, desemboca sobre un sentido cualquiera… dejando un regusto de cenizas, de demencia”. BATAILLE, Georges, Lo imposible, p. 117.
[3] Romper una contención excesiva e insalvable donde se libera al cautivo, posee la estructura de la potencia irrumpiendo. Cf. FROMM, Erich, “Sólo hay una vía para salvarnos de este infierno: dejar la prisión de nuestro egocentrismo, salir y unirnos con el mundo.”
[4] El método de Descartes multiplica las dudas para alcanzar la certeza perfecta de las “ideas claras y distintas”.
[5] Frase latina “sapere aude” que se remonta al autor romano Horacio. Una posición opuesta como “quien nada cree, nada sabe” se emparenta con otras exageraciones, pues también “quien nada espera, no se decepciona”, “quien nada debe, nada teme”. ¿Cómo se alcanza un escepticismo tan extremoso que “nada cree”? El escéptico no contestaría, pues ni siquiera se atreve a esa pregunta, pero sí se encierra en un temor embozado.
[6] Esa paradoja la anota Bataille siguiendo a Hegel en el “Prólogo” a El erotismo.
[7] En inglés "The Facts in the Case of M. Valdemar" de Edgar Allan Poe, también ha sido traducido como "La verdad sobre el caso del señor Valdemar" o "Los hechos en el caso del señor Valdemar". El relato es sinceramente escalofriante al recordar que la esposa del escritor sufría una tuberculosis incurable que pronto la condujo al desenlace fatal.
[8] “Naufragando en la filosofía intento decir en términos posibles lo que sólo tuviera poder de expresar la poesía, que es el lenguaje de lo imposible.” BATAILLE, Georges, Lo imposible, p. 174.
[9] El término más preciso para la filosofía es “Aufhebung” de G. W. F. Hegel, pues también la mejor descripción de que la estructura del universo es un ritmo de continuas superaciones la encontramos en Hegel, desde su obra juvenil, Fenomenología. De otra manera, su suele hablar de trascendencia, aunque no estaría referida tanto a su manifestación material.
[10] El Fundidor indica a Peer la orden de Dios: “Comunicarás a Peer Gynt que habiendo faltado a su destino debe, como producto averiado, ser fundido de nuevo”. Agrega el Fundidor: “No queda más recurso que arrojarte a la caja de botones estropeados para que vuelvas a ser derretido en la masa” IBSEN, Henrik, Peer Gynt.

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