Por
Carlos Valdés Martín
La
bella Angelina Jolie representa a la madre de Alejandro Magno en la película
clásica, ahí ella se divierte con una temible pitón, y entonces revela un chispazo
de un antiguo secreto: la relación entre el Oráculo y las serpientes
míticas. La madre del más grande conquistador de la Antigüedad ostentaba un
nombre de divinidad, Olimpia, y su propia leyenda.[1] Y entre los pueblos
antiguos la serpiente con frecuencia representaba un símbolo de sabiduría o del
control sobre los terrores de la mente y la naturaleza. Mientras al animal reptante
se le debía temer, en cambio a quien lo controlaba se le reverenciaba.
El
culto del Oráculo de Delfos no se relacionaba de manera directa con ninguna serpiente, sin embargo, a las mujeres que
dominaban el arte de la adivinación se les llamó “pitonisas” o “pitias”. La
palabra pitonisa proviene de una elaboración posterior, entre los
latinos tardíos, que seguían recordando la importancia del Oráculo para su
cultura originaria. A su vez, esa palabra posee un enorme parecido con el
género de grandes serpientes conocidas como pitón y ese parecido no es una
casualidad.
Para
demostrar que el temor sano a las serpientes se convierte en algo distinto y
hasta en fuente de curación retomemos un extraño pasaje de Moisés, cuando en la
travesía del desierto los judíos sufrieron el ataque de sierpes venenosas.
Según indica el pasaje de la Biblia,
los judíos abandonaron su blasfemia previa y solicitaron protección, así que
Jehová le indicó a Moisés que pusiera una serpiente de bronce sobre un asta,
que con su vista serían curados.[2] Tomando esto como un
simbolismo, lo que recomendaba Moisés y los griegos no resultaba tan
antagónicos, según se demuestra en el Caduceo de Hermes por la vara cruzada por
dos serpientes con unas alas en la cúspide, que sigue siendo una representación
de la profesión médica.
Para
resolver este crucigrama, revisando con más detalle la historia de la ciudad de
Delfos, sede del Oráculo famoso, su caverna se atribuía a la acción de una
serpiente colosal que por su tamaño fantástico era capaz de atravesar la tierra
de un golpe. Ese mítico animal los griegos lo llamaron Pitón y había ofendido
al dios Apolo, el flechador solar, pues atacó a su madre y aterrorizaba a la comarca
entera. De inmediato se descubre una relación antagónica entre el Sol tan
elevado y brillante, contrapuesto con un monstruo que produce cavernas y se
esconde en las entrañas oscuras de la Tierra. Para abreviar el relato, Apolo
mató a la gran amenaza Pitón, y los griegos a veces le honraban como “Apolo
Pitius”[3], recordando esa hazaña
mitológica. A su vez, el Oráculo de Delfos era regido por el mismo dios, que
protegía a las bellas artes y la adivinación, entonces las sacerdotisas eran
llamadas Pitias, mujeres dedicadas a ese dios.
A
manera de agregado es interesante notar que el primer esotérico famoso fue
Pitágoras y que la más hermosa narración sobre la amistad incondicional refiere
a los personajes Daimon y Phintias.[4] El origen de esos nombres
también parece referirse al mismo fondo, aunque debería investigarse, pues las
etimología consultadas no ven una relación entre la raíz “Pyth”, con el nombre
griego de Pythagoras.[5] Por su parte, el Phintias
del relato amistoso podría resultar una versión disfrazada y masculina del
adjetivo de las adivinas o del fundador del pitagorismo.
Cuando
mires la extraña escena de la madre de Alejandro Magno jugando con pitones nota
que se basó en referencias históricas, las cuales muestran aspectos sorprendentes
del pasado y son más imaginativas que los guionistas de cine, pues la realidad
suele sobrepasar a la fantasía cuando menos lo esperamos.
NOTAS:
[1] La mostró Plutarco
en sus Vidas paralelas al relatar el
nacimiento de Alejandro Magno, señala que la madre Olimpia practicaba un culto
báquico, que le permitía domesticar temibles serpientes y que su embarazo se
atribuye a un encuentro con el propio dios Zeus, en vez del rey Philipo.
[2] Números: 21-8 “Y
Jehová dijo a Moisés: Hazte una serpiente ardiente, y ponla sobre una asta; y
cualquiera que fuere mordido y mirare a ella, vivirá.”
[3] Remite a Plutarco en Moralia
“Apollo Pythius”, Referencia en http://etimologias.dechile.net/?pito.n
[4] El nombre propio se encuentra como Phintias, Fintias, Pintias,
Pitias, etc. Una narración que
parece provenir desde Arixtógeno un peripatético griego, recopilada por Diodoro
Sículo, Biblioteca histórica X,4,3 y retomada por Jámblico, Vida pitagórica
234-236 y Cicerón, Deberes III, 10, 45. Texto griego de Diódoro Sículo está en http://www.archive.org/stream/diefragmenteder00krangoog#page/n292/mode/2up
[5] La relación entre la
raíz “Phyt” de las adivinas y la de “Agora”, donde la segunda era la plaza
pública utilizada para la discusión, no la he encontrado en referencias
previas, aunque parecería bastante evidente. Si los nombres antiguos con
facilidad son derivados las cualidades de los personajes, este sería un caso
directo.
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