Por Carlos Valdés Martín
Ha salido a luz un pequeño libro creado por autores de algún renombre en el mundillo mexicano; se titula Clasemediero por Luis de la Calle y Luis Rubio. Son personajes de influencia, ligados a una ideología con tintes de derecha, sin que prejuzgue su calidad. El librito resulta interesante porque intenta meter una discusión pública, sobre la imagen de las clases sociales de nuestro país y su posible comportamiento. También resulta un libro “educativo” por cuanto intenta mostrar una tesis única y hacerlo con gráficas de monitos, estadísticas, cuestionarios y resúmenes. Es decir, intenta establecer una pauta ideológica para que los clasemedieros se identifiquen con su ser y pautas, para que acepten a su país y perspectivas de clasemedieros; en ese sentido, no es casual que Luis Rubio presida CIDAC, organización de tipo difusión ideológica enfocada hacia una sociedad de mercado eficiente .
Aunque me parece predomina una mezcla de empirismo y economía de culto al mercado, ponen elementos empíricos que apuntan a comprender el cambio socio-económico de las últimas décadas. Adelantando conclusiones, me parece que su tesis de la clase media creciente muestra que emerge el cognitariado en México, pues no logran definir a una “clase media”.
El capítulo 1 donde intentar definir el ser (la realidad esencial, la naturaleza) de la clase media resulta el más débil, produciendo más preguntas que respuestas, cuando su función debería ser fundar el concepto a desarrollar. No encuentra una definición, sino que se contenta con un área, entre el sector bajo y el alto. Como ejemplo, cómico quizá, imaginemos un “médico-brujo” que nos dice que urge hacer crecer una “cosa” que esta en la mitad del cuerpo; pero como somos un paciente informado, solicitamos que nos diga qué es esa cosa para hacerla crecer. Como respuesta nos informa que es algo entre la cabeza y los pies; que esa zona es buena pues entre la cabeza y los pies sucede casi todo. Solicitamos una respuesta más específica y no la tenemos, en cambio nos recomiendan utilizar el término plural, que digamos hacer crecer las cosas que están ahí.
Con su indefinición, estos autores terminan encontrando elementos muy dispares en ese sector medio, entonces deciden establecer el plural, catalogándolas como “las clases medias”, en especial, porque ahí se encuentran comportamientos opuestos y fuentes de ingreso antagónicas: tanto a los sindicalizados privilegiados y a los funcionarios de gobierno, como a los “creativos” (de ideas más avanzadas y más educados) o a los de tipo empresarial (los microempresarios), etc. En busca de una definición cita ampliamente a Richard Florida quien propone un grupo de “la clase creativa”, la cual posee más propiedad intelectual y la utiliza; lo cual se aproxima más a una visión del cognitariado. Le interesa definir el comportamiento político de las clases medias y la observa proclive a la democracia y opuesta a privilegios, a favor del estilo de vida moderno y urbano. Por último, las dos grandes causas de que surja este sector le parece a los autores que son “la estabilidad macroeconómica” y la reducción de la natalidad. Si bien, insisten en que la estabilidad macroeconómica es un factor causal, basta un mínimo razonamiento para contradecirlos al observar que no es una causa, sino un elemento de entorno que no está produciendo; lo estable de la macroeconomía detiene no mueve y en un contexto de crisis deja al país sin medios para crecer (atar las manos del Estado para un programa de inversiones mediante déficit controlado: típico keynesianismo).
Como meta u objetivo, los autores estiman que México debe de consolidarse como un país de clase media , pues estiman que de este sector viene un reflejo de modernidad y democracia.
El capítulo 2 procura demostrar la transformación ya ocurrida del país, para definirse mayoritariamente de clase media. Es el capítulo más divertido pero también el más disperso. El enfoque general es comparar de largos periodos multianuales, algunos largos comenzando en 1950, otros de unos pocos años para fenómenos más modernos como el Internet o las tarjetas de crédito. Una y otra vez las gráficas reflejan aumentos; algunas son comparaciones internacionales, donde se marca una posición relativa del país, como su baja tasa de crecimiento económico. Los crecimientos de productos nuevos (como los celulares), de servicios modificados (como el crédito y las tarjetas famosas) o los hechos en términos sin deflactar no deben llamar la atención y no tienen significación importante. Sin embargo, la acumulación de gráficas ascendentes contribuye a una impresión: país más rico, población más próspera, con más bienes y mejores condiciones de vida. Por ejemplo, datos de aumento de “esperanza de vida”, baja en la mortalidad infantil, caída de enfermedades típicas del atraso… dan un panorama optimista y saludable; sin embargo, una “nación proletaria” como Cuba o Vietnam ¿no tiene el mismo comportamiento? Al parecer sí, se comportan igual. Lo mismo sucede con el crecimiento de la escolaridad, donde más años de estudio y más universitarios son signos alentadores… sin embargo, los países socialistas con proletariado masivo ¿qué no se comportan también en ese sentido? De hecho, si estudiamos países aislados, también las máximas explosiones en educación y salud acontecen tras “revoluciones socialistas”, lo cual deja en el vacío las tesis del país clasemediero correlacionado con educación y salud.
Casi la mitad del capítulo se dedica a mostrar los cambios de los patrones de consumo en México que muestran progreso en los ingresos, urbanización y cosmopolitismo. Comienza con una variación en la alimentación, al crecer el consumo de carne en un 100% de 90 a 2005; la cual a su vez bajó de precio promedio; y se liga con otros dos datos, el incremento del peso de la población, llegando a un problema de obesidad, dando la cifra tan alta del 30% de adultos obesos; junto con el dato las nuevas enfermedades principales como causa de mortalidad (diabetes y corazón). Si bien, no profundiza en esto último, sí hace énfasis en el crecimiento duplicado del gasto en salud de 90 a 2007 (siendo curiosa ironía que la sociedad más enferma sea un signo de avance). Usa el aumento de las compras de seguros, lo cual me agrada. Emplea varios indicadores para la vivienda, como el incremento de viviendas propias; de 60 a 2000 creció el número de cuartos promedio; avanzó mucho la dotación de servicios por vivienda; bajó la vivienda en renta y creció la propia; aumentaron los créditos a vivienda en 20 veces de 73 a 2007. El número de automóviles crece 5 veces de 90 a 2008. Marca un avance del servicio bancario, en particular tarjetas de crédito aumentaron de 2002 a 2009 en 4 veces. Señala al crecimiento del “comercio moderno” de las grandes tiendas en términos de metros cuadrados instalados en 4 veces de 93 a 2008.
El capítulo 2 en un último subcapítulo lo dedica al entretenimiento e indicadores similares. Estima de 91 a 2007 que la cantidad de establecimientos de espectáculos creció 2.5 veces y en el mismo periodo las funciones de cine se cuadruplicaron. Incrementos todavía más impresionantes son los de servicios nuevos como internet (6.2 millones de hogares en 2008), celulares (72 millones en 2009, rebasando con mucho a los teléfonos fijos con 19 millones), y el aumento de la TV de paga. Respecto de los vuelos en avión marca un crecimiento (casi se triplican de 89 a 2008) y de los viajes al extranjero (en 81 un poco menos del millón a 3 millones en 2008). Los viajes dentro del país ya marcan una tendencia muy extendida, pues el 65% de la población los hace fuera de su ciudad al menos una vez al año, comparado con un 3% que viajó al extranjero. Como comentario de contraste, existe una interesante metáfora de Stanislav Lem sobre la reducción creciente el tiempo para viajar y las facilidades; la civilización entera (ciencia, técnica, economía) reduciendo el tiempo y facilitando los viajes a su extremo ¿Para qué ese afán en consumir menos horas en darle la vuelta al globo? Otro comentario, es que si sumamos algunos factores nos resulta la “sociedad-espectáculo”, por la coincidencia de más cines, internet, viajes, etc., nos genera una modificación de la estructura social y su modalidad de consumo, de hecho así lo plantea; la objeción inmediata es que esto no implica tanto una “clase media” sino una nueva relación entre el consumidor y su entorno, un efecto de época que han argumentado diversos posmodernos como Baudrillard y otros.
Capítulo 3 dedicado a movilidad social. Los autores definen esto como el eje clave para una “sociedad de clase media”, por tanto ahí está el foco conceptual y “no hay concepto más importante” , donde se establece una “expectativa de mejora sistémica” . Sin que sea contundente, los autores contrastan (casi contraponen) movilidad con desigualdad (socioeconómica y de oportunidades, que no legal); aceptando la grave desigualdad en México, pero relativizándola con la perspectiva de la movilidad. Anoto que la desigualdad es una relación de situación (un corte sincrónico, un ahora) y, en cambio, la movilidad es una relación de sucesión (un moverse en el tiempo, viajando hacia una posición en sentido real o imaginario). Por mera hipótesis, los autores contraponen la movilidad con la desigualdad, como si bastara un movimiento (lateral, transversal, sucesivo) suficientemente rápido para equilibrar el sistema (al menos en expectativas) y rescatar un grado aceptable de igualdad; jamás asumen que la movilidad (en este sistema en particular) también es hacia la caída y la separación; en nuestro presente el movimiento genera desigualdad (de modo principal) e igualdad (de modo secundario). Detectan fenómenos curiosos de la conciencia ante el movimiento: gran parte de la población cuando cae fuertemente en sus ingresos no se da cuenta (negación psicológica?) y reconoce que la mayoría de los mexicanos cree que hay más oportunidades de las que existen .
La movilidad social positiva la ven los autores como proveniente de una “igualdad de oportunidades”, la cual parece depender de cierto entorno favorable: suma de educación, sistema de salud y facilidad para migrar. Al ahondar, plantean que de la productividad depende el salario, y que la productividad depende del conocimiento, por tanto del nivel educativo; en fin, el facto clave sería la educación en condiciones de mercado. Pone un cuadro relacionando nivel de ingresos y escolaridad .
En la parte final de este capítulo, hace algunos planteamientos sin estadística, para cuestionar la informalidad económica, pedir más normatividad y regulación económica, anhelar un equilibrio entre la protección al trabajador y su movilidad.
Capítulo de Conclusiones:
Sus dos tesis centrales son que México se ha convertido en un país de clase media y que el futuro mejor del país depende de engrandecer a la clase media. Esto primero se confronta con la visión mayoritaria que estima que el país está polarizado entre la minoría rica y la mayoría en nivel de pobreza, con los intermedios aplastados. Y el verdadero problema de método es que no alcanzan a definir que ese “sector” medio sea una “clase”, grupo definido en posición (producción, dinámica, identidad); más bien parece, una bolsa adecuada para quitar los extremos. Tampoco es un “justo medio” aristotélico, aunque los autores coquetean con esa visión, pues no ofrecen una posición de justicia o moralidad definida. Mi propia visión indica que hay un fondo importante en ese segmento: crece el cognitario (junto con una cogni-pequeñaburguesía y arriba la cogni-burguesía), el cual sí posee perfil de clase social, con producción y dinámica definida, con motivos para tener más ingresos y con capacidad para negociar el pastel social.
El segundo objetivo de engrandecer a la clase media, sale por descontado, si se pretende abatir la pobreza. De nuevo el método, al ser un simple sector, eso no genera rumbo ni identidad al país. Me recuerda las intenciones de algunos los liberales del siglo XIX para formar una clase de rancheros medios como un remedio a nuestros males. Sin embargo, no es un objetivo en sí, pues la misma estrategia de movilidad, significa que cada individuo átomo, busca salir de su posición actual, como dijera Negri , implica un deseo nómada.
Las vía estimadas para favorecer el crecimiento de la clase media que plantean son 4. Baja de la natalidad. Estabilidad macroeconómica. La apertura económica y eliminación de barreras a la inversión y al comercio; critico este punto, pues no lo demostraron en su libro, quizá para los autores (por su background de religión de mercado) les parezca obvio, pero no lo es, luego de décadas de fracaso en las aperturas comerciales, y de éxito de las tentativas heterodoxas de distinto signo . Expansión de servicios de educación, salud y combate a la pobreza. En este último punto, vale destacar está la colita derrotada del neoliberalismo, que asumen la imperfección del mercado sin reconocerla: genera miseria, falta de educación y enfermedad.
De acuerdo, a mi lejano recuerdo, de Suzanne de Brunhoff la gestión capitalista más extrema deja algunos cabos sueltos, que están en la gestión de la misma fuerza de trabajo, la gestión de la moneda, la generación de leyes y otras regulaciones. Autores de tinte bastante neoliberal deben ir abandonando algunos aspectos del credo religioso del mercado, entonces toman pasos camuflados hacia la izquierda moderada y la heterodoxia. Aceptar que el Estado regule la economía mediante más normas es un desliz contra el credo neoliberal. Asumir el combate del Estado a la pobreza también rebate la perfección del mercado. En fin, pareciera que el “consenso de Washington” sigue a la retirada, pero dando la batalla, porque las tesis contrarias las copian como si no sucediera nada y la religión de mercado siguiera vigente.
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