Música


Vistas de página en total

domingo, 28 de febrero de 2010

LENIN Y CARNEGIE, COMPARACIÓN DE LOS MÉTODOS APARENTEMENTE OPUESTOS DE CONVENCIMIENTO Y LIDERAZGO



Por Carlos Valdés Martín

Lenin como modelo de liderazgo.
El dirigente ruso de la Revolución de Octubre, la primera revolución de tinte comunista o soviético de la humanidad, siguió una línea recia e inflexible de conducción de las masas proletarias, obreras y campesinas hacia una senda nunca antes intentada.
En apariencia, nada más opuesto que la férrea línea política del ruso comunista Lenin y la dulce promoción de las relaciones públicas del norteamericano capitalista Dale Carnegie, pero si enlazamos los puntos principales propuestos por el norteamericano y los métodos de Lenin para el convencimiento discursivo (debates, propuestas) nos daremos cuenta de una enorme afinidad. El lado combatiente de Lenin por fuerza implica la muestra de cómo obtener enemigos y sellar esta enemistad para siempre, pues la lucha frontal y radical del político ruso en contra del zarismo (y cualquier aspecto del régimen feudal), del capitalismo (acabar con las relaciones sociales capitalistas) y del imperialismo (la opresión de las naciones metropolitanas sobre las atrasadas, coloniales y semi-coloniales). En esa faz, el ruso estaba muy complacido de obtener la enemistad y el odio de los grupos explotadores a los cuales él también odiaba con método; pero en la lucha política el otro lado de la moneda implica obtener adhesiones, y el político que más y mejores adhesiones logra para su causa resultará triunfador.
Dejemos de lado el tema de si el camino planteado por Lenin de una sociedad comunista plena se desvió o resultó destruido ulteriormente. Fuera de polémicas y evidente a todas luces Lenin movilizó de las masas y organizó un partido, en ese terreno fue exitoso y metódico, así como también formó cuadros planteando un paradigma triunfador de la conducción política. Enfrentado el caudillo comunista contra un imperio zarista casi todopoderoso, entonces el imperio más extenso en territorio sobre el planeta, parecía albergar una causa desesperada. Pareciera que Lenin no tenía herramientas contundentes para enfrentar al absolutismo del reino zarista. Del lado del Zar estaba un ejército inmenso y un aparato de Estado completamente fiel y dedicado a controlar al país, además una clase de ricos boyardos y aristócratas se enseñoreaba sobre todos los rincones de Rusia. Los métodos de persecución política del Zar eran completamente dictatoriales, el país entero quedaba vigilado por la policía del régimen, e incluso hasta Iglesia Ortodoxa rusa estaba sometida y obligada a prestar servicios de espionaje al régimen. En es contexto, parecía que una agrupación ilegal, salpicada de jóvenes soñadores e inexpertos jamás tendría oportunidad. Y ante la falta de oportunidad los oposicionistas habían experimentado los procedimientos de la desesperación, acudiendo al expediente del terrorismo directo contra la persona del Zar dictatorial. En la organización y tentativa de un acto mortal contra el Zar fue capturado y condenado a muerte el hermano mayor de Lenin, cuando el futuro líder comunista todavía era un niño. La amarga experiencia familiar motivó más al menor en vez de disuadirlo de entremeterse en la causa revolucionaria. Si el terror contra el Zar resultaba un fracaso, Lenin buscaría infatigablemente el medio adecuado para acabar completamente con el zarismo y al cabo lo logró. Desde su primera juventud se embarcó en movimientos rebeldes y fue descubriendo que la organización política podía ser un ariete más efectivo. Alistándose en pequeños grupos ilegales fue adquiriendo experiencia y estudios, y rápidamente se convirtió en una de los líderes del naciente movimiento marxista. De manera casi espontánea y casual sacudió a Rusia la revolución de 1905, generada por una mezcla extraña de circunstancias. A un sacerdote de la Iglesia Griega Ortodoxa que fungía como doble agente, se le facilitó encabezar protestas de los obreros en pos de condiciones de trabajo mínimas, y al crecer la protesta el movimiento pareció incontrolable. Finalmente, cuando Rusia estaba conmocionada por una enorme oleada de protestas denominada la Revolución de 1905, entonces el gobierno zarista lanzó una feroz y sangrienta represión contra el pueblo protestando. Esa fue la escuela política de Lenin, quien primero fue encarcelado pero pronto logró su libertad y alcanzó el exilio.

En ese difícil bautismo de persecuciones y también de luchas políticas dentro de su organización, Lenin adquirió rápidamente una perspectiva práctica pero con principios sólidos de cómo generar la lucha política y el liderazgo de una manera eficaz y práctica. Como marxista manifestó constantemente una enorme confianza en las masas, creyendo siempre en su potencial para desarrollar movimientos sociales y hasta para gestionar la producción de la sociedad revolucionaria. Confiaba tanto Lenin en la gente del pueblo que podría señalarse como un fanático del pueblo llano, constantemente exaltando las amplias capacidades de la gente sencilla para superarse y transformarse en un grupo político dirigente, la llamada clase revolucionaria. En base a sea confianza constantemente invitaba a la gente sencilla a movilizarse en la búsqueda de metas sencillas, los llamados objetivos mínimos, unas metas realistas tan simples como obtener que los patrones taparan los cristales rotos durante el crudo invierno. Es decir, al pueblo llano no lo criticaba ni cuestionaba, hacia la masa sencilla su lema era “educar pacientemente” . De entre esa gran masa a la cual procuraba alentar buscaba sacar a los cuadros formadores del partido, en ese proceso también consideraba como una especie de enseñanza escolar. Al partido lo alentaba constantemente predicando una moral de tipo heroica entre los cuadros políticos, quienes eran los adalides del proletariado, vistos como los redentores de la clase trabajadora. Lenin alabó enormemente las cualidades de abnegación y arrojo de los cuadros comunistas, insistiéndoles constantemente en su horizonte de una mejora personal. Tuvo la fortuna Lenin de que efectivamente bajo su carisma se forjó una nueva generación de líderes políticos en Rusia, enemigo a muerte del zarismo, y trabajando abnegadamente por una causa común. El zarismo se volvió tan odioso al pueblo y la intelectualidad rusa, que se generó una enorme fuerza durante las desgracias de la Primera Guerra Mundial.

Respecto de la manera de integrar a los cuadros dispersos pues existe una paradoja interesante con Lenin. Por un lado, parece como un sectario separando dos grupos de su organización, así vivió pletórico de debates en contra de sus adversarios tácticos directos en el seno de la organización marxista, por otro lado, fue un integrador metódico, juntando las fuerzas dispersas hasta alcanzar una integración muy fuerte bajo la fracción que él encabezaba, llamada la fracción bolchevique. Su aspecto de constante debate contra las otras fracciones rusas y de los marxistas de otros países genera una impresión de que Lenin era un buscapleitos, pero esa impresión resulta errónea. Porque mientras se peleaba con algunas fracciones a las cuales estimaba “oportunistas” o “reformistas” también establecía acuerdo e integración de manera continua y constante. Por ejemplo, con Trotsky había tenido un hondo pleito durante años, y cuando se acerca la revolución lo invita e integra en la misma estructura partidaria sin preocuparse de hace un saldo de las antiguas diferencias. Ese aspecto de buscapleitos de Lenin genera una apariencia de antípodas con el método de influir en las persona de Carnegie, pero la divergencia no resulta tan abismal, por la sencilla razón de que el pleito contra el foráneo (la fracción opuesta de los comunistas rusos, o europeos, también le sirve a Lenin para aclararle bien a sus partidarios el camino a seguir y así mantenerlos fuera del pleito. Aquí debemos notar un efecto de paradoja, porque embarcar a los propios partidarios en un pleito externo, los invitará a reforzar sus convicciones interiores y a no cambiarlas, por los oponentes los van a atacar, así se comprueba en sentido inverso las observaciones de Carnegie: las personas cuando son atacadas tienden a defender denodadamente las ideas adquiridas, y así (en cierto modo) se fanatizan con sus propias ideas.
Esto significa que una parte de la política de Lenin resulta diferente al método Carnegie, justamente esa parte que utiliza un debate permanente con sus rivales de tendencias políticas ligeramente distintas, pero que ensalza constantemente a las masas y a sus cuadros abnegados. Como receta de cocina coinciden en dos terceras partes, y en la parte de divergencia, pues existe una explicación en el mismo sentido de la teoría: a los partidarios los obliga a enfrentarse con el enemigo, para obtener un efecto de reforzamiento. En ese sentido el partido se forja y se solidifican los cuadros.

La modalidad de los debates de Lenin.
Me parece que Lenin procura atacar a las políticas antes que a las personas, pero el debate no desliga entre la política y la persona. En particular, busca definir y predecir la política irrecuperable a su causa, ante las cuales su ataque es brutal mientras invita a adoptar su propia “política correcta”. Hacia quien y donde (el espacio político imaginario de la revolución en curso) Lenin no estima suceden políticas irrecuperables para la causa revolucionaria, modera su dureza, pero es importante acotar que desde afuera esos constantes debates y confrontaciones los realiza contra dirigentes de tendencias cercanas (marxistas, socialistas y radicales de otras tendencias como los mencheviques, centristas, social-revolucionarios, reformistas, revisionistas, social-patriotas, etc.). En general, sus enfrentamientos aparecen extremadamente duros, en un sentido de caminos sin retorno en las aristas del debate . Sus adjetivos parecen especialmente afilados para cuestionar las políticas opuesta a la suya, como indican los adjetivos de “reformismo”, “revisionismo”, “socia-traidores”, “economicismo”, “servilismo”, “tradeunionismo” y “oportunismo”, incluso arribando a ataques de tono caricaturesco . De esta manera la dureza del debate ya aparece desde la selección de los adjetivos así como en la espereza de los argumentos y lo detallado de las discusiones. Así, son debates para no ganar amigos, sino para ahondar enemistades, cavar abismos entre las posiciones contrarias. Ahora bien, la dureza de los debates también se explica por la dureza de los tiempos, tensados por la Guerra Mundial y las conmociones civiles. El debate, muchas veces parece dirigido a separar claramente los campos de la organizaciones, ambicionando una reestructura, como dijera el propio Lenin con un dicho campesino, para separar “la cizaña del buen trigo”.
También resulta evidente si revisamos el acontecer político de Lenin y más todavía de sus seguidores, que su procedimiento político de debates tan duros, de diferenciaciones tan tajantes, ha dejado una larga estela de divisiones irreconciliables en el movimiento seguidor del marxismo. Claro que tantas divisiones no se deben atribuir exclusivamente a los métodos de debate y en buena medida se estabilizan en base a las grandes divisiones sociales, pero sí con un componente que colabora en ese sentido. El mismo Lenin no se espantaba de las divisiones en el movimiento y el partido, en algún pasaje cita a Hegel sobre la división para interpretarla como un fenómeno del progreso dialéctico, mediante el antagonismo. También resulta muy significativa la cita con la cual abre Lenin su obra central de organización política: “La lucha interior da al partido fuerza y vitalidad; la prueba más grande de la debilidad de un partido es el amorfismo y la ausencia de fronteras netamente delimitadas; el partido se fortalece depurándose” . Esto nos muestra a las claras que la tendencia a la confrontación de ideas es muy fuerte, y el siguiente paso es la separación de la organización.
Además queda un punto interesante para la especulación ante tal andanada de críticas y depuraciones que promueve el pensamiento de Lenin, para separar perfectamente a los revolucionarios de las demás tendencias y deslindar a las masas revolucionarias de las otras tendencias, ya que el blindaje excesivo (o si se prefiere el abismo incisivo) genera la impresión de un proceso artificial. Por artificial me refiero a que si la constitución del Sujeto Revolucionario ha de implicar una labor tan específica y esforzada (anti-espontánea) entonces el mismo Sujeto posee un carácter artificial, el mismo Lenin en su obra reconoce una parte de esta dificultad, al asumir que el marxismo es una teoría exterior al proletariado , y finalmente esa exterioridad también mostró que el proceso revolucionario generaba una realidad social también antagónica a las masas proletarias, un estatismo no comunista en términos de Marx y Lenin. Este proceso de blindaje de la vanguardia y de la clase mediante ese discurso excesivo (sin descartar una parte de verdad) implica un artificio de autoconstitución, tal como las órdenes monásticas y diversos grupos que se sectorizan y tienden a la autoperpetuación. No estoy cuestionando la autoperpetuación misma, sino a que la justificación de partido comunista es otra, su función es exterior, el abrir paso al proletariado revolucionario y la construcción de una sociedad comunista, no posee el partido una finalidad propia, pero en la práctica sí lo ha generado.

Objetivos claros y realistas.
En su vida Lenin fue un excelente promotor de actividades precisas y realizables. El largo debate de ¿Qué hacer? Se encausa sencillamente hacia dos temas prácticos la confección de un pequeño periódico central de la organización y a considerar miembros a los militantes efectivos del partido, es decir, hacia el tipo de estructura del partido socialdemócrata ruso.
Después de un debate complejo y áspero, resulta sorprendente que las propuestas de Lenin se reduzcan a dar más respaldo a un pequeño periódico del partido y al método de organización. Sin embargo, visto en detalle el periódico se convertía en el sistema de comunicación y la tarea directa para definir a los militantes comunistas rusos. La acción era la cereza del helado, evento práctico que entendió buen Lenin y lo condujo a definir el proceso de organización partidista .
Una de las más famosas frases metafóricas de Lenin para actuar bien en la política se refiera a “aferrarse al eslabón débil de la cadena”.Esto implica que la actividad política se debe enfrascar en una pequeña tarea realista, pero con significados estratégicos, ubicar bien el pequeño eslabón para trabar a la gran organización. Este principio lo aplicó constantemente Lenin y ni en sus momentos de mayor triunfo perdió de vista su táctica de aferrarse a los aparentemente pequeños logros prácticos, sin perderse en la grandeza de los ideales marxistas, sino constantemente tener en la mira los logros significativos para su movimiento .


Las 9 reglas de Carnegie para ganar amigos e influir en las personas, comparadas con Lenin.
Ahora hagamos un repaso de las líneas de acción de Lenin y un resumen del método Carnegie, comprobando la gran cercanía entre ambas orientaciones.

REGLA 1Empiece con elogio y aprecio sincero. Lenin empezaba con un doble elogio de fondo. Elogiaba a las masas proletarias más sencillas, creyendo sinceramente en su gran capacidad para movilizarse y construirse un futuro luminoso. Esa era una convicción sincera y de fondo, además refiriéndose al potencial, pues procuraba movilizar a las masas para despertar el potencial creativo . En este aspecto la convicción sincera de Lenin a cerca del potencial “redentor” del proletariado resulta convincente y hasta deslumbrante, en su retórica imagina al más sencillo trabajador construyendo una sociedad solidaria y altamente civilizada, desterrando los flagelos sociales que habían hundido al pueblo ruso en la miseria. Resulta sumamente importante subrayar esta singular fuente de elogio al proletariado (a todo el pueblo pero particularmente al obrero industrial por razones teóricas ) y la entera sinceridad con la cual Lenin hizo su prédica, pues de continuo arriesgo su existencia y su integridad por elevar al proletariado hasta una posición de poder incuestionable. También Lenin elogiaba constantemente a los cuadros política, incluso se podría decirse que Lenin es el creador del elogio del cuadro revolucionario, constituyendo su mística entrega a la causa, aunque quizá existieron antecedentes, Lenin es el gran divulgador de ese aspecto. Así, aquí con Lenin emerge la retórica del cuadro revolucionario, así en creencia como en realidad. Pero no solamente es creador de la retórica del cuadro revolucionario, sino también promueve un sistema operativo mediante el partido, donde de premia la lealtad revolucionaria, y se le otorga un marco institucional al cuadro político. La retórica del cuadro se convierte en la estructura política, la persona militante queda integrada a la organización revolucionaria.

REGLA 2 Llame la atención sobre los errores de los demás indirectamente. En este punto es donde opera la paradoja. Lenin es muy directo o rudo en contra de los errores de los demás, pero este debate constante les sirve a sus correligionarios para ajustarse constantemente y hacer su corrección de errores, así para sus partidarios la atención sobre los errores resultará indirecta. Repitamos este punto porque posee un efecto doble, cuando Lenin cuestiona directamente a sus adversarios y se enfrasca en debates, sus partidarios y los terceros interesados al conocer esos debates tienen acceso a una fuente de continuas críticas indirectas, como sucede en el dicho popular: “te lo digo Juan, para que entiendas Pedro”. Entonces mediante los debates públicos de Lenin se genera un flujo continuo de críticas indirectas, que generan la utilidad de cavar un abismo alrededor de sus partidarios, evitando que ellos se “desvíen” del camino trazado por Lenin . También un recurso en este sentido fue el hincapié de Lenin sobre el estudio teórico y la importancia de seguir a la teoría revolucionaria ya hecha por Marx y Engels, no inventada por Lenin, sí invocando un modelo de corrección los demás podían ajustarse al modelo y superar los errores apreciados por Lenin . Ciertamente, el modelo teórico establece una medida de corrección que no se refiere a las personas, así si un dirigente o militante se alejaba del modelo teórico podía rectificar por sí mismo, revisando los planteamientos, y así el discurso leninista resultaba una corrección indirecta.

REGLA 3 Hable de sus propios errores antes de criticar los de los demás. Esta recomendación no me parece la más utilizada por un dirigente político como Lenin, al ruso) no le interesaba resaltar su propias equivocaciones y fallas . Tampoco esto implica que nunca hubiera manejado este recurso, a pesar de su fuerte personalidad , Lenin promovió la visión de que la autocrítica era un método revolucionario para subsanar los propios errores. En sus debates ocasionalmente reconocía cuando había planteado cambios de estrategia, y esto implica una manera de reconocer errores propios. No me parece que fuera enfático en sus errores y rectificaciones, por tanto no utilizaba este principio como una llave de convencimiento.

REGLA 4 Haga preguntas en vez de dar órdenes. En este punto no parece tan sutil Lenin, pero habría que revisar si también utilizaba este método en su política. Además algo peculiar es que Lenin procuraba no “dar órdenes” personales sino establecer una línea política colectiva, operar mediante acuerdos de grupos dirigentes, de tal manera que la orden ya no resulta una “orden” directa, sino un acuerdo de una “instancia” u órgano colegiado.


REGLA 5 Permita que la otra persona salve su propio prestigio. Ocultando algunas fisuras de las luchas interiores, quizá Lenin permitía este proceso, dejando a salvo el prestigio de líderes subordinados. Sin embargo, en debates frontales su dureza parece haber causado alejamientos que nunca fueron solucionados, y esta situación resulta especialmente en contra de sus antiguos correligionarios los mencheviques. Sin embargo, parece una constante que Lenin a los dirigentes medios y de base de su propio partido nunca les “cargaba la mano” y en base a reconocer su dedicación militante, les permitía corregir errores para seguir adelante .


REGLA 6 Elogie el más pequeño progreso y, además, cada progreso. Sea "caluroso en su aprobación y generoso en sus elogios". Este aspecto resulta muy evidente en Lenin, cuando evaluaba favorablemente cada pequeña lucha de los trabajadores y de los revolucionarios. Las conquistas mínimas le servían de plataforma para seguir avanzando. Miraba las conquistas mínimas como una gran escuela a favor de la ideología comunista, y el método de la movilización implicaba justamente mover a las personas en el sentido de alcanzar metas, pero mantener una inercia constante de movimiento.


REGLA 7 Atribuya a la otra persona una buena reputación para que se interese en mantenerla. Este es el punto donde se reinterpreta el dicho de “cría fama y échate de dormir”. La buena reputación era para los cuadros revolucionarios y para el proletariado . Asimismo, el discurso típicamente leninista implica una gran oda para la militancia comunista, elogiando sinceramente su abnegación y capacidad de lucha .
El centralismo democrático propugnado como su esquema de organización necesitaba una división rigurosa de tareas, delegando en los órganos locales muchas responsabilidades. A final de cuentas, se le cuestionó el excesivo centralismo organizativo del Partido Comunista, pero él siempre insistió en su balance con el momento democrático. Otro ejemplo, corresponde a la institución soviética, los consejos de trabajadores, sobre los cuales colocó grandes esperanzas, y hasta definieron el nuevo nombre del país, como “Unión Soviética”.

REGLA 8 Aliente a la otra persona. Haga que los errores parezcan fáciles de corregir.
Lenin promovió la lucha revolucionaria y promovió una constante rectificación del rumbo, favoreciendo una educación de cuadros y métodos de autocrítica para rectificar los errores. En su manera de exponer las cosas el acceso a la autocrítica era una gran cualidad de los revolucionarios honestos, quienes rectificaban espontáneamente sus errores pasados, reconociéndolos abiertamente. Esta “autocrítica” promovida por Lenin, en el periodo posterior se convirtió en una aberración de Stalin, pues el dictador promovía la obligación de los subordinados de “autocriticarse” y aceptar errores ante sus superiores, como una especie de expiación ante la Inquisición .

REGLA 9 Procure que la otra persona se sienta satisfecha de hacer lo que usted sugiere. En el ideario de Lenin existe una gran recompensa moral por las acciones de los revolucionarios, los cuales son elevados a la condición de héroes del proletariado . Así, los difíciles años de lucha revolucionaria eran compensados con un halago moral grande que implicaba la construcción de un futuro radiante, y la memoria grata de las generaciones por venir. En principio la gran tarea fue la demolición del zarismo ruso, solamente después se consideró viable efectuar una revolución socialista, pero bastaba ese primer objetivo como el gran aliciente para Lenin y su gente .


Los principios del liderazgo de Carnegie aplicados por Lenin
Los principios para el liderazgo eficaz los sintetiza Dale Carnegie en seis puntos, entonces el líder tendrá presentes las siguientes guías cuando sea necesario cambiar conductas o actitudes. También una breve revisión nos permite observar una estrecha concordancia con el estilo de liderazgo político de Lenin.

1. Ser sincero. No prometer nada que no se pueda cumplir. Olvidarse de los beneficios de uno y concentrarse en los de la otra persona.
Al prometer algo Lenin intentaba ser realista al mismo tiempo que revolucionario, claro la ambición de miras del Marxismo trae aparejada una dificultad interior en las promesas, aún así Lenin buscaba contar con objetivos realistas para alcanzar en la lucha cotidiana, y así impulsó la primera revolución socialista exitosa de la historia. Además esos objetivos viables, estaban completamente encaminados hacia el beneficio del proletariado y las clases aliadas; de hecho inicialmente Lenin plantea que los comunistas se deben sacrificar en bien de los proletarios. Así, la ecuación de esta recomendación aparece como eventualidad extrema: nada para nosotros los comunistas, y todo para los proletarios. La ironía de la historia surgió después de Lenin.

2. Saber exactamente qué es lo que se quiere que haga la otra persona.
La historia ha demostrado que Lenin fue un gran líder práctico, dotado de enorme capacidad para indicar a sus seguidores las tareas del momento. Manifestó una gran capacidad para organizar y delegar tareas, jugando una doble tendencia, la integración en torno al círculo del partido. De hecho la teoría misma del partido político integra mediante círculos de responsabilidades, estableciendo el mando central en la cúspide partidista. Representa un sistema balanceado entre gran centralización operativa y un periodo de elecciones, el llamado sistema de centralismo-democrático .

3. Ser empático. Preguntarse a sí mismo qué quiere verdaderamente la otra persona.
La devoción de Lenin por el proletariado y sus camaradas comunistas queda fuera de duda. Fue un personaje devoto de la causa revolucionaria, ante la cual era completamente empático y la totalidad de sus fuerzas estaban dedicadas al logro de esa única causa. Y mediante esa empatía supo arrastrar a las grandes masas detectando sus aspiraciones, de logros y de conquista, así como empujando en el sentido de bienestar material para los desposeídos.

4. Considerar los beneficios que recibirá la otra persona por hacer lo que usted le sugiere.
En el ideario comunista de Lenin, en primer lugar están los beneficios para el proletariado, pues está planteado su satisfacción de los “intereses materiales”, pero también están otros beneficios en cuanto identidad de grupo, cohesión, sentimiento nacional , etc.

5. Hacer coincidir esos beneficios con los deseos de la otra persona.
Al menos mientras aconteció el proceso revolucionario ascendente, los beneficios coincidieron con los deseos de las otras personas. El caso más curioso es la paradoja del periodo de lucha contra un poder superior en condiciones adversas, en ese momento los beneficios casi son únicamente morales, y quien se vincula al líder de oposición radical se está jugando la vida. Ahí el deseo es muy importante, porque el beneficio como cosa externa prácticamente no existe, únicamente la imagen de la misma lucha comprendida otorga la fuerza y el sentido de las acciones.

6. Al hacer el pedido, hacerlo en una forma que destaque los beneficios que redundará para la otra persona.
Algunos testimonios muestran a Lenin como un excelente orador, capaz de entusiasmar a las masas rusas, para enfilarlas hacia la senda revolucionaria. Y hablar ante las masas es dirigirlas en una senda de búsqueda de objetivos comunes, integración de voluntades, donde la meta debe quedar clara, y el beneficio para la masa misma era una constante en la visión de Lenin. Así, en su modalidad revolucionaria se cumplía esta perspectiva de destacar claramente los beneficios resultantes de lo solicitado a las personas.

Una primera apertura a una conclusión: afinidad parcial entre la retórica del mercado y la revolucionaria.
La cercanía discursiva y operativa de Lenin con Dale Carnegie, resulta desconcertante desde el punto de vista del marxismo, no así de las relaciones pública. El marxismo posee un instinto de diferenciación en contra de las tendencias capitalistas y comerciales, es enemigo instintivo contra los métodos de conciliación entre grupos esencialmente antagónicos. Entonces su vínculo de tanta afinidad del marxismo con la técnica de relaciones públicas y ventas de Carnegie resulta desconcertante. Desde el otro punto de vista, la similitud no sorprendería, porque para Carnegie una buena política exitosa debe estar sustentada por una comunicación eficaz y por un método correcto para influir en las personas. Comparar es encontrar el terreno común, y este aspecto corresponde con la comunicación efectiva y la mutua influencia entre las personas. La estructura de una política (persuasión) efectiva no implica exclusividad para un único signo. Las ideologías políticas tienden (como las religiones, como el ego individual) a creer en su exclusividad de perspectiva, sobrevalorando sus diferencia con el entorno.
Una conclusión hacia la cual me conduce esto implica que una retórica (un discurso de convencimiento) posee cierta estructura general. El discurso de Carnegie explicita la retórica conforme a una cuestión importante, hace explícita la manera en que están relacionándose dos personas, hace énfasis completamente en la relación de emisor-receptor; es decir, para comprender el efecto retórico de un discurso lo más importante es comprender la relación humana que implica y el modo como aparece el efecto. El gran énfasis de Carnegie es sobre la dificultad para que un receptor acepte un mensaje, cuando se le critica, no se le toma en cuenta desde el inicio, el mensaje no corresponde con sus deseos, no se le hace sentir su importancia, etc. La retórica previa se preocupó mas por la belleza intrínseca del lenguaje, la efectividad en el modo de decir, etc. En este sentido las observaciones de Carnegie poseen una revelación del lado humano en el proceso de comunicación ¿Tan difícil resulta observar al prójimo cuando nos dirigimos a él? Pareciera que sí.
La concepción de política revolucionaria posee una ventaja porque considera a las personas sencillas como su objetivo supremo, por tanto quien aspire a convertirse en un líder revolucionario debe enfocarse hacia el pueblo llano. Así, también para ese concepto revolucionario el término de la relación humana resulta también lo más importante. Además el materialismo histórico revolucionario ha insistido constantemente en comprender a las personas tal cual son, incluyendo sus intereses materiales y su ideología ordinaria. En ese sentido, la política revolucionaria posee algunas herramientas muy importantes para lograr una comunicación efectiva con la gente a la cual busca representar (el proletariado y sus aliados naturales). Claro, esto no significa un sistema de comunicación y acción perfecta del bando revolucionario, también su gran énfasis en la crítica y en lo inexistente sobre el terreno del presente implica generar dificultades constantes, la parte externa de su lucha política implica generar enemigos incluso dentro del bando revolucionario y divisiones constantemente . La carga crítica del discurso revolucionario y las situaciones de enfrentamiento político se incrementan con una retórica de confrontaciones muy común en la izquierda. El propio Lenin fue un maestro en crear discursos de confrontaciones, que implicaban un aspecto antitético ante la propuesta de Carnegie

No hay comentarios: