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martes, 23 de junio de 2020

SIMBOLOS DE LOS DOCE TRABAJOS DE HERCULES





Por Carlos Valdés Martín

El héroe legendario más admirado por los griegos se interpreta por sus famosos trabajos, el motor de la trama es que sufre una interminable persecución por celos de la diosa Hera, la esposa de Zeus. Hércules (su nombre más conocido y llamado Heracles entre los griegos) era hijo de Zeus y fruto de un amorío ilícito con una mortal de nombre Alcmena. Esta venganza de la madre de los dioses significa una dolorosa caída para el héroe, quien es enloquecido temporalmente, por lo que mata a tres hijos propios y a dos hijos de su hermano. Al recobrar la conciencia Hércules busca una expiación, y por resolución de la pitonisa de Delfos queda obligado a la vía dolorosa. Para expiar su culpa se pone a las órdenes de quien él más detesta, el rey Euristeo de Tirinto y Micenas. Este rey le encomienda enormes trabajos y hazañas increíbles para expiar la culpa.
Estas aventuras heroicas denotan un contenido simbólico que se transluce en cada uno de sus pasajes. En la narración se observa su relación con las constelaciones estelares, su relación con otras mitologías y con las costumbres de los griegos. Este conjunto permite un claro panorama para interpretar símbolos escondidos en esta leyenda.
Al parecer la primera compilación completa de estas aventuras existió en un poema épico perdido del siglo VII a. de C. Luego se expandió la leyenda y aparece de modo fragmentario en muchos relatos, así que no existe una fuente única. La mayoría de relatos comienzan con el León de Nemea y terminan con el descenso al Hades, aunque hay variaciones sobre el orden de los relatos.


León de Nemea

El primer trabajo que recibe en encomienda de expiación es atrapar a este león mítico de fuerza increíble, que aterra a la región pero es invulnerable a las armas. Por una lucha descomunal, el héroe deja las armas de lado pues este animal es invulnerable y, como medio de triunfo, asfixia al león con sus propios brazos, siendo la fuerza directa que doblega a la bestia. Para desollar la piel debe usar las propias garras del león para abrirlo. El relato, pues, empieza con la fuerza, como pura fuerza desnuda, como potencia del brazo. El mismo león simboliza la fuerza, y veremos como se repite en los símbolos de las dinastías y en los arcanos mayores. La carta del Tarot muestra a una virgen que domina directamente al león. En el animal está la fuerza física pura, y dentro del héroe emerge otra potencia, que se califica como la voluntad. La voluntad semeja a la fuerza misma, porque Hércules es fuertísimo, pero estamos en el inicio del camino, y observamos el primer paso de un viaje larguísimo. Por lo mismo prefiero interpretar esta fuerza como la humana que parece física, pero señala a otra potencia, por la decisión de cumplir con el Oráculo de Delfos, que interpreto como asumir completamente el designio oscuro del alma. El alma decide y la voluntad ejecuta, por lo que se convierte en fuerza terrenal, es el paso de la oscuridad subjetiva hasta la claridad de los hechos.
Al derrotar al león cumple el designo de una contra-violencia, que neutraliza a la naturaleza hostil y da tranquilidad a los lugareños.[1] Luego Hércules se viste con su piel y hace un casco con sus quijadas, el trofeo simboliza el mundo material que ha sido doblegado por la determinación del héroe, y además tal vestidura se creía invulnerable ante los ataques. Esto significa que la voluntad se viste con la piel de la materia y tal fuerza física es indispensable para ser eficaz, saltando desde la intención hasta el acto.[2] De hecho, Hércules siempre será un emblema de héroe de la fuerza material, él mismo se coloca como el emblema de la fortaleza, virtud cardinal para los griegos, mientras que Odiseo (Ulises para los romanos) representa la efectividad de la inteligencia, mediante la astucia o ingenio superando al “brazo desnudo”.

La Hidra

Este dragón serpiente llamado Hidra nos recuerda a la sexualidad, con su vitalidad renovada y su disposición a renacer cada vez que presumimos haberla derrotado en definitiva.[3] Las tentativas para castrar estas cabezas de serpiente son siempre inútiles, y donde se cortó una nacen dos. La alquimia de un fuego contra fuego resulta ser la única solución, y las cabezas cortadas son cauterizadas con fuego, para derrotar a esta bestia. Esta Hidra representa una pasión pura, desbocada animalidad que devora al cuerpo y alma, sin sentido y sin medida. La lucha parece perdida, porque esta necesidad (ansiedad, pasión, vicio) se reproduce sin descanso, y las tentativas para ahogarla caen en un vacío, y la ansiedad resultaría cada día mayor. Precisamente pareciera corresponder con la estructura de ciertos vicios, que van aumentando como bola de nieve, hasta devorar a su víctima.
El héroe posee el arrojo para enfrentarse a esta fatalidad y esta batalla empieza con cierta torpeza, simplemente enfrentando al enemigo. En algunos relatos se agrega al cangrejo para distraer al paladín, que discretamente le muerde un pie. Ante el fallo de las primeras tentativas viene la experiencia y el consejo, los cuales llevan rápidamente a una solución más ingeniosa. El ingenio de usar el elemento más volátil, para combatir mediante el fuego y si la comparación resulta certera, entonces es un “fuego contra fuego”, pues deseo es simbolizado por tal elemento. El empleo del fuego señala un indicio de trasmutación y de purificación en el relato. Sin embargo, Hércules había sido ayudado por su amigo Yolao, y entonces el rey no le contabiliza este trabajo.
Los antiguos griegos definieron una constelación de la Hidra, junto a la del cangrejo. Por lo mismo, para dar un redondeo zodiacal a la narración, a veces aparece un cangrejo perturbando a Hércules mientras cumple su ataque contra la Hidra.

La Cierva Cerinia

Sin variación los enfrentamientos del héroe lo confrontan con bestias, lo cual nos indica la importancia del animal como espejo de imaginación para los griegos. Aquí pasamos a un enfrentamiento más sutil, porque la tarea es traer a la Cierva sin derramar gota de sangre, ya que es un animal sagrado, y sería una afrenta lastimarla. La leyenda habla de una larga persecución, y finalmente una argucia: una violencia que está en la frontera de la no violencia. Mediante un flechazo se atraviesan las patas del animal entre el tendón y el hueso sin lastimar, sin que se derrame la sangre sagrada. La captura resulta limpia, pero al filo de la navaja, solamente creíble en el ambiente legendario. Una vez lograda la hazaña se debe restituir a la cierva a sus bosques protectores.
Este animal, sin duda, represente una manifestación no violenta, una naturaleza indomable, pero que no se observa agresiva. Nos trasladamos de las agresiones del león y de la Hidra, para perseguir al animal veloz, al inalcanzable. Resulta la astucia unida a la habilidad, tan admiradas por los griegos, como factor esencial que resuelve el enigma.


El jabalí y la secuela de los Centauros

La caza de un gran jabalí no parece tan impresionante después de haber derrotado al León, la Hidra y de capturar a la Cierva. Para enriquecer este relato y volverlo más complejo e interesante aparece una narrativa lateral de luchas y alianzas con Centauros. Estos seres presentan una simbiosis perfecta entre humanos y animales, incluso como más virtuosos que el zoón politikón. En especial a Quirión lo reconocieron como un posible padre adoptivo de Hércules o como un civilizador de la primera humanidad. No es extraño que en las leyendas se aceptara a los caballos como agentes civilizadores y como emblemas del tránsito hacia la cultura, siendo un elemento clave para la ganadería, la agricultura y la guerra entre esos pueblos. En varios momentos, Hércules combate contra algunos Centauros y siempre los derrota, sucediendo que derrame su sangre, lo cual se consideró sacrílego.
Al gran jabalí, el paladín lo acosa entre los bosques, lo acorrala y logra encadenarlo para llevarlo vivo en presencia del rey, provocando los mayores temores del mismo a quien sirve.  

Establos de Augías

Entre los antiguos griegos el trabajo ordinario quedaba despreciado, asignándose a los esclavos; bajo tal óptica ¿cómo provocaría la risa encargarle a un héroe limpiar estiércol del establo más grande del país? Esta tarea se relaciona directamente con una fuerza natural que es controlada en los ríos. Aquí ya estamos a medio camino hacia el estricto trabajo, porque los cauces advierten el triunfo sobre las formas naturales crudas. Todas las hazañas anteriores estaban directamente ligadas a las operaciones de cacería, forma de vida previa, que ya estaba relegada entre los griegos, en cambio la agricultura y ganadería eran ya sustento esencial de ese pueblo. Ciertamente, los griegos no construyeron las grandes obras hidráulicas como los Egipcios o los romanos, pero tenían los elementos suficientes para realizarlas, simplemente su geografía no favorecía ese tipo de actividades. Aquí estamos ante el ingenio como la virtud para convertir naturaleza hostil en un beneficio.[4]
La limpieza de enormes establos ocurre de manera sorprendente y evitando la humillación del paladín, pues la efectúa desviando dos ríos. Los caudales por su ímpetu arrastran todas las inmundicias de los establos. Lograda esa faena tampoco hay un final feliz, pues es desconocida por su patrono y, además el beneficiario el rey Augías se niega a pagarle.
Respecto de esta aventura, también existe una correlación interesante, ya que los griegos asociaban al Sol con un carro de caballos, entonces este pasaje es un fragmento que muestra la devoción al Sol, personificado en el dios civilizador, Apolo, patrono del conocimiento y las artes.
Un complemento usual de este relato es que Hércules termina vengándose militarmente del rey Augias, al derrotarlo aliado con los vecinos. Luego de esa acción militar, el paladín busca el apaciguamiento de los pueblos y en el relato se establecen los Juegos Olímpicos, como una reconciliación entre los griegos.

Aves del lago Estínfalo

Siendo las aves tan admiradas como animal emblemático de los dioses, también surgen situaciones inversas, cuando los pájaros son partícipes del “mal agüero” o las alas están en seres ominosos como las Erinas. Aquí, el relato nos refiere a unas aves agresivas, con picos de bronce y de excremento venenoso, que causan la ruina de una región entera.
La alusión al concepto clásico de los elementos sería incompleta si no tenemos en cuenta al aire. En estas aventuras, regularmente, son los animales los emblemas de cada situación, así, que las aves son la referencia obligada al aire. A través de la cacería de estas aves la leyenda indica que Hércules se ha convertido en señor de los aires, dominador del elemento aéreo, el que encontramos en los pulmones.
Surge una dificultad básica, pues las flechas infalibles del paladín resultan insuficientes para cazar a todas las aves y su tarea está en riesgo. En favor del personaje, vuelve a sonreírle una divinidad, en este caso Atenea, que le entrega un cascabel que con su sonido provoca la huida definitiva de los pájaros fuera de las regiones griegas.

El toro de Creta

Creta y la ciudad de Minos fueron centros originarios de la cultura griega, por lo que esta leyenda de Hércules se refiere a las raíces de este pueblo. Esa primera cultura llamada minoica, estuvo asociada a rituales relacionados con los toros, que fueron el símbolo reconocido de esa zona. También existe una referencia que los relaciona con el toro del zodiaco, como el periodo previo que se había eclipsado, pues por calendario los minoicos de creta correspondían a la época del toro, que había cedido paso al símbolo del carnero. Como existencia real, el ganado vacuno representaba tanto la vida pastoril como el inicio de la agricultura, que se imponía con el uso de un arado, jalado por la tracción del animal. Asimismo, el toro de creta era símbolo de la ferocidad y de la unión entre los humanos y los animales, como indicando que todos emanamos desde una animalidad reciente. En la leyenda la hija del rey ama viciosamente al gran toro, y de esa pasión resulta un mino-tauro, entidad mixta con el toro, una quimera “humanimal”.
La tarea del Hércules consiste en capturar al toro de los Cretenses y retenerlo cautivo, lo cual simboliza el control sobre las tierras cultivadas. Una parte de esta leyenda que importa consiste en que el héroe no mata al toro, sino que solamente lo captura y somete, entregándolo para su cautiverio y custodia, ya que un rey mantenía intenciones de venganza sobre el animal.[5]

Las yeguas antropófagas

Aquí nos encontramos con el terreno de la perversión, porque, animales herbívoros, las yeguas han sido convertidas en carnívoros y enemigos de la gente. El principio de la naturaleza amigable, con su acento femenino, se ha trocado en una naturaleza amenazante. Algunas otras narraciones griegas señalan la repugnancia ante la antropofagia,[6] en este caso disfrazada, bajo la figura equina. Aquí el héroe va a corregir la naturaleza y devolver a las yeguas a su mansedumbre elogiada como cualidad femenina. El tema está directamente ligado con las amazonas, las mujeres guerreras.

Cinturón de Hipólita reina de las amazonas

Ahora Hércules es encargado de traer un signo de victoria perteneciente a la reina de las mujeres guerreras, de legendaria estirpe. En la anécdota, se dice que la reina está dispuesta a ceder voluntariamente su cinturón para entregarlo, pero la cita es rota por un azar, pues las súbditas suponen que ella es atacada y el héroe conjetura que le tendieron una trampa. Así, que el encuentro termina en una refriega, que gana el varón. El cinturón, por cierto solamente trae una evocación de la feminidad doblegada, y la derrota de las mujeres, indica que el monopolio de la violencia debe recaer en el género masculino. Muchas de las leyendas antiguas nos indican que las mujeres están muy subordinadas, que el cambio de papeles implica un error o hasta riesgo, que sólo por excepción y emergencia se acepta. Es un discurso recurrente, y la figura de las amazonas por eso es memorable, porque eran doncellas dedicadas a la más masculina de las profesiones, a la actividad mortal, donde se indica secretamente que el sexo masculino implica un excedente de la naturaleza y por eso arriesga su muerte.[7]
Siendo Hércules un héroe, él nunca actúa simple y burdamente matando, sino que debería existir una reconciliación con el sexo femenino, y esa parece ser la función de una secuela en Troya, donde Hércules salva a Hesíone de un monstruo marino. Salvar doncellas en peligro eso representa una reconciliación clásica, un modelo que se sigue repitiendo por los siglos de los siglos, sin que cambie la anécdota esencial; varían los personajes y los monstruos, pero la esencia se repite, la mujer a merced del monstruo finaliza salvada por el caballero desinteresado, quien arriesga su vida para rescatarla.

Vacas de Gerión

La búsqueda de unas escurridizas vacas pastoreadas por gigantes, pareciera no agregar demasiado a estos famosos trabajos. Al menos hay una revelación importante que simboliza esta anécdota, pues revela un accidente geográfico ligado a este héroe, llamado las columnas de Hércules, el también nombrado Peñón de Gibraltar, que indica el estrecho paso entre el Mediterráneo y el Atlántico. Cualquier columna arquitectónica de forma directa evoca la representación de la firmeza y lo elevado. De hecho los griegos tuvieron una gran devoción a esta forma arquitectónica, que fue el eje de sus construcciones clásicas, que proporcionaban la seguridad y belleza a sus edificios. Entonces el héroe indica que la separación entre ese mundo y su frontera está sustentada en dos columnas, como lo recomendara también el cabalismo, pues así se representa al cuerpo en el Árbol de la Vida. Anotamos que esta es la última aventura de Hércules antes de adentrarse en los terrenos escabrosos de lo celestial y lo infernal, los trasmundos. Aquí solamente nos indica los confines de las tierras conocidas por los griegos, porque más allá del Atlántico el océano era insalvable.

Manzanas de oro del jardín de las Hespérides

En un confín todavía más lejano se encontraba el jardín de unas ninfas llamado de Hespérides, que ellas corresponden con el atardecer, como hijas del ocaso, y además se daba ese nombre a las islas al oeste de Europa como las Canarias, etc. Ya para coronar sus hazañas Hércules primero atrapa a Nereo, ser que metamorfosea a voluntad, personificación del engaño y lo obliga a revelar el lugar donde se encuentran las manzanas sagradas. Estas manzanas corresponden más a entidades simbólicas, y nos evocan una especie de círculos de la energía primordial, asociadas al árbol primigenio, posiblemente algún concepto de eje del cosmos. A estas manzanas se les atribuía un don de inmortalidad para quien las comiera. Su existencia recuerda los mitos del paraíso y otros similares. Este árbol sagrado pertenecía a la diosa de la Tierra, como Hera o Gea, así que es la esencia terrestre lo que brindan esos frutos. Además en alguna versión fue el gigante Atlas quien previamente cultivó ese jardín, y por eso cosechaba las manzanas mágicas sin problemas.
En una de las versiones más populares, la recuperación de las manzanas requiere de la colaboración con Atlas, el titán que sostiene al planeta completo o bien a la bóveda celeste. Estamos en un terreno extremadamente simbólico, ya que el sostén  mismo del mundo o cielo es quien da acceso a las preciosas manzanas. El gigante Atlas accede a cumplir por Hércules la hazaña de cosechar, pero éste a cambio sostendrá al planeta mientras tanto.
De forma regular un dragón terrible protege el árbol de las manzanas de oro, y es vencido por el gigante o por el héroe según sea la narración. En caso de que fuera Atlas liberado, él está tan contento sin cargar el mundo, que ya no desea volver a su posición, pero Hércules utiliza esa facultad tan estimada de los griegos, que es el recurso del engaño. Convencer a Atlas de que simplemente le acomode bien la carga para quedarse a sostenerla, y cuando el gigante lo está haciendo, Hércules maniobra para volver a dejar el mundo o el cielo sobre las espaldas del gigante.
En el relato, el héroe triunfador entrega las manzanas mágicas, pero después los dioses regresan esos frutos sagrados a su sitio original porque no pertenecen al ámbito terrenal. Esta historia aborda una especie de ascensión celeste, para abrevar de las fuentes del poder mismo y la trasmutación en divinidad. Una metáfora típica indica que el material de oro representa la energía pura, la fuente de la existencia en el universo, cuyo beneficio es alcanzar la inmortalidad.

Cerbero y el Hades

En el último trabajo Hércules debe dominar al Cerbero, el perro de tres cabezas y cola de serpiente, guardián del Hades reino del inframundo. Antes de este último trabajo, el héroe acude a Eleusis el santuario famoso donde es iniciado en los Misterios mayores, y purificado por las víctimas sacrílegas, como las que causó a unos Centauros. Resulta significativo, que hasta el final del ciclo el héroe resulte iniciado en los Misterios más famosos de los griegos y empiece a abrevar las ciencias secretas del espíritu. El dominar la muerte aquí se relaciona de manera directa con el inicio de los Misterios de Eleusis. La purificación e iniciación son importantes, porque el Hades es el mundo de los muertos, y esto significa que el héroe se prepara para morir y después de ello seguir viviendo. En efecto los griegos creían en la ruta de la reencarnación, tal como lo ilustra Platón.[8]
Al bajar al Hades rescata a Teseo, otro importante héroe, atrapado ahí en búsqueda de su amada, pero es al único personaje que puede salvar en esta aventura.[9] El dios reinante en la región de los muertos es Plutón, quien autoriza a Hércules para llevarse temporalmente a Cerbero si lo domina sin uso de armas. Como si fuera un círculo, recordando su primer hazaña, de nuevo usa una fuerza desnuda, ahora para dominar el camino de los muertos y poder regresar.

 

El círculo de los doce trabajos

El doce se utilizó, en varios pueblos antiguos, para indicar cantidades completas, como un ciclo cerrado. Incluso se acostumbraba a contar por docenas, y se estimaba que fenómenos cerrados poseían doce partes ni una más ni una menos: como las horas del día, los meses del año y las partes del cielo que corresponden al zodiaco. Por lo mismo, estos trabajos representan una serie cerrada y completa, que bastaba indicar el número doce para asumir que el viaje estaba completo. De hecho, en la narración ya no existe ningún lugar más al cual adentrarse, ya se han visitado las diferentes regiones, entre las últimas las celestiales y las del inframundo. Los diferentes animales monstruosos derrotados indican los elementos dominados. La polaridad entre hombres y mujeres también queda controlada. Así, el héroe se ha impuesto sobre el conjunto de elementos, potencias, etc. Los símbolos de estos trabajos también nos relacionan con los misterios y las formas de abordar la vida por los antiguos, de tal forma que las potencias esenciales de ese pueblo son las que se ponen en juego, y triunfan en todos los terrenos. En especial, se ha relacionado esta leyenda con la interpretación del zodiaco entre los griegos, que marcaría la relación entre el cielo y la tierra, la intersección entre las fuerzas sutiles y el destino personal ejemplificada por el héroe más afamado entre los griegos.

NOTAS:

[1] La justificación del guerrero heroico está en esa utilidad evidente de la contra-violencia que salva a la comarca y la vuelve más seguro. La praxis potencialmente violenta, por esta vía es redimida desde el principio.
[2] La ética kantiana queda contrapuesta y vulnerada desde el sentido común de esta leyenda: la intención solamente importa exteriorizada. La “buena intención” requiere cumplir todas las manifestaciones hasta expiar su culpa, que es su encierro interior.
[3] Campell le da otro matiz a la Hidra, al relacionarla con el Ego, como la falsa individualidad que debe atravesar cualquier desafío y se resiste a desaparecer, renaciendo duplicado. El héroe de las mil caras, p. 67.
[4] Los historiadores siempre se han sorprendido y puesto énfasis en tal rechazo de los antiguos griegos contra el trabajo material, que esterilizó sus grandes logros del pensamiento, cuando evitaban aplicarlos en la práctica, delimitándolos a chispazos de ingenio o artefactos militares. Cf. Anderson, Transiciones de la Antigüedad al Feudalismo.
[5] La leyenda más afamada sobre Minotauro corresponde a Perseo, quien auxiliado por el hilo de Ariadna resuelve el laberinto, fabricado por Dédalo.
[6] En algunos pasajes de la Odisea se insinúa ese tabú, ya sea que los gigantes van a comerse a los marineros, o bien que al pasar hacia especies distintas, los marineros hechizados por Circe se convertirían en banquetes, pues ¿qué destino tendrían los cerdos?
[7] Al teorizar sobre las leyes del exceso de población, en Korsch, Escritos políticos.
[8] República, capítulo X.
[9] Varios mitos recuerdan la oportunidad para descender al Hades, así como la dificultad para escapar de él, como sucede con Orfeo o Sísifo.

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