Por
Carlos Valdés Martín
Las
consecuencias de la física cuántica explicadas En busca del Gato de Schrödinger son variadas y merecen una
reflexión. La visión del realista materialista, ya sea en su versión positivista
o dialéctica se encuentra con varios desafíos. En lo que sigue exponemos un
homenaje al divulgador científico John Gribbin por su aliento para entender
este reto.
Implicaciones filosóficas
El
conjunto de ciencias naturales ha influido fuerte y directamente en la
orientación filosófica de cada época. Los periodos de la filosofía están
ligados al nivel de desarrollo de las ciencias naturales, y la filosofía misma
implica una generalización muy especializada del conocimiento circundante,
contenido en las demás ciencias.[1]
Sin embargo, constantemente, la filosofía tiende a escurrirse por su propia
especialización, propende a encerrarse en el camino de sus antecedentes y así
los filósofos están enredados en discutir lo que los anteriores pensadores plantearon.[2]
En algunos la relación con la investigación de la naturaleza es clara, como nos
lo muestra Descartes al fundamentar su racionalismo, pero en otros la acción
ocurrió a la distancia como con Hegel.
Ahora
bien, la física ocupa un posición central en el edificio de las ciencias ya que
explica la operación básica de la materia; aunque en cierto periodo parecía una
especialidad en cuanto a explicación de movimientos (mecánica) y fuerzas
(electrónica) finalmente explicó las causas de una ciencia clave contigua, al develar
a los elementos químicos, lo cual a su vez, se reveló como clave para la vida por
la operación de los enlaces nucleares (moléculas de ADN). De esa manera fundó
una cadena de conocimientos bien sustentada entre física, química y biología,
por más que el tema de la “vida” posee una densidad filosófica especial.[3]
Dentro
de la física misma, el estudio de lo más pequeño fue tomando cada vez más
importancia, porque los “ladrillos” de formación del edificio natural exigían
ser explicados y eran la clave del edificio mismo. Los temas clásicos como la
palanca y la inercia perdieron interés frente al conocimiento del núcleo de los
átomos y las partículas de luz. En ese sentido, la microfísica está en el
corazón mismo del conocimiento natural del universo; dependiendo del modo en
que se concluya que operan estos seres diminutos también funcionará el conjunto
del universo. De tal modo que microfísica y astrofísica que alían y se
complementan, además se comprueban: lo que vale para el micromundo se corrobora
en el comportamiento estelar.
Dicho
lo anterior surge la premisa y conclusión, de que las bases científicas que se
desprenden del estudio de las micropartículas y su expansión correlativa hacia
el universo, deben afectar la estructura esencial de las concepciones
filosóficas. En ese sentido, las afirmaciones filosóficas que están en evidente
contradicción con los avances de las ciencias deben ser revisadas o simplemente
descartadas. La concepción de Ortega y Gasset del “punto de vista”[4]
como premisa de la construcción filosófica concreta pretendía sostenerse como
correspondencia de la relatividad de Einstein; sin embargo, las implicaciones
sobre la estructura de la realidad misma por la teoría cuántica son más
radicales y asombrosas, que lo ya planteado por el filósofo español para la
relatividad.
Ruptura del principio de objetividad
En
la microfísica cuántica se rompe el principio de la experiencia cotidiana y de
todas las filosofías objetivistas (sean materialistas o idealistas) de que la
realidad está ahí existiendo y subsistiendo con independencia del observador.
La conclusión más alarmante y sorprendente de la experimentación microfísica es
que “Nada es real salvo que sea
observado, y cesa de ser real en cuanto cesa la observación”[5]. El
argumento, tan tajante y lapidario se basa, especialmente, en la observación de
electrones en el famoso experimento de la doble rendija, pero se extiende a
todo el micromundo. Lo que salta a la vista es la importancia descomunal que ha
tomado el término observación, cuando antes suponíamos que cualquier parcela
real (incluida cualquier la partícula) se comportaría igual estuviéramos o no
mirándola, sin embargo la microfísica con experimentos que no sucede así. “Los
electrones resulta que no sólo saben si los dos agujeros están abiertos o no,
sino también si están siendo observados o no, ajustando su comportamiento en
consonancia. No existe un ejemplo más claro de interacción entre el observador
y el experimento. Cuando se intenta observar la onda dispersa del electrón,
ésta se colapsa en una partícula definida; pero si no se la observa mantiene su
carácter (...) Si se detecta el electrón, éste sólo puede estar en un sitio, y
esto modifica la distribución de probabilidad en su evolución posterior, para
este electrón, ahora es posible afirmar a través de qué agujero pasó. Pero
salvo que alguien observe, la naturaleza misma no por qué agujero
pasa el electrón” [6]. “Y
lo que aún es peor, en cuanto se detiene la observación del electrón, o de lo
que sea, éste se desdobla en una nueva colección de partículas fantasmas, cada
una siguiendo su propio camino aleatorio a través del mundo cuántico.”[7].
Puesto lo anterior en los términos que me interesan, el electrón partícula no
existe cuando no se le mira, cuando se le mira está siendo una partícula y como
tal se comporta; al darle la espalda, establece un comportamiento de onda,
disperso y aleatorio, con una trayectoria que no es de partícula sino dispersa,
aleatoria y fantasmal. Lo que existe antes de la observación es un mundo
fantasmal de probabilidades, que si bien tiene sus reglas de operación los
márgenes de incertidumbre para indicar que la realidad que existe ahí son tan
grandes, que también se regresa a un punto muerto: cabe que esté pasando
cualquier cosa. Esto se muestra en ideas tales como que “pueden surgir
partículas de la nada” y esto es textual, por lo que el espacio vacío no es una
estéril extensión sino un “hervidero de partículas virtuales”. Por ejemplo: “Un
electrón aislado no existe, porque puede tomar prestada energía de la relación
de incertidumbre, durante un periodo suficientemente corto de tiempo, y
emplearla en crear un fotón. El problema reside en que, casi tan pronto como el
fotón ha sido creado, tiene que ser reabsorbido por el electrón (...) Es como
si cada electrón estuviera rodeado de una nube de fotones virtuales, que sólo
necesitan de un ligero impulso, un poco de energía del exterior, para escapar
transformándose en un fotón real”[8].
Esto implica la aparición de partículas desde la nada, el caso se generaliza,
así “Ciertas reglas supuestamente válidas tales como la conservación de la
carga eléctrica y el balance entre partículas y antipartículas, originan que no
exista nada que impida la aparición de una colección de partículas de la nada,
su recombinación y la desaparición de todas ellas antes de que el Universo en
general se aperciba de la anormalidad”[9].
La
exigencia del observador en la teoría cuántica cobra tal importancia, que
destrona a la autosustentación de la materia (y con ella la autosustentación de
la totalidad de la material en el universo) de la teoría de la física clásica[10]. En
base a las consecuencias últimas de tal interpretación, “debido a la regresión
infinita de causa y efecto, el universo
entero puede deber su existencia real únicamente al hecho de ser observado por
seres inteligentes”[11].
Aparentemente, Gribbin comete un exceso, pero recordemos que todo está
compuesto por las micropartículas, y ellas nos están dando tremendas sorpresas.
El electrón “sabe” que se le observa, pero no solamente en tiempo presente,
sino asombrosamente, también en una regresión hacia el pasado, así: “Se puede
esperar hasta que (el fotón) los haya atravesado y después decidir si se crea
un experimento en el que el fotón ha ido sólo por un agujero o por los dos a la
vez. En este experimento de elección retardada, algo que se lleva a cabo ahora
tiene una influencia inevitable sobre lo que se puede afirmar sobre el pasado.
La historia, al menos para el fotón, depende de cómo se elija efectuar una
medida”[12].
Sacando una cadena completa de consecuencias, entonces el universo entero se
comprender como un experimento de elección retardada, en el que la existencia
de observadores es lo que confiere carácter de realidad a lo acontecido “desde
el principio de los tiempos” hace quince mil millones de años.
Epílogo a la “ruptura de la objetividad”
Este
paradójico resultado de la teoría cuántica, si bien tiene sus condicionamientos,
también sirve para insistir en que cualquier interpretación anti-subjetiva,
como la representada por el “estructuralismo marxista” de Althusser está en
completa contravención con la ciencia física moderna, y esto a contrapunto de
los desarrollos anteriores.[13]
En base a las premisas de la ciencia física previa,
era inobjetable la objetividad del mundo, entendida como una bien reglamentada
operación de materia y energía, con leyes perfectas e inmutables, que actuaban
completamente libres de los sujetos humanos. En cambio, con las reglas de
incertidumbre y la afectación esencial del mundo por el observador, que llega
al extremo de indicar que la naturaleza no es la misma sin la existencia de sus
observadores, hasta el extremo que se convierte en una entidad fantasmal (las
virtualidades de la onda), la sustentación de un mundo apacible e indiferente a
la existencia de sujetos cae por su propio peso. A partir de tales conceptos
cuánticos, también el sujeto está “sosteniendo” al objeto, al menos en esa
sutil pero esencial parte por medio de la cual la onda se colapsa de su mundo
de probabilidades espectrales para emerger como una partícula, que solamente
hace una cosa a la vez en la realidad. Si bien el objeto no desaparece (el
contra-puesto al sujeto sigue ahí) pero ahora el sujeto emerge con más fuerza;
esta operación de estudio de la ciencia natural es similar a la operada con el
concepto de práctica material, donde la acción de los sujetos constituye su
historia;[14]
ahora también la naturaleza se constituye por el sujeto. Entonces los esfuerzos
por desvanecer al sujeto en la estructura[15]
se revelan como una asimilación (inconsciente) de procesos de enajenación
(pasivización) de los sujetos; proceso enfatiza el nivel pasivo de los sujetos
que ilusiona, creyéndose no-constituyentes de su mundo, sino únicamente
constituidos. Pero si los sujetos exclusivamente son constituidos (pasivos)
entonces su subjetividad sería mera apariencia. Ahora bien, el concepto extremo
opuesto al de objetividad de la naturaleza, por ejemplo propio del empirista
Berkeley, lleva hacia una reducción al absurdo, donde solamente el sujeto del
yo es la existencia eficaz, mientras el objeto-mundo es una evanescencia; al
contrario de esto, evidentemente, la existencia del conocimiento y hasta de la
percepción sensible depende de una contraposición, de un encuentro del sujeto
contra un entorno material que escapa de su control y su capricho.
Gigantescas grietas en la causa-efecto
La
relación de causa efecto es una conquista de la percepción lógica de la
realidad, desde los tiempos de Aristóteles definiendo perfectamente una
relación entre lo que produce y lo que es producido en la sucesión temporal. La
regla de la conservación de la energía (movimiento) manifiesta en la mecánica
es una ampliación de las relaciones causales, además que ciertos fenómenos de
la naturaleza se revelan como irreversibles, por lo que la causa respecto del
efecto manifiesta un sentido temporal preciso desde el pasado hacia el futuro[16].
La
grieta cosmogónica ya la había manifestado el razonamiento puro desde
Aristóteles, porque a cada causa corresponderá una anterior, pero la cuenta de
tiempo nunca es infinita y contada también (es imposible el transcurrir de una
eternidad para llegar al momento presente), por lo que debió haber existido una
primera causa.[17] Por su parte, la teoría del Big Bang lleva
hacia una causa sin causa y a un tiempo antes del tiempo, donde la causa del
universo proviene desde una posible nada no causal, así podría ser que “el
Universo y todo lo que hay en él no sea, ni más ni menos, que una de aquellas
fluctuaciones del vacío que permiten la explosión de grandes cantidades de
partículas a partir de la nada, que tienen un tiempo determinado, que son
reabsorbidas en el vacío”[18].
Aquí basta indicar que el origen del universo, hoy se concibe como un evento no
causal, en el sentido que lo entendemos.
Ahora
bien, como se estaba explicando arriba, si existe una falta de causalidad en el
mero principio del universo, también existe el correlato en la continuidad de
la materia mínima del presente. Como ya se ha estado indicando, desde el vacío
surgen partículas, basta con que el vacío sea “golpeado” con suficiente energía
para que surja un par de partículas opuestas. El físico matemático Dirac estimó
que lo que se entiende por espacio vacío es un océano de electrones de energía
negativa (fantasmas virtuales) y que basta golpear ese océano con suficiente
energía para que se promueva un electrón acompañado por un hueco inverso, el
símil del electrón con carga inversa, el llamado positrón. “Cualquier partícula
puede, en principio, ser producida según el mecanismo de Dirac a partir de la
energía, viniendo siempre acompañada de su correspondiente antipartícula, el
hueco en el mar de energía negativa”[19].
Sin
embargo, la falta de causa en el mundo cuántico está aún más amarrada con los
fenómenos más esenciales. En términos causales ciertas partículas tendrían
vedada la salida del núcleo atómico, porque su fuerza nunca es suficiente para
superar a las fuerzas de atracción de tal núcleo, sin embargo, tomando en
cuenta las definiciones de la incertidumbre cuántica “Durante un corto
intervalo de tiempo, una partícula puede tomar prestada energía de la relación
de incertidumbre, ganando la suficiente como para saltar la barrera de
potencial antes de devolverla. Cuando retorna a su estado propio de energía ya
se encuentra fuera del pozo, alejándose precipitadamente”[20]. En
términos más coloquiales, la partícula no tiene energía propia suficiente para
escapar del pozo, pero por indeterminismo cuántico (sin causa) la partícula
ocasionalmente llega a escapar de su trampa imposible. Curiosa y drásticamente,
para explicar la fusión de átomos dentro del Sol (la fuente de nuestra vida
terrestre) la explicación que es la misma; de acuerdo a los estudios la
temperatura interna del astro permanece ligeramente inferior de la requerida para
fusionar a los átomos, así “la respuesta es que algunos de ellos atraviesan por
efecto túnel (el salto descrito antes) la barrera con una energía ligeramente
inferior a la prevista según la teoría clásica”[21].
La
relación de causa y efecto también implica una relación precisa, de tal modo
que si creemos que esa tal causa está en relación directa con tal objeto
determinado como causa resultante. Sin embargo, la nueva grieta descansa en el
objeto, pues el objeto mismo a estudiar no es preciso, su figura física misma
está alterada en su esencia, de tal manera que imaginarlo como una partícula
precisa es una equivocación. El principio de incertidumbre de Heisenberg no es
una delimitación o falla de los experimentos de observación, la afirmación de
que nunca se conoce simultáneamente la posición y el momento de un electrón no
es una deficiencia de los métodos del observador. La cuestión es más grave: afecta la naturaleza de la material,
pues “lo que el principio de incertidumbre plantea es que, de acuerdo a la ecuación
fundamental de la mecánica cuántica, no
existen cosas tales como un electrón poseyendo simultáneamente un posición
precisa y un momento preciso”[22] . Pascal y Newton creyeron que se lograría
predecir cualquier evento futuro si se conociera la situación y movimiento de
cada partícula en el momento presente; tal predicción está de antemano
frustrada porque no se conocer tal situación ni siquiera de una partícula mínima
en el momento presente, únicamente se conoce el pasado, mientras el futuro está
indeterminado por la situación presente, indeterminado a la manera de una
manifestación de libertad[23].
Por
agregación irrumpe una crisis general de las relaciones de causa-efecto en la
naturaleza. También entra en contradicción con la causalidad el concepto de “acción
a distancia”, porque la causalidad se entiende como relaciones entre objetos
diferentes que interactúan por un mecanismo conocido, pero la acción a
distancia postula que partículas que nacieron juntas están ligadas en “acción a
distancia” sin que exista un mecanismo definido de causalidad.[24]
Para la comprobación de tal hecho se han diseñado los experimentos de
polarización de fotones, que reaccionan unidos a las variaciones del otro sin
que exista una “causa” de esta unidad a distancia, un vínculo de alguna fuerza
física determinada. “Este experimento (de la polarización) indica que las
partículas que una vez estuvieron ligadas por una interacción continúan, en
cierto sentido, siendo partes de un único sistema y que responderán
conjuntamente a interacciones posteriores. Virtualmente todo lo que vemos,
tocamos y sentimos está constituido por colecciones de partículas que han
estado implicadas en interacciones con otras partículas en un pasado remoto, en
el Big Bang”[25].
Recapitulando:
origen cósmico no causal; salidas y regresos de la materia en la nada;
movimientos donde la materia realiza lo imposible, más allá de su causa
suficiente; la incertidumbre (aquí indeterminación) como característica de la
materia misma. En cierta escala macro, y operando con restricciones, parece
operar la vieja relación, pero en su corazón están operando principios que la
contradicen, de tal modo que parecería más apropiado plegarse a las
afirmaciones del empirista Hume que ponía en duda la relación causal aunque se
viera cada mañana que salía el sol por el mismo lugar cada mañana. En términos
de teoría cuántica, también pueden acontecer eventos a-causales en la esfera
macro, como que el agua de un estanque se levantara hacia los aires por efecto
de una reordenación casual de los golpeteos microscópicos de sus átomos. Ahora
bien, ¿qué queda sin la causalidad? o ¿qué
reina entre la causalidad y la casualidad? La respuesta parece ser la misma: la
probabilidad del acontecimiento es lo más fiel a su naturaleza. Por
probabilidad no solamente se debe entender un recuento de eventos con
resultados diferentes, sino que debemos entender la falta de determinación sobre si la partícula escapará del núcleo
o no lo hará, la falta de determinación sobre si el electrón generará un fotón,
el comportamiento dual (onda o partícula) según existe observación o no del
fotón, etc.
Al
mismo tiempo, la probabilidad se complementa con el holismo, la consideración
como un todo, interpretación que está muy de acuerdo con ciertas escuelas
filosóficas, especialmente las dialécticas de Hegel y Marx. En el caso de las
partículas formadas juntas siguen siendo parte
del mismo sistema total, están ligadas instantáneamente, sin importar la
distancia (acción a la distancia).
Curiosa y elegantemente este concepto se aplica a la inercia, que parecería ser
un corolario de la causa-efecto; la inercia considera que un objeto se mueve en
línea recta a velocidad constante mientras otra fuerza no desvíe su camino
(fricción, gravedad, etc.) “La fuerza necesaria para cambiar el movimiento de
un objeto depende de la cantidad de materia que contiene. Pero ¿como sabe el
objeto que se está moviendo con velocidad constante a lo largo de una línea
recta? ¿respecto a qué mide su velocidad? (...) el patrón respecto al cual
parece medirse la inercia es el sistema de referencias usualmente conocido como
el de las estrellas fijas o galaxias distantes. La tierra girando en el
espacio, un péndulo (...) o un átomo, todos ellos saben cuál es la distribución
media de materia en el Universo”[26], las
cosas ocurren como si “cada partícula de cada estrella y galaxia es consciente
de la existencia de todas las demás partículas”[27].
Problema especial: ¿con la física cuántica queda
la interacción en pie?
Si
la relación de causa-efecto se unilateraliza como mera conexión unívoca, entre
un parte y otra para establecer una sucesión, el esquema es limitado, por lo
mismo el materialismo dialéctico de Marx y Engels retomando a Hegel invocó al
concepto de interacción, que perfecciona las relaciones causales por varios
lados: 1) Reciprocidad entre ambos elementos, porque el efecto puede
interactuar con la causa, aunque eso ya se sabía desde hace mucho por cuanto se
dice “a toda acción corresponde una reacción”, lo cual implicaba una
resistencia a la causa o contra-efecto. 2) La circularidad entre ambos, por lo
que el efecto se convierte en causa en movimientos circulares, de ahí la famosa
pregunta ¿qué fue primero el huevo o la gallina?, que indica la circularidad de
ciertos procesos. 3) La remisión multilateral, el resultado es síntesis de
muchas causas, y la aparente causa única lleva a muchos efectos, como decretar
una ley genera muchos efectos sociales, políticos, legales y culturales, etc.[28]
4) La remisión multilateral, finalmente, es remisión hacia la totalidad, por lo
que cada causa y efecto está remitiendo a los demás hasta integrarse en la
totalidad universal, concepto ya adelantado en la interacción. 5) La
interacción incluso engloba el proceso del conocimiento, que parecía quedar
fuera en la causa-efecto que se podía imaginar observada en completa
exterioridad[29].
Con lo anterior se evidencia que la interacción es superior a la causalidad
mecánica, sin embargo, a cierto nivel la causalidad misma está tan erosionada,
que su “nivel superior” también queda corroído. En lo extraño del micromundo emergen
actividades a-causales estrictas (que desde la “nada virtual” se crean y
destruyen) y en ese nivel actúan “libres” por lo que existen fuera de la cadena
de interacciones universales.
Este
principio de partículas que surgen y
se hunden desde la nada y regresan a ella corresponden a la imaginación
mítica y a la arbitrariedad del pensamiento mágico, que comenzó a domesticarse
como el acaso o azar.[30]
Parcialmente, fue canalizado bajo el término azar se acepta la objetividad de lo
aleatorio, jugando a establecer un resultado final desde el enigma pero bajo un
resultado objetivo, sin embargo, lo que se fundamenta cuando se acepta una
a-causalidad estricta son eventos que
surgen sin la existencia de premisas suficientes, el creacionismo más puro.[31]
Este nivel de realidad, tan interesante es el más problemático y debe seguirse
estudiando, tan problemático que ha disgustado a las generaciones posteriores de
científicos. La relación entre el observador y lo visto, no se delimita a una
generalidad de cierta interacción, sino que también toma un tono radical, tan
hondo que pone en duda la mera existencia objetiva de lo visto cuando deja de
ser observado. Aquí el experimentador sería casi un demiurgo más que una causa, como abonando hacia una fenomenología
radical y a un empirismo casi de idealismo subjetivo.[32]
El concepto de interacción emerge más universal y amplio que la “causa”
(favorita del avance científico), pero opera una “suspensión regional” de la
causa que en el resto del pensamiento sigue dominando, hasta que demuestre la
pertinencia de la a-causalidad y de otro tipo de interacciones en los terrenos
que donde no se ha demostrado.
Ley de la conservación de la energía ¿o nada
cambia?
Es
sabido que la ley de conservación de la energía (que pasa de unas formas a
otras pero conserva su cantidad) es básica para la física clásica, y en esos términos
se sigue aceptando como correcta. Partiendo de ello, el positivismo infiere la
legalidad del movimiento eterno de la materia,[33]
si la energía se conserva entonces viene inalterada la masa de movimiento del
universo desde siempre y se conservará, aunque hay que dudar sobre la duración
de los sistemas, pero la materia conserva el aspecto tranquilo de átomos y
movimientos mecánicos. Ahora bien, la aceptación de esta ley de conservación de
la energía en el mundo macro no implica lo mismo a nivel de las
micropartículas. Ahí los problemas son enormes, por ejemplo, “Partiendo de la
ecuación de Schrödinger, la pieza clave de la cocina cuántica, el tratamiento
matemático correcto del electrón conduce a una masa infinita, energía infinita
y carga infinita (...) Se sabe por medidas experimentales directas la masa del
electrón (...) los teóricos eliminan los infinitos de las ecuaciones dividiendo
un infinito entre otro infinito. Matemáticamente, si se divide infinito entre
infinito se puede obtener cualquier resultado, y por eso ellos afirman que el
cociente ha de ser la solución buscada, la masa medida del electrón. Esta
teoría recibe el nombre de renormalización”[34].
Ahora bien, para la teoría cuántica sus ecuaciones conducen a que “la densidad
de energía del espacio vacío es infinita y la renormalización ha de aplicarse
incluso al espacio vacío”[35].
Pero cuando se encuentran la física cuántica y la de relatividad, entonces la
renormalización es una quimera, así la medida misma de la energía desde la
partícula más pequeña queda en duda, y asentado lo anterior ¿qué cantidad de
energía se conserva si ésta es infinita? No hay una respuesta causal, sino una
aproximación estadística. Ahora bien, ligado a lo anterior está la aceptación
teórica y su demostración empírica de que se crean partículas, literalmente a
partir de la nada y su regreso a la misma. Por este lado, queda violentado por
partida doble el principio de conservación de la energía, porque a cada momento
puede haber algo más que “conservar”.
En
los extremos de la situación de la materia es que la ley de conservación de la energía (LCE) termina por trastocarse más
rápidamente. Los agujeros negros ¿conservan intacta la cantidad de energía que atrapan? Realmente es imposible saberlo de
un modo estricto y todo son conjeturas, porque es una simple hipótesis el afirmar
que una compresión gravitacional que no permite la salida prácticamente de ninguna
partícula sea un bote de “conservación de energía”[36]
en el mismo sentido que la fotosíntesis conserva la energía que recibe del sol.
Puesta
en duda la LCE, ésta no garantiza nada de “continuidad del universo” y debemos
recurrir a hipótesis más complejas. A cierta escala la LCE se mantiene, pero en
los extremos desaparece (fade away,
como truco de mago), y basta con que desaparezca en sus extremos una legalidad
de este tipo para que colapse su validez y se convierta en un caso especial,
que requiere explicarse por otra legalidad superior.
Sin
la LCE operando en todo el universo, entonces la dinámica de cambio del
universo, definida en términos de la teoría cuántica aplicada a la cosmogonía,
indica un panorama más radical de lo que pudo vislumbrar Engels en la Dialéctica de la naturaleza y obras
afines, porque en tales escritos se describe el cambio de la materia y su
movimiento (llamado dialéctica), sin embargo, la materia tal como la conocían
(átomos, luz, etc.) y sus leyes de movimiento las considera eternas (sin
principio ni final); así, el cambio de “forma” de materia y movimiento es
perenne pero la materia y su movimiento nunca cambiarían en sí. Por ese lado la
dialéctica material es reduccionismo pues decae en un cambio de cantidad y no
de calidad, en otras palabras hay cambio formal y nunca de contenido en una
escala sin sorpresa. En fin, esa resequedad de la materia y sus leyes quedan
inalteradas y eternas, digamos que la Materia pontifica cual nuevo Dios.[37]
Curiosamente
la física cosmogónica se comporta más radicalmente que quienes presumían de
revolucionarios, esto para ondear la bandera del cambio en el universo.[38]
Al mirar los extremos temporales de la teoría cosmológica, cuando el inicio y
el final (bajo argumentos teóricos) alteraría a la materia misma y sus leyes,
porque el efecto del Big Bang también modificaría a la materia en sus leyes; es
decir, desaparece a los átomos y sus componentes básicos, colapsa a las leyes
básicas de la materia de este universo. Por ejemplo, generando materia sin
espacio ni tiempo; la cual es sustituida por algo, pero esa sustitución resulta
difícil de precisar y sometida a conjeturas. La fase inicial del Big Bang supondría
una situación que donde no hay átomos, electrones, fotones, etc., sino que
“materia y energía” son otras sustancias, y sus leyes de operación son otras,
radicalmente diferentes a las conocidas ahora. En fin, un nacimiento del Cosmos
sin materia ni espacio ni tiempo.
En
este sentido específico, si la dialéctica materialista se concibió como una
ciencia del cambio,[39]
la cosmogonía amplificó esa senda, incluso radicalizando la interpretación de
un universo mutante, donde la pauta del cambio salta de calidad, y esta apuesta
incrementada crece en acuerdo con el “espíritu” de la dialéctica. La apuesta
por más cambios en el origen cósmico por un Big Bang entra en contradicción con
la imagen de un mundo material eterno, con los mismos componentes y leyes
básicas que conocemos, y en ese sentido rebate el sentido más popular de la
“dialéctica”[40],
por lo que otra dialéctica es posible
(una de potencia superior, al cuadrado y con el cambio sobre el cambio).[41]
La nada natural y la filosófica
Si
bien la nada apunta hacia un concepto filosóficamente problemático, incluso
diferente del espacio vacío, para la micro-física surge un reto de interés. La
aparición de partículas que vienen desde la nada en la teoría cuántica y la
visión Big Bang (el Universo venga de una alteración de la nada original)
implican una revaloración de la nada en su sentido filosófico. Por nada debemos
entender, de entrada un vaciamiento, que sería más una aproximación al cero del
ser, tal como lo operamos en las matemáticas de límites que tienden a cero.
Considero preferible la tendencia al cero, porque la efectiva nada se presenta
como una imposibilidad lógica, porque el vaciamiento del concepto mismo, al
final de cuentas, siempre deja algo, siempre esa designación de “nada” es un
algo (un tipo de ser en el extremo de la categoría lógica vacía) que designado con
su nombre. Si la nada aparece aproximándonos a cero o pensando su vaciamiento,
entonces basta con que estemos próximos a la nada, y como mostró Hegel, implica
acercarse al lindero del puro Ser.
El Ser puro como la generalidad universal define
una clave desde la génesis de la filosofía[42]
y a partir de esta generalidad, incluso, que cabe datar el nacimiento del
pensamiento racionalista en la antigua Hélade. El Ser puro se obtiene por la
completa abstracción de cualquier determinación y este abstraer implica negar
por sistema, el camino que nos aproxima al cero; esto define al absoluto, a lo absolutamente
negativo y, transportado al espacio teológico, también sirve para en una
definición de Dios y de la plena libertad[43]. Si
la nada precipitó hacia una definición de la libertad, ésta retomó Sartre para
convertirla en una definición de la esencia humana: el angustiado ser para sí
que contiene a la nada.[44]
Ahora bien, esto implicará en ese existencialismo sartreano que el hombre arrastra
una esencia negativa, por tanto alberga su destructividad.[45]
Dejando
de lado tal discusión, ¿cómo se aproxima la ciencia natural a la nada?
Aparentemente la ciencia natural se aproxima más a una nada empírica, aunque no
al concepto filosófico mismo. Recordemos a los antiguos griegos que ya habían
afirmado que la naturaleza manifiesta un “horror a vacío”[46], y
esta idea de vacío sería una definición más aproximada de nada material. El
vaciamiento de elementos llevará al vacío, sin embargo, aparentemente, todavía
quedaría el espacio y el tiempo como las cualidades contextuales de la materia,
aun cuando nos deshagamos de cualquier objeto particular, por el vaciamiento
quedarían los referentes de espacio y de tiempo (por lo cual Kant suponía que
no eran objetos empíricos, sino categorías de la mente humana, al base de la
percepción misma).[47]
Sin embargo, preguntemos a la cuántica si esperamos liberarnos de esos dos
“objetos generales” que son espacio y tiempo. Al aproximarse a la ausencia de
partículas-ondas en el espacio sideral, la cuántica ofrece paradojas, pues “La
única cosa que la teoría cuántica parece indicar acerca de este olvidado
99.99999...% del universo es que hierve de actividad con su enjambre de
partículas virtuales”[48]. En
efecto, casi la totalidad de universo consta de espacio vacío, literalmente sin
ninguna partícula, y la pequeña partecita del universo que parece ocupada por materia
sólida es la unión distante de partículas energéticamente ligadas sobre un
fondo de espacio. En esa mayor parte espacio vacío, no habitan partículas
efectivas sino “virtuales” (las candidatas a nacer acorde a reglas y
condiciones). Además de servir ocasionalmente para la habitación de tales
partículas y fuerzas, en sí mismo el espacio posee cualidades, como la
determinación de su propia dimensión sujeta a las restricciones de la
relatividad y con cualidades tan extrañas como su expansión paulatina o su
curva por efectos gravitatorios. Por último, otra característica del espacio cuántico
consiste en su dimensión mínima conocida
como la longitud de Plank (de 10 a la menos 35 metros), por debajo de la cual no posee sentido hablar
de longitud, lo cual contradice la hipótesis ordinaria de que el espacio implica
un continuo conde se mueven las
partículas. Incluso vale aceptar que “el conocimiento actual acerca del espacio
vacío es realmente confuso, impreciso, vago e insatisfactorio si se acepta que
todas las partículas materiales pueden no ser más que fragmentos retorcidos del
espacio vacío”[49].
De
ordinario suponemos que cuando faltan la materia y la energía ahí está el
espacio, sin embargo, sentimos que el espacio representa una cualidad de la
materia. Así pensar en un vacío carente de espacio parece difícil, y suponer cualquier
existencia de tal modo que no contenga nada de espacio parece inverosímil. La
microfísica imagina la hipótesis de no espacio, tanto para el origen del
universo (mediante la inversión del argumento relativista de que el universo
está expandiendo su espacio intergaláctico), como para ciertos puntos
“topológicos”, a la manera de agujeros negros: pozos que atrapan toda materia
porque cae en una falta de espacio y así se “desmaterializa”.[50]
El
tiempo, incluso en ausencia del movimiento que es su medida, parece una
cualidad universal, por lo que imaginar una situación sin tiempo parece una
aberración, sin embargo, la física estima que para los fotones (las partículas de luz) no transcurre el tiempo
por virtud del efecto relativista. El efecto relativista indica que el tiempo se
hace más lento conforme se viaja más rápidamente, donde efectiva y
materialmente, el tiempo que transcurre para objetos extremadamente veloces es
más lento que para el resto del universo. En el límite de este efecto
relativista de la velocidad, se deduce hasta la detención completa del cronómetro
para los fotones mismos, que son los objetos más rápidos del universo, que
viajan a la velocidad máxima permitida del universo. El efecto relativista de
reducción del propio cronómetro es tan fuerte a la velocidad del fotón, que el
tiempo se detiene completamente. Así, a los fotones (las abundantes partículas
de luz del universo) en la cuántica se les debe concebir como partículas carentes
de tiempo y no han envejecido desde el Big Bang.
Para
conseguir la nada física habría que eliminar el espacio y el tiempo, con lo
cual se barre con el concepto realista de materia, pero la vía de la paradoja
del estudio natural viaja hasta las condiciones de génesis del universo. La
única situación experimental imaginable que nos aproxima a la ausencia real de
espacio y tiempo sucedería en el Origen, pero ese momento mismo instante fue la
explosión de materia. La paradoja se redondea y cuando encontramos esa
hipotética nada material en su plenitud también revela la plenitud, con su
estallido afirmando su existencia. La extraña suposición de la teoría cuántica
para el espacio vacío que lo define como hervidero de partículas virtuales se
repite con la nada originaria, así el Todo nace con la Nada. A esa
interpretación de física, su correlato filosófico lo anticipó el primer
capítulo de la Lógica de Hegel. Para
este filósofo en el origen está la Idea que se desenvuelve por oposiciones. En
la identidad hegeliana del Origen de la lógica dialéctica, lo primero fue el Ser
como idea máxima de abstracción pero también idéntica con la nada, como
identidad de los primeros contrarios. En Hegel la génesis opera conceptos, las
ideas fueron las creadoras del cosmos; partiendo desde la idea resulta el Todo,
lo cual tendría una implicación teológica y fundamentará su idealismo
filosófico. Al mismo tiempo, sacando otra implicación de esto, la nada es la imagen absoluta de la
libertad porque se ha formado de negarlo todo, pero posee dentro de sí
todas las oposiciones ya consideradas y se separa de ellas, en ese sentido la
libertad particular que conocemos es la
imagen de la libertad que supone la creación del universo, negación de la
nada que brinda el todo, la posición absoluta del universo[51].
Evidentemente, el hegelianismo surgió en el plano especulativo y no por investigación
experimenta, pero sorprende mucho que la cosmogonía científica que aproxime esa
su visión, que en él tuvo el mérito de ser iniciador y ampliar la dialéctica (compañera
del viejo Sócrates) como método para la interpretación global.[52]
Conclusión confrontada consigo misma
Si colocamos
como extremos a la ciencia natural y la filosofía entonces operamos una
interacción, porque en su aislamiento pierden riqueza. Aunque en su soledad la
ciencia natural goza de un prestigio ganado a fuerza de éxitos como palanca
práctica de la tecnología y fuerza productiva del mundo moderno, en su gloriosa
posición pareciera repeler cualquier sistema teórico externo. La legitimidad de
la ciencia natural es celebrada por la práctica, por la respuesta eficaz que a
cada reto ha ofrecido otro sí como respuesta, en ese sentido, la teoría
cuántica sustenta a la química y la microelectrónica, plataformas del avance
técnico del siglo XXI, y por ese lado sería inútil un cuestionamiento, como si
las pruebas de los hecho (the test of the
puding is in the eating... según el dicho inglés) cantaran un coro
abrumador a su favor. Esa es su legitimidad porque corresponde con su objeto y
sobre eso se arma el concepto de verdad, incluso aunque no lo acuerde el coro
de los sabios de la academia[53].
Sin embargo, la teoría cuántica es paradójica y disgusta hasta los mismos teóricos,
que se disgustan como Einstein con los esquemas probabilísticos; por lo mismo,
para consolidarse esta física cuántica empieza a recurrir a las reflexiones
generales, al trasfondo filosófico de su problemática, tal como lo señalan
algunos divulgadores como Gibbrin, Davis y Sagan, incluso la tímida incursión filosófica
de las vacas sagradas como Hawking.[54]
Por
su parte, la filosofía como pensamiento universal de la interpretación parece
una entidad huérfana y dejada atrás debido a la rápida estampida de avances
científicos, por lo mismo deberá confrontarse con el discurso científico, para
“vencer-se o morir-se”, y renacer harta
de alimentarse con las sorpresas de la naturaleza.[55]
El pensamiento siempre requiere colmarse con mundos para salir airoso de la
prueba y un desafío clave es ponerse a la altura de la ciencia de nuestro
tiempo.
La
física cuántica presenta tantos “hechos” desconcertantes y paradójicos que ahora
no hay ninguna filosofía propia y ninguna candidatura alcanza ventajas para
aclamarse como su auténtica vocera. En lo anterior, abordé solamente un
cuarteto de problemas con demasiadas implicaciones: cambio en el concepto de
objetividad (unido al de subjetividad y de realidad), conflictos en la relación
de causa y efecto (con su figura de interacción), la ruptura de la continuidad
de leyes naturales (por el lado de la conservación de la energía y la formación
de partículas) y el tema de la nada (que apunta hacia la génesis del universo
partiendo de la otredad radical).[56]
Cada uno es sumamente complejo en sí mismo, pero también debemos observar su
completa interacción e integración, balance que todavía será tema de otro
estudio. Cada uno de estos problemas altera por sí mismo la visión del mundo y
el sustento filosófico del mismo, como se pudo observar, la comparación con el materialismo
dialéctico resulta muy conflictiva y nos pone en una disyuntiva: alguna de las
dos interpretaciones debe revolucionarse. De antemano sabemos que la física no
puede regresar al siglo XIX, para restaurar una imagen de la naturaleza
material acorde al origen del materialismo dialéctico. El materialismo
dialéctico puede revolucionarse para estar a la altura de la ciencia física,
pero entonces se revolucionará muy hondamente modificando muchas de sus tesis y
hasta cambiando su “sentido común”. Sin embargo, con tal “revolución” teórica
el materialismo dialéctico puede perder la identidad tranquila con su pasado
majestuoso, como un salto de la cantidad en calidad.
[1] FOUCAULT en el periodo
de Las palabras y las cosas, insiste
que la relación es horizontal por eso llama arqueología a su enfoque, asumiendo
que la relación relevante es horizontal; otras visiones son más de sucesión
histórica.
[2] La posición de
Sócrates es reconsiderada o superada en Platón, luego éste por Aristóteles, y
así se suele encontrar como una historia de la filosofía, según los manuales,
por ejemplo, Ramón XIRAU, Introducción a
la historia de la filosofía o el más enciclopédico Frederick COPLESTON en
su Historia de la filosofía, la Historia de la filosofía por la
Editorial Siglo XXI, etc.
[3] De hecho hay
filosofías de la vida, modificaciones para generar un racionalismo vital, como
en ORTEGA Y GASSET en El tema de nuestro
tiempo.
[4] El perspectivismo del
existencialismo raciovitalista de
Ortega y Gasset se vincula con la revolución conceptual que propuso Einstein
con la teoría de la relatividad; reunido en el “yo soy ‘yo y mi circunstancia’”
ORTEGA Y GASSET, La deshumanización del
arte.
[10]En cierto sentido, la idea clásica de la
autosustentación del universo implica la categoría de sustancia y tiene su
corolario en la idea, tan cara a Engels, de que el universo material es un ente
eterno que existe desde siempre, pues siempre se ha autosustentado, de lo
contrario requeriría de un Dios para crearlo. En ENGELS, Anti-Dürhing.
[11]GRIBBIN, John, op cit., p. 185
[13] El marxismo suele
rebajar la ciencia a un efecto ideológico, sin embargo, pretnde un objetivismo
que se desprende de su posición privilegiada, que termina en una paradoja,
véase Los aparatos ideológicos del Estado,
de Louis ALTHUSSER.
[15] Según denota el
término estructuralismo que se atribuye a Althusser, sin embargo, pareciera más
su característica de tal enfoque, el crear una separación de ámbitos. Esa
separación la aclara bien Daniel BELL en sus Las contradicciones culturales del capitalismo.
[16]Debido a que las relaciones causales facilitan
el abuso del determinismo, es que la dialéctica suele objetar los conceptos
causales, especialmente por el lado de las “interacciones” dialécticas
(reversión de causa y efecto), de la remisión a la estructura total del
universo (“la causa de un evento cualquiera no puede ser sino el devenir de la
totalidad del mundo”, LEFEBVRE, p. 229.), y el sostenimiento del azar dentro de
las leyes de la naturaleza. Cf. LEFEBVRE, Henri, Lógica formal, lógica dialéctica. Sin embargo, no se llegó a ver la
profunda crisis que arrastraría el concepto causal en la ciencia natural.
[17] La mitología griega
ofrece su versión al señalar astutamente que los nuevos dioses existen porque
vencieron a Cronos, su padre-tiempo, que los devoraban hasta que una treta lo
derrotó. Así, triunfar sobre el tiempo es el requisito de lo existente,
respecto de lo cual el rayo tonante de Zeus parece representar el ahora que
escapa del abismo del pasado. HESÍODO, Los
trabajos y los días.
[18] GRIBBIN,
John, op cit., p. 241
[19]GRIBBIN, John, op cit., p. 108.
[20] Ibid., p. 112.
[21] Ibid., p. 113
[22] Ibid., p. 136-137
[23]Efectivamente, en la historia de la filosofía
se ha aceptado comúnmente un principio de libertad no causal para el ser humano
o para la divinidad, pero se rechaza completamente para la materia, de tal modo
que se observaba un dualismo, entre materia rígidamente causal y mundo del
espíritu libre (o también mixto causal-libre). El primer antecedente que
conozco de este traslado de la libertad a la naturaleza en sentido materialista
está en HAVERMAN, Dialéctica sin dogma.
[24] Si bien, este concepto
resulta acorde con la noción de sistema, el vínculo de causalidad queda
vulnerado por acciones no-causales desde la distancia.
[25] GRIBBIN,
John, op cit., p. 204. Aparentemente
esta “acción a distancia” contradice la interpretación de Einstein de que el
límite de la velocidad en el universo es la velocidad de la luz, en el sentido
de que acontecen acciones a la distancia “instantáneas” que rebasan ese límite
de velocidad.
[26] GRIBBIN,
John, op cit., p. 204-205
[27] Ibid., p. 205
[28] La multicausalidad
resulta fácil de pronunciar y difícil de cumplir como lo señala SARTRE en su
Prólogo a la Crítica de la razón
dialéctica, quejándose de la “totalización apresurada”, que falsea el
contenido del pensamiento, por ejemplo, intentando una burda noción de
equivalencia entre el dato histórico con su categoría de clases social.
[29]LEFEBVRE, Henri, Lógica formal, lógica dialéctica, p. 228: “la ciencia moderna (...)
supone la acción recíproca de lo medido sobre lo midente y viceversa”
[30] La irrupción desde la
nada y el surgimiento es algo que se anhela y teme desde el pensamiento
primitivo, en lo negativo son fantasmas y apariciones, en lo positivo son
milagros y génesis; con lo cual estamos en el terreno del pensamiento religioso
y el campo de lo estético, según revela Mircea ELIADE en Tratado de historia de las religiones.
[31] En la biología la
religión defendió belicosamente el creacionismo contra el principio triunfante
de la causalidad, por el cual la vida proviene de la vida y no desde un aire o
espíritu que transfiere desde un plano metafísico la vitalidad. BACHELARD La formación del espíritu científico y DE
KUIF, Los cazadores de microbios.
[32] La fenomenología sí
restableció su espacio intelectual en la filosofía del siglo XX, al fundar una
visión propia con Husserl o bien ocupar un gran fragmento del nuevo concepto
como en Sartre y Deleuze.
[33] Bajo esta noción el
positivismo y materialismo son lo mismo, por ejemplo ENGELS Anti-Dühring, por más que sean
contrarios políticos, en Materialismo y
empiriocriticismo de LENIN.
[34] GRIBBIN,
John, op cit., p. 228. Aunque el
numerar infinitos es un gran problema, véase ASIMOV, Cap. 5 Las variedades del
infinito”, en De los números y su
historia.
[35] Ibid., p. 231.
[36] Aunque hay una pequeña
emanación de los agujeros negros, resulta insignificante frente a lo que
atrapa, según el celebrado Stephen HAWKING Historia
del tiempo y su El gran diseño,
esta última incursiona mucho en filosofía sin dominarla en absoluto, en
especial procurando dar una visión escéptica y atea del origen cósmico. Ante el
problema filosófico el último libro emplea un andamio de “realismo dependiente
del modelo” p. 51.
[37] Este argumento lo
encontré por primera vez en los Ensayos
de Jorge CUESTA, poeta del “hombre mineral”.
[38] FOUCAULT plantea una
interesante hipótesis epistemológica para explicar la tendencia hacia una
solución revolucionaria en el pensamiento desde el siglo XIX, la cual considera
próxima a colapsar en Las palabras y las
cosas.
[39] Si bien, Engels
procura materializar más la dialéctica de Hegel, para establecer leyes
materiales inmutables (con la paradoja que implica), también resulta fácil
convertir en esoterismo y volver al espíritu que muta, para convertir la
dialéctica en “leyes del espíritu”, como muestra el Kybalión a fines del siglo XIX, con lo cual se abrazan tres
versiones de la dialéctica: idealista filosófica, materialista filosófica y
esotérica.
[40] La versión de culto de
Estado, hizo la formalización y empobrecimiento de Engels, para redactar los
manuales de “marxismo soviético”, donde la religión del cambio promueve la
parálisis del Estado burocrático. Véase MARCUSE, El marxismo soviético.
[41] En especial, Deleuze
señala que una versión más fenomenológica retoma lo aceptable, pero él critica
ácidamente las pretensiones del formalismo dialéctico, en Lógica del sentido.
[42] El Ser abstracto
también sirvió para fundar y elaborar la Lógica, como la operación básica del
pensar que fundamenta las afirmaciones verdaderas o falseables. Véase LEFEBVRE Lógica formal, lógica dialéctica.
[43]”La forma más alta de la nada por sí sería la
libertad”, HEGEL, G.W.F., Enciclopedia de
la ciencias filosóficas, p. 55.
[45] Esto implica una
antropología pesimista que expuso en esa primera fase, aunque Sartre procuró
compensarla en su siguiente etapa en La
crítica de la razón dialéctica.
[46]Pensando en mecánica de fluidos que invaden las
partes menos densas, evitando la formación de vacíos, pero este proceso tiene
su similitud en termodinámica cuando los sistemas fríos (sin energía
calorífera) son invadidos por los sistemas cálidos.
[48] GRIBBIN,
John, op cit., p. 231
[49] Ibid., p. 233.
[50] La existencia de otros
huecos que no sean los agujeros negros masivos resulta más desconcertante, pero
se maneja como hipótesis. Gibbrin nos habla de “singularidades”, para señalar
esas rupturas radicales del espacio.
[51]Más en general, la física cuántica ofrece una
hipótesis plausible para la sustentación del concepto de libertad desde el
nivel de la naturaleza. Esto ya lo había apuntado Havemann en Dialéctica sin dogma, pero circunscrito
a un caso especial de las partículas, que ni tienen definida previamente su trayectoria,
momento o posición sino cuando se observa y esto solamente de forma parcial. De
forma mucho más radical, Gribbin nos lleva a la conclusión de que las
partículas se comportan de manera indeterminada, saltando ciertas premisas
(aunque rígidamente sometidas a otras) de forma similar a como creemos que actúan
los humanos enfrentado a las circunstancias: libremente. Ahora bien, atribuir
la libertad al nivel elemental de la naturaleza aparenta ser chocante, porque
se supone que la libertad es un atributo superior, propio de seres pensantes o
criaturas divinas; sin embargo, si se cumplen los requisitos estamos en el
terreno apropiado. La objeción de que la proyección de ideas es lo propio de la
praxis humana no es suficiente, porque se puede entender como una libertad que
opera por un mecanismo (proyección de ideas), cuyo contenido previo es la indeterminación de la acción.
[52] A partir, de él se
discute la dialéctica en sí, al descubrir sus potencialidades de un pensamiento
en movimiento perpetuo. Véase Rene SERAU, Hegel
y hegelianismo.
[53] Por más que Lyotard
proporciona un lindo giro sobre la legitimidad de los saberes en su reflexión La condición posmoderna.
[54] Desconozco a detalle
el nivel de colaboración en El gran
diseño, pero se notan algunas incursiones hacia lo filosófico en sus
reflexiones, corresponda más a Leonard MLODINOW, el coautor que a Stephen HAWKING,
la vaca sagrada de la física.
[55] La “crisis” de la
filosofía en el siglo XX y XXI no se atribuye a la ciencia, quizá al exceso de especialídades
y a la falta de paciencia para reunir lo disperso en una unidad, tal como pretende
el pensamiento sistémico, que es otra manera de llamar a la tarea filosófica
desde Aristóteles, quien empezó a abordarlo todo. Cf. FOUCAULT, Las palabras y las cosas.
[56] La otredad es un tema
del tránsito filosófico de la segunda mitad del siglo XX y que interesa mucho
en el nuevo siglo, apuntado des varios frentes como Levinas, Derrida, Agamben…
1 comentario:
Apenas leí una parte, lo continuo y te daré mi opinión final; dos dudas, 1.- quizr entrar a los números con corchete pero no puedo. 2.- sugiero agregarle bibliografía o referencias para profundizar. 2
3.- En el mundo de los blog yo partiría el documentos como en 10 partes. Que podrían quedar dentro del mismo blog, en apartados diferentes, los que vemos blogs leemos el equivalente de 2, 3 max 4 hojas y pasamos a otra cosa, sugiero alijerar el artículo patiendolo en partes. Saludos MVH Carlos y Lucy.
Desde Xochimilco Tenyotimani, su hermano Miguel A. Rivera,
Felicitaciones por el material
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