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domingo, 16 de junio de 2019

LA APUESTA DE BLAS PASCAL POR DIOS




Por Carlos Valdés Martín


El contexto de brillantez recuerda que Blas Pascal fue un genio clásico, un talentoso pensador de la Ilustración que desarrolló el análisis de probabilidades numéricas, por eso su argumento sobre Dios se recuerda de una manera curiosa.[1]
En favor de la llamada “existencia de Dios” hay un ingenioso y preciso argumento de este filósofo, quien lo elaboró en términos de una especie de apuesta. Su contenido más que probar una existencia o no de la Divinidad reflexiona sobre lo cerrado que resultan las opciones para un teísta y un ateo siendo que tengan o no razón al final de cuentas. Este argumento se elabora por la correspondencia directa entre “existencia de Dios” y la “inmortalidad del Alma”. Para nuestra tradición judeo-cristiana entre la existencia de Dios y la inmortalidad espiritual hay una identidad incuestionable. Dado tal binomio Dios-Inmortalidad asumido como premisa y en el contexto de un sistema de recompensas en el más allá, el filósofo elaboró un pequeño cuadro mental, que ahora suele representarse de manera gráfica. Si la persona con fe atina recibirá el cielo; pero si está equivocada su alma no es inmortal, entonces recibirá la nada. Si la persona atea acierta en su predicción sobre la inexistencia del más allá, entonces recibirá la nada; pero si está equivocada, bajo el supuesto católico, recibirá el infierno por su impiedad. 


La conclusión inmediata de este cuadro para el inteligente será comportarse como si Dios existiera, motivado por un beneficio propio. La recomendación única que resulta de este cuadro en honor a Blas Pascal es: actúa como si creyeras, no importa que las pruebas científicas no sean concluyentes. Si mueres dentro de una religión saldrás ganando o no sucederá nada, pero si mueres fuera de cualquier religiosidad saldrás perdiendo mucho o no sucederá nada tras la muerte.[2]
Anotemos, este argumento no considera las opciones intermedias o ambiguas a la manera de quien busca creer pero duda, o que cree pero lo hace hipócritamente porque posees pruebas en contrario, por tanto no abarca las dificultades de situaciones intermedias, como lo hace cualquier argumento que abarque generalizaciones universales. Bajo la “apuesta de Pascal” el pensador pragmático encontrará conveniente la religiosidad; quien prefiera obstinarse desafiando las recomendaciones del filósofo, estimará que las “consecuencias” no son una prueba alrededor de las premisas. Si en una mesa de juego hay una combinación que ofrezca el premio más grande, no por ello todos los jugadores optarán por colocar su apuesta en la misma combinación ganadora.
Un argumento interesante surgiría por la psicología del apostador enfermizo, sostén de la millonaria Industria del Juego, mediante la cual quien juega sistemáticamente, por su tendencia inconsciente, se empeña en perder. A esa actitud se le ha puesto el nombre de ludopatía para describirla como una enfermedad psicológica. El ciclo del jugador empedernido implica que las emociones se desbordan, entonces tanto ganar como perder obliga a repetir la actividad. La repetición compulsiva favorece las probabilidades calculadas por la Industria del Juego, y los apostadores compulsivos terminan por perder. Entonces, aunque el ateo encuentre razonable este argumento, no lo aplicará porque está tentado en perder, porque su inconsciente (o una culpa inconsciente) lo empuja hasta perder; asumiendo la figura de la ludopatía, caería en una enfermedad del alma que se complace con la visión del vacío, cual víctima propiciatoria de la Nada.
Para comprender y comportarse bajo la argumentación de “la apuesta de Pascal” bastará conocer las premisas de infinitos beneficios y la conveniencia propia. Según las encuestas mundiales, en todos los países las mayorías se comportan como si reconociera las premisas  de Pascal y ejercieran sus apuestas de manera bastante lógica.[3]
 
NOTAS:

[1] Los apuntes póstumos de Blas Pascal se recompilaron bajo el título de Pensamientos sobre la religión y otros asuntos, en el año 1669.
[2] El texto original en los Pensamientos… de Pascal dice: “Usted tiene dos cosas que perder: la verdad y el bien, y dos cosas que comprometer: su razón y su voluntad, su conocimiento y su bienaventuranza; y su naturaleza posee dos cosas de las que debe huir: el error y la miseria. Su razón no resulta más perjudicada al elegir la una o la otra, puesto que es necesario elegir. Ésta es una cuestión vacía. Pero ¿su bienaventuranza? Vamos a sopesar la ganancia y la pérdida al elegir cruz (de cara o cruz) acerca del hecho de que Dios existe. Tomemos en consideración estos dos casos: si gana, lo gana todo; si pierde, no pierde nada. Apueste a que existe sin dudar.”
[3] Una estimación de 2007 planteó que solamente el 2% de la humanidad es abiertamente atea y el 11% no es practicante activa de ninguna religión, aunque no se manifiesta atea. The World Factbook, editado por la CIA, 2007.

martes, 17 de diciembre de 2013

RESUMEN SOBRE EL EXTRANJERO DE CAMUS



Por Carlos Valdés Martín

El estilo de la novela es fuertemente objetivo, con un tono marcado por expresiones cortas, carentes de adornos y casi desaliñado. Las frases breves al “estilo Azorín”[3] sirven para dar una impresión de puros hechos duros y rudos. La anécdota es descarnada y con un toque de violencia, aunque no se ubica dentro de los géneros negros. Primero la muerte de la madre del protagonista Meursault, quien se comporta frío y esquivo ante el deceso y funeral, diríase que sus emociones quedan anestesiadas. Con trivialidad el protagonista reinicia su trabajo y un amorío baladí con una chica conocida. Después sobreviene una cadena de acontecimientos casuales; ocurre el pleito de un recién conocido suyo, luego en un encuentro siguiente él mata a balazos a un árabe.
El personaje principal, Meursault carga con la narración mostrando el mundo en primera persona, bajo un manto de indiferencia y aislamiento[4]. Desde afuera, en gran medida parece un tipo normal, pero queda marcado por un asesinato casual, el cual —según su justificación— es provocado por un calor agobiante y la facilidad impensada de portar el revolver de un amigo casual[5]. En la otra mitad exterior, el personaje queda marcado por una imagen terrible de insensibilidad, su condición de habitante colonial y por la condena moralina al expresar un ateísmo ingenuo[6]. Una combinación de opiniones exteriores y la torpeza de Meursault para exponer su defensa en tribunal lo empujan hacia la pena de muerte. Este personaje merece el título de anti-héroe porque no manifiesta esa lucha típica contra la adversidad[7], sino una especie de hastío y angustia indiferente ante su castigo; al final, incluso desea que su acosamiento termine en la tumba.

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El estilo descriptivo corto y enérgico, carente de adornos resulta áspero y hasta decepcionante. Contamos con la explicación de que se narra desde un personaje sencillo, por tanto queda bien abandonar el estilo y dejarlo a ras de piso. También está el sello del ímpetu juvenil del autor y una pretensión realista del novelista[8]. Desde esa perspectiva, para convencernos de la verosimilitud, vale bien el recurso de un estilo tan seco. Por si fuera poco esas frases cortas y sin adornos se adaptan a la idea de un ambiente pobre y rodeado por un desierto, que es a la vez natural y humano.
Tampoco se piense que esta es una novela sin técnica narrativa o descriptiva, pero el autor optó por la sobriedad y sobre ese tono se mantiene. De hecho, la sencillez del fondo mediante la austeridad desértica (metafórica y de facto) sirve para resaltar lo esencial de la trama, evita las distracciones.
Merece recordarse la descripción de ambiente saturado de calor antes del asesinato, la cual se distingue por adquirir intensidad poética, en ese sentido ese es el símbolo natural de esta novela: calor agobiante y desértico[9].

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La enajenación recíproca expresada en la distancia y oposición entre personajes se expresa bien en el título. El protagonista es extranjero en su propia tierra colonizada por franceses; ante su madre fallecida hay un abismo; ante el árabe que mata se señala otra distancia; frente a los jueces que lo examinan y arrinconan en la culpabilidad hay otro precipicio[10]también hay otra ajenidad ante el sacerdote que lo presiona alarmado y desesperado porque el personaje es ateo; y, por último, la distancia de la muerte como final insondable.

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En alguna medida, esta novela incluye argumentos de relato policíaco aunque sin la típica investigación sobre hechos, en cambio expone una condena por las apariencias. Lo sucedido es evidente desde el momento en que ocurre, pero la motivación para perdonar o condenar a muerte mantiene una tensión más larga. En el argumento se atisba que la diferencia cultural y de creencias prejuicia a los jueces, sin embargo, tarda en resolverse el veredicto; de hecho la opinión del abogado parece ir en sentido opuesto y espera un fallo favorable. Cualquier relato policíaco se urde entre la ley y el delito, colocando al robo o la muerte como prendas de premio o castigo; en este caso es el sentido mortal lo que atraviesa la narración. La relativa eficacia del aparato de policía, deteniendo con facilidad y encerrando con eficacia, más que un halago significa un reproche por manejar a gentes como simples bultos. La tensión se centra en la decisión del tribunal, con un desenlace contrario a lo que consuela al público con la prevalencia de justicia; aquí importan las apariencias y el prejuicio racial para condenar al protagonista.

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Otro de los temas fundamentales es la facilidad de la muerte y la doble tragedia que implica el asesinato asequible. Primero nos presenta una muerte “natural” por vejez, que se toma sin lamentaciones, como un acontecimiento de la biología. Luego surge el crimen sin sentido, sucedido por una especie de mecánica de situaciones. Meursault ultima a quien no conoce ni siente rencor, es una trivial secuela de un pleito ajeno unida al largo argumento sobre el calor insoportable como motivación.  El personaje parece convencerse que el calor lo empujó al acto extremo y sin sentido de disparar a un extraño, es decir, cree en su irresponsabilidad.
El asesino está condenado a muerte antes de ser atrapado, pero la mecánica del juicio lo lleva hasta la conciencia aguda e inmediata del desenlace[11]. Además del juicio está el argumento filosófico de la mortalidad completa. En este caso se da un matiz filosófico sobre la muerte en la perspectiva del ateísmo, un final sin consuelo religioso. El contraste entre el creyente y el reo es convincente. Esa muerte abismal y sin consuelo resulta terrible. El tema visto en retrospectiva arrastra hacia las discusiones del existencialismo ateo de la posguerra y por eso resultó también una obra oportuna, ofreciendo un argumento para una discusión posterior: anticipaba el temperamento de la literatura francesa de posguerra, tan marcado por Sartre.

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El relato posee un matiz anti-colonial manejado con discreción. Recordemos que la novela se publicó en Francia durante la Guerra Mundial cuando esa nación quedó postrada ante el nazismo. Además Camus fue huérfano, hijo de un francés emigrado a Argelia, así que vivió y se identificó con la condición de pobreza de la población local, aunque desarrolló fuertes raíces intelectuales hacia el país galo. En ese sentido, la obra posee una crítica discreta y eficaz al sistema colonial, con su incomprensión hacia el nativo convertido en extranjero en la propia tierra. También en ese sentido, la novela es anticipatoria pues muy rápido surge el movimiento anticolonial[12] y el nacionalismo argelino logra independizar al país. De ese  modo, la obra se verá como una expresión de los nativos incomprendidos y arrinconados bajo el sistema colonial.

NOTA:




[1] El existencialismo es una corriente filosófica que se distingue a partir de la intervención de Kierkegaard, quien puso en el primer lugar de la filosofía el problema humano, confrontándose con el universalismo de Kant y G.W.F. Hegel, que eran corrientes relevantes en el centro de Europa al inicio del siglo XIX. En la Francia del siglo XX esta corriente adquiere un vuelco, para devenir en más bien atea y materialista. Cf. SARTRE, Jean Paul, El ser y la nada, El existencialismo es un humanismo.
[2] En ese periodo está a punto de triunfar por completo el “principio nacional” al romper el colonialismo europeo como presencia fundamental. Bajo esa nueva perspectiva de nacionalismo duro, entonces el paradigma de nacional-extranjero adquiere una preminencia desconocida en el periodo previo más imperial y dinástico-cosmopolita. Cfr. VALDÉS MARTÍN, Carlos, Las aguas reflejantes, el espejo de la nación.
[3] VIVALDI, Martín, Curso de redacción.
[4] El personaje del individuo aislado para la crítica literaria social de Lukács representa una clave del horizonte del capitalismo. Ese aislamiento le parece al crítico literario que contiene la clave del comportamiento amoral y falto de razonamiento, en otras palabras implica el arribo de la “conciencia cosificada”. Cfr. LUKACS, Georg, Significación actual del realismo crítico.
[5] En la perspectiva existencialista es un gran tema el absurdo de la vida y la ausencia de sentido; frente a ese vacío del mundo exterior, existe una contraparte del vacío interior que justifica la angustia como sentimiento básico de la existencia. Cfr. BIEMEL, Walter, Sartre.
[6] De modo sagaz el relato insinúa que la condena se debe más que nada al efecto de intolerancia religiosa y cultural, pues la pena de muerte resulta un veredicto inusual para los asesinatos.
[7] El héroe es posee una estructura psicológica y fenomenológica, cabría preguntarse por la definición de su figura opuesta, que no es propiamente un villano antagónico. Cfr. CAMPBELL, Joseph, El héroe de mil caras.
[8] Existe una larga tradición de distintos estilos realistas, en el siglo XX se formaron diversos.
[9] El desierto posee una compleja utilidad psicológica y simbólica; por tradición, el desierto permite la irrupción de la visión extraña, conjura espejismos, ángeles o demonios. Cfr. BACHELARD, Gastón, La tierra y los ensueños de la voluntad.
[10] El abismo y la separación es la condición fundamental del personaje, de ahí que la extranjería es separación, por tanto, una manera negativa y fatal de tomar el espacio; en términos posteriores me parece una “desterritorialización”, donde la persona pierde siempre la tierra, aunque esté bajo sus pies. Ningún consuelo o situación le da alguna apropiación al personaje. Cfr. DELEUZE, Gilles y GUATTARI, Felix, Kafka: por una literatura menor.
[11] Cualquier proceso judicial implacable e injusto, en el ámbito literario queda marcado por el hito de Kafka, aunque no sabemos si existió alguna influencia directa, ya que el checoslovaco tardó en ser difundido. KAFKA, Franz, El proceso.
[12] Como evento político cultural, también representa el repudio de los propios franceses a su propio colonialismo, sentido más como problema que como ventaja. Cfr. FANON, Franz, Los condenados de la tierra. “la aristocracia colonialista: no puede concluir su misión retardataria en Argelia sin colonizar primero a los franceses” p. 11.