Por
Carlos Valdés Martín
Importancia
del ideario
Sin objetivos no se llega a ningún lado
y éstos comienzan siendo ideas dibujadas en la cabeza. La noción de Idea —Ideal, concepto superior,
alcance de miras— comienza con Platón en el mito de la Caverna.[1] Y esto aplica a lo
colectivo: mientras no se mire el deslumbrante Sol de la verdad se queda atado
y prisionero, mirando sombras y engañado.
En estética el “Ideal” formó un modelo
de belleza que se mostró en esculturas y pinturas a través de los siglos. El
Romanticismo retomó hacia el Ideal sentimental de todos los tiempos que es el
Amor. El Liberalismo descubrió el Ideal en la vida política mediante la triple
consigna Libertad-Igualdad-Fraternidad. El Socialismo (aunque no siempre)[2] le restó un factor a esa
triple ecuación. El “Ideal” de futuro proporciona la meta, el Objetivo de largo
plazo y la finalidad del Progreso.
Liderazgo:
lo hay de dos
Para conectar varias partes resulta
indispensable plantear qué es el liderazgo. Los grupos humanos, por su
complejidad, suelen designar algunos que vayan adelante en los procesos o
merezcan ser seguidos. Hay muchos tipos de liderazgos pero para este espacio
únicamente marcaré dos:
Los creadores de Ideales o de valores,
como indicó el Zaratustra de
Nietzsche, por ejemplo un Cristo o Buda, un Sócrates o Descartes... Trabajan
más con el espíritu y las ideas, dejando que el tiempo milenario dé sus frutos
y su emblema es la paciencia.
Los prácticos que abren la senda por
donde transitan los pueblos, como un Mandela o un Benito Pablo Juárez García. Ellos
son los que procuran convertir el Ideal en acto y materializar los sueños
colectivos.
Cambio
exige Avance y dirección de Progreso
Surge el deseo del Cambio… conforme
observamos que una situación social o individual falla. El segundo problema es
definir la dirección del cambio, para que cada paso sea un Avance y que el
Norte de guía sea el Progreso.
Situación Indeseada = Cambio, luego el
Paso = Avance; Definir la dirección = Progreso.[3]
La posición de Avance nos vuelve Líderes
pues nos colocamos delante de los demás.
El Progreso marca la dirección y la
ruta, por tanto la observamos con cuidado para confirmar que vamos por buen
camino.
Política
indispensable
El
Poder es indispensable porque define el eje del control del cambio y un vértice
regulador. Imaginemos un embudo… el líquido en la superficie gira y se mueve en
círculos, pero una pequeña cantidad de líquido sale en una dirección definida.
El embudo es el que controla esa dirección de salida; regula el Cambio.
Añadamos
la tradicional metáfora de los marinos: el Timón del barco, les agradó a los
griegos, señalando Aristóteles que el gobernante es el timonel.
Todo
y cada uno es un ser político, así lo definió Aristóteles,[4] pues siempre estamos
metidos en una sociedad, aunque pretendamos evitarlo, existe una dimensión
política de nuestros actos individuales.
Se
requiere convertir la debilidad en fortaleza, para no caer en la
impotencia… por eso se ha importado el neologismo de “empoderamiento”, que es
darle más poder al individuo o grupo que ha sufrido marginación o abandono.
Acceder al Poder es crear más capacidad de decisión individual y colectiva.
Colectividad versus individuo ¿la pesadilla de 1984?
Siendo
indispensable el conjunto, se llama socialismo (o comunismo) a la versión que
pone siempre a la colectividad delante y sobre el individuo. La verdad general
de la convivencia, se ha convertido en un exceso al proponer que el individuo
se debe sacrificar permanentemente a la colectividad social. La cristalización
burda de esa versión socialista desaparece
cualquier respeto al individuo, pues se convierte en un sirviente del Estado o
del dirigente o del rey… todas formas de Tiranía.
Si
el individuo va primero —sobre todo sí él es el desposeído, el perseguido, el
extranjero, el extraño, el desadaptado…, entonces la primera preocupación es
ponerle barreras a la colectividad (y a la adversidad abstracta) para que no
abuse por su número contra el individuo y le respete en su ámbito privado.
La
novela 1984 fue escrita por un experimentado escritor y reportero marxista
que se dio cuenta que el abuso de los socialistas y fascistas convertía al
Estado socialista, capitalista y fascista en una pesadilla.[5]
Nación ¿al alza?
La
globalización incluye el sueño de que las naciones están desapareciendo, pero
la realidad es más complicada que una simple desaparición. Así, como el
incremento de los suicidios no hace desaparecer a la población, tampoco las
fusiones de regiones terminan con la base nacional de los Estados.
Por la Soberanía
los estados tienen una base nacional, que a veces está fuera de la vista, pero
de repente, con el Brexit y el nacionalismo de Trump se descubre que el
nacionalismo siempre es un gigante
dormido en las comunidades.
Comparamos
al Nacionalismo con un Punto de Apoyo de Arquímedes; resulta pequeño y hasta
impotente mientras no se le emplee en el sentido correcto. Por ejemplo, en
México 1910 Porfirio Díaz hacía fiestas nacionalistas por el Bicentenario, pero
al pueblo cansado de su dictadura, le parecía un Régimen Afrancesado; por eso los rebeldes al régimen levantaron un nuevo
nacionalismo popular.
Primero el pueblo, no el gobernante
La
democracia incluye la definición que el pueblo va antes que el gobernante, pero
sabemos que el gobernante tiene “la sartén por el mango”. Por eso quienes
sienten gran inquietud por participar suelen ingresar a las filas de algún
partido o grupo afín… sin embargo, ahora lo usual asumir que “los partidos
están en crisis” o “la participación está en crisis”…
El
desprestigio de los políticos ahora es una fuerza casi arrasadora, que se hace
sentir entre la población y afectará los procesos electorales.
Volver
a lo básico es dirigirse hacia el pueblo, base y sustento de cualquier poder.
Clave: el movimiento con vocación
De
hecho ni siquiera nos acordamos del nombre de los partidos que gobernaron en
México, durante el siglo XIX; porque el partido (en cierto sentido) es una
simple camiseta. Lo más importante es la presencia de un movimiento colectivo
vigoroso, bajo el panorama que empuje para solucionar los grandes problemas
nacionales.
Cuando
un movimiento está en proceso de triunfo se coloca la camiseta de partido, de
otra manera el partido a veces resulta una parodia, una ficción legal para
tramitar las votaciones. Resulta fácil que los partidos se enajenen respecto
del ciudadano, en cambio, el prestigio partidista requiere de un esfuerzo
constante de actualización y de conexión con los ciudadanos.
Siglo XX ¿qué prevaleció?
Salto
el siglo XIX porque ahí no se probaron todas las tendencias políticas, pero el
largo siglo XX fue un escenario donde todas las tendencias políticas clásicas
se pusieron a prueba: liberalismo, conservadurismo, socialdemocracia, comunismo
y fascismo. Asimismo, también se pusieron a prueba los parámetros de Estatismo
comunista, Economía mixta y Capitalismo estricto (neoliberal). En el tema
nacional se pusieron en la escena: el Imperialismo, Colonialismo,
Internacionalismo, Globalismo, Nacionalismo y hasta Ultra-Nacionalismo en todas
sus versiones.
A
manera sencilla el gran triunfador del siglo XX fue una mezcla Política de
liberalismo con socialdemocracia, Economía de mixta con capitalista,
Territorial de nacionalismo con globalismo.[6]
Sin
embargo, ahora permea una noción equivocada como si los dilemas del Siglo XXI
obligaran en Política a neo-liberalismo versus neo-marxismo; en Economía a capitalismo salvaje versus Estatismo comunista; en Territorialidad a globalismo versus populismo.
Teoría de la medida y el exceso
En
la política aplica la misma verdad que en la medicina, cuando una proporción
excesiva es más perjudicial que el mal curado. Tómense dos kilos de Aspirina o casi
cualquier medicina con lo que sufrirán un choque metabólico mortal.
Neo-liberalismo
es un Exceso de Mercado; Neo-marxismo es un Exceso de Estado. En consecuencia,
comprendemos de inmediato que el bienestar colectivo e individual depende de
una sabia mezcla entre acción del individuo (funcionamiento de Mercado) con
acción social (función de Estado). Y los grandes temas ecológicos y
funcionamientos políticos están desembocando en esa mezcla como una evidencia
empírica, conforme las grandes potencias antes comunistas se dedican a cultivar
el mercado, según el paradigma de China.
Novedades del siglo XXI en política
Su
carácter mediático está cambiando, desplazándose desde los medios tradicionales
de TV, periódicos y campañas electorales tradicionales hacia nuevos medios como
Redes sociales, incluso ya existen propuestas de wiki-partidos.
Ahora
emergen los nuevos sujetos desde abajo: las mujeres, alter-sexuales, migrantes,
minorías étnicas, minorías de diverso tipo… En especial, el proceso marca un
caótico “adiós” al proletariado y un “hola” al cognitariado (que por principio aparece como un pueblo difuso). Corresponden a esos
nuevos sujetos colectivos también liderazgos alternativos, aunque parecerían
predominar los fantasmas antiguos o ambiguos como el populismo de izquierda y
derecha, acompañados de la irrupción de “Candidaturas ciudadanas” y liderazgos
no convencionales (youtubers, comediantes…). Simultáneamente hay movilizaciones
y situaciones de conflicto fuera de lo electoral; incluso sucede ña caída de
regímenes por movimientos de masas.
Presenciamos
los nuevos objetos de búsqueda social: Objetivos ecológicos; objetivos de
equidad de Género, objetivos de tolerancia sexual; Objetivos de modelos de vida
(descontento con la Sociedad de Consumo o “No-Logo)… acompañados con
regresiones de intolerancia y fundamentalismos religiosos.
Hay
una fuerte contraposición entre los nuevos elementos Caóticos (sin forma) con
los procesos de organización (la llamada Institucionalización u Orden)… el rumor
de un Nuevo Orden Mundial que es el espejo de un gran desorden, donde las
organizaciones internacionales poseen un peso clave.[7]
Fuerza de los movimientos emergentes
La
libertad de movimiento, la frescura y el no traer “compromisos” con un statu quo favoreció a algunos “outsiders” como Evo, Chávez, Macron,
Tspiras, Trump, etc. Esto integra una parte del descrédito masivo de los
políticos tradicionales y hasta una crisis de las élites políticas. El outsider que conecta bien con la mayoría
de su electorado triunfa incluso ante contextos difíciles, pues la gente busca
claridad de mensaje y honestidad, una
accesibilidad que les permita sentir que lograrán justicia.
Los
nuevos liderazgos no comprometidos con el pasado son indispensables en la
renovación continua de las sociedades. Esto no siempre es una ventaja, pues en
cuanto controla las riendas del poder el outsider
puede modificar más radicalmente sus posturas y experimentar sin un rumbo, lo
cual produce fracasos estrepitosos. Sin un rumbo fijo queda la
nación misma y, por más que la globalización económica parece imparable,
emergen nacionalismo o hasta regionalismo disruptivos en la agenda de los outsiders que gobiernan.
El puente entre el Ideario y el poder de Hecho
Las
novedades en el escenario político la están aportando los movimientos de
diferencia, junto con las urgencias ecológicas y las irrupciones
tecnológico-económicas, donde los idearios de las nuevas generaciones se
actualizan y amplifican, las semillas se convierten en actividades. El statu
quo o poder de Hecho en el planeta no es una realidad inalterada, por más que
las inercias graviten hacia un centro o las repeticiones se mantengan de manera
institucional, también operan modificaciones constantes, tal como lo atestigua
la constante variación en los sistemas legales en todos los órdenes. Los
individuos inconformes agrupados en masas parecieran acosar al aparato de
Estado, desde ambos flancos, tanto como irrupciones de nuevos temas, como
vuelta a la normalidad ya sea como democracia o Estado de bienestar. Los
poderes de Hecho conformados en los aparatos de Estado, los grandes capitales,
grandes iglesias y los movimientos de masas ya canalizados (sindicatos,
partidos, regionalismos, nacionalismos…) parecieran las rocas que rompen las
olas de la playa, pero van cambiando su perfil con un ritmo impredecible. Entre
el Ideario de los cambios y la línea de resistencia del statu quo se tienden
puentes que, muy recurrentemente, están marcados por conflictos. El antiguo
héroe romano Horacio Cocles presentó batalla mientras derribaban el puente
sobre el río Tíber, por una defensa desesperada; sin embargo, sus herederos
republicanos fueron los constructores de puentes, llamados pontífices. Ahora la
leyenda de los constructores de puentes adquiere un nuevo sentido para
comunicar los idearios cambiantes frente al statu
quo.
NOTAS:
[2] El propio Marx,
desde el punto de vista filosófico, no aspiraba a reducir ni desaparecer el
factor Libertad, sino a ampliarlo, pues consideraba que la mayoría proletaria
estaba encadenada y que socializar los medios de producción legalmente (ya
socializados de hecho) daría más Libertad a las mayorías. Se equivocó al
subestimar la tiranía del Estado al controlar los medios de producción y no
imaginó la hipótesis de una revolución Fake, que sustituye al proletariado con
el Estado dictatorial. Véase de Marx El
18 Brumaro de Luis Bonaparte, La guerra civil en Francia, etc.
[3] Progreso es la
noción clave de la Ilustración para el Cambio Social, sin embargo, ha sido
calumniada para intentar sustituirla por la mancuerna Revolución-Comunismo.
[5] Una clave literaria
de Orwell es que fusiona características de los sistemas antagónicos en una
única pesadilla integrada.
[6] Para Wallerstein el
triunfador indiscutible fue el liberalismo y lo dice a manera de una crítica
pos-marxista en Después del liberalismo.
[7] O bien, la
superpotencia Norteamérica funciona como organización internacional, lanzándose
a impactar a la distancia o el dólar funciona como moneda mundial.
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