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sábado, 14 de mayo de 2022

LOS CACOS DEL TIEMPO PERDIDO

 



 

Por Carlos Valdés Martín

 

Reloj no marques las horas porque voy a enloquecer… El reloj, Roberto Cantoral

 

Esos personajes están ocultos en cada calle de la Ciudad y hasta en las carreteras despobladas, a cada momento se esconden entre avenidas, callejones, pistas, cruces, semáforos... Porque el robo de tiempo es sistemático y universal, a veces, se descaran, ya que no se conforman con que cada persona posea su propia procrastinación, sino que ellos —los auténticos ladrones de Cronos— se regodean quitándonos lo más valiosos: el momento presente.  Una representación literaria de estos “ladrones del tiempo” está en la novela, Momo, con unos personajes de gris, quienes conspiran para provocar una prisa que termina siendo un robo de las “hojas muertas” del tiempo. Sin embargo, a veces, la realidad supera a la ficción.

Antiurbanistas

Como la realidad supera a la ficción, al entrar en la época posmoderna esos personajes anti-urbanistas (normalmente llamados con términos más ordinarios como urbanistas[1]) han logrado promover el estrangulamiento de la movilidad urbana. En muchos países, desde que se puso de moda la “movilidad urbana”, esta palabra implica una neo-habla al estilo de la novela distópica de Orwell, lo cual implica que la “movilidad” significa la inmovilidad urbana.[2]

Durante décadas el afán predominante y oculto de esos urbanistas de la inmovilidad ha sido provocar más lentitud y dificultad en los desplazamientos, para compensarla con ironía mediante con pasos a desnivel, vías elevadas, carriles confinados, vialidades privatizadas o restringidas, carriles alternos para ciclovías, banquetas “orejonas”, topes o desniveles de las vías, etc. La totalidad de las acciones de remodelación urbana son bajo las ilusiones de mejorar vialidades, hacerlas más fluidas, embellecer el espacio urbano y cuidar la ecología, sin embargo, los ladrones del tiempo son más astutos, por lo que terminan haciendo de las suyas, al menos ellos ganan en CDMX y otras megalópolis.

El resultado habitual es que los desplazamientos urbanos resultan cada vez más lentos, paso a paso, hasta que la parálisis resulta tan aguda, que las autoridades toman alguna medida para aliviar el caos urbano. Al límite de la asfixia llega un alivio transitorio y se reinicia el ciclo.

Ejemplo de hoy

Esta debería ser una súper-carretera, una vía de acceso entre las grandes ciudades, aunque hoy se ha paralizado durante horas.

La autopista está paralizada y la existencia de los conductores cae en parálisis. Como señaló una vez Julio Cortázar en lo que creí un exceso de ficción sobre la autopista paralizada;[3] ahora lo vivo. Las letras se han convertido realidad. Esta es la autopista México-Querétaro y ha vuelto la parálisis absoluta. Los más astutos han tomado una desviación que los llevará hacia una ciudad desconocida, en un rodeo de varias horas par finalmente llegar a la capital. Para quien escribe la única opción es esperar, y la tardanza termina en el amanecer del día siguiente. La parálisis vehicular se desvanece tras muchas horas de espera.

Los cacos del tiempo ya no se conforman con hurtar segundos del bolsillo, ni con robar minutos de la cartera, ahora saquean las horas completas, sin conformarse con ningún botín. Exigen varias horas en conjunto y no se conforman que sea un tiempo robado de un simple ciudadanos, sino el de miles de personas en simultáneo. En lenguaje mexicano se llamaría un “huachicoleo” masivo del cronómetro lo que arrastran con toneladas cronológicas que desvían hacia una guarida de futilidad.

 

Del “tiempo perdido”

El lector astuto habrá descubierto que el título encierra un sinsentido, pues si el tiempo está perdido ¿cómo habrán de robarlo? La explicación está en la narración de Momo y en El capital de Marx,[4] pues si el tiempo desaparece a cada instante entonces alguien debería aprovecharlo. Nadie ha demostrado que, en estricto sentido, el tiempo perdido de unos le aproveche a otros, sin embargo, los cacos se comportan como si provocar la escasez de tiempo, como si paralizar a sus víctimas sí les aprovechara. Mi opinión es que los ladrones están equivocados de principio a fin: el tiempo personal es intransferible, únicamente se comunican experiencias como lo intuye Bergson. La victoria de esos cacos del tiempo se desvanece junto con las místicas arenas arrastradas por el viento.

 

NOTAS


[1] Se entiende que esto no se refiere a los profesionales del urbanismo y la planeación de ciudades, sino a misteriosos personajes que traspasan las barreras de la ficción.

[2] En español se tradujo como neo-habla, en inglés de Orwell newspeak, también se vale considerarla un operador del doublethink.

[3] Julio Cortázar, La autopista del sur.

[4] La teoría del valor trabajo de Marx incluye una fantasía más radical que la de Michael Ende, pues pretende que la auto-valorización del capital sí logra apropiarse de un tiempo de trabajo cristalizado en “valor”. Véase Rosdolsky en Génesis, estructura y método de El capital de Marx.

 

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