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miércoles, 5 de septiembre de 2012

MÉXICO SURREALISTA CASI SERIO, CASI NOVELADO: ENTRE FUENTES Y PÁRAMO(S) CRECEN PERAS DEL OLMO




Por Carlos Valdés Martín 

A la memoria de Carlos Fuentes 

Aclaro que ya avanzaba este escrito cuando nos golpeó la noticia de la muerte de Carlos Fuentes. 

El país pierde una de sus grandes plumas, aunque luego de una larga vida plena de realización, esa muerte es menos injusta. Como un líder creativo Fuentes marcó senderos por los que transita la nación mexicana. Lo que sigue no pretende ser balance de su obra, la cual es enorme también en extensión. De modo representativo consideré su novela La región más transparente como un ejemplo de la relación entre México y la visión surrealista. 

Un fantasma ha recorrido México: la idea de que es un país surrealista. Sin embargo, a la fecha no encuentro ninguna interpretación seria y estricta de esta afirmación, quizá alguien ya procuró fundamentar esta idea. 

La teoría de las “aguas reflejantes” es una explicación de la singularidad de México en base a la imaginación material (Bachelard) y un materialismo reproductivo (las naciones como grupo humano que se reproduce a un nivel complejo), nos permite comprender la causa de esta presencia surrealista. El surrealismo europeo que nace dentro de una vanguardia estética e implica un gesto de diferenciación de los artistas creativos, pero a diferencia del europeo el surrealismo mexicano surge desde el suelo espontáneo donde la expresión y lo real se contradicen. El surrealismo europeo debió esperar siglos para su surgimiento, fruto de maduración artística y las graves tensiones sociales y culturales de la posguerra. No pretendo ningún tipo de exclusividad nacional, muchas expresiones nacionales han presentado episodios de surrealismo, ejemplificados por artistas renacentistas como Hieronymus Bosch, pero fueron episodios aislados. México ha sido una región fértil para las expresiones surrealistas espontáneas de cultura y arte. Además de la visita de Breton a México, que fue breve pero legendaria hacia 1938, el otro vínculo intelectual entre ese surrealismo europeo y México fue sintetizado por Octavio Paz, quien frecuentó ese círculo en París y asimiló esa influencia en su propia obra, además de reflexionar sobre el tema. 

Veamos un poema de Octavio Paz, dedicado al surrealismo en México: Titulado “SÍ”: 
el surrealismo
                     pasó pasará por México [...]
no éste
            el otro enterrado siempre vivo [...]
Por subterráneo de la insurgencia
                                                   bajaron
subieron
              de la cueva de estalactitas
a la congelada explosión del cuarzo
                                                      Artaud
Breton Péret Buñuel Leonora Remedios Paalen
                                                                        Alice
Gerzo Frida Gironella
                                  César Moro
convergencia  de insurgencias
                                             allá en las salas
la sal as sol a salas olas
                                     allá
las alas abren las salas
                                    el surrealismo
NO ESTÁ AQUÍ
                             allá afuera
                                               al aire libre
al teatro de los  ojos libres.
                                           cuando lo cierras
los abres
                no hay adentro ni afuera
en el bosque de las prohibiciones
                                                   lo maravilloso
canta
            cógelo
                        está al alcance de la mano



 En este poema lo surreal es lo maravilloso-extraño (fuera de esta otra realidad evidente) presente en México, por lo mismo parece inasible, una sutileza que escapa sin ser atrapada. Con esto vale recordar que el surrealismo no es tanto un discurso teórico sino estético, una narrativa literaria, pictórica, audiovisual, etc. Con estos ingredientes resulta imposible establecer una teoría surreal, aunque exista una situación pensada y el fundador Bretón hiciera manifiestos y propusiera una explicación y hasta métodos para llegar a lo surreal, como practicar una escritura automática o mediante una cooperación casual (sistema escritura de los llamados cadáveres exquisitos). La obra surrealista no requiere de una teoría, pero la teoría surrealista sí requiere de una obra surreal, depende de esa doble presencia: la surrealidad opuesta a la realidad. Ahora bien, en algún punto los artistas independientes (como el mismo Breton) buscan otra fuente para esa surrealidad en manantiales distintos a su arbitrariedad interior, y de ahí la atracción por México y lo mexicano. 

 Rebasa la tarea de un escrito breve considerar las abundantes manifestaciones del surrealismo mexicano, aquí bastará colocar algunas piezas sobre el tema literario. Al menos tres de las manifestaciones literarias centrales del siglo XX están íntimamente ligadas al surrealismo: Pedro Páramo de Rulfo , La región más transparente de Fuentes y la poesía de Paz. Quizá la menos intencionadamente cercana al surrealismo es la obra de Rulfo, la cual se coloca en un extraño rincón creativo: entre el costumbrismo y un mundo fantasma (en el sentido onírico más que de miedo), generando un mundo divergente, que resulta tan local (el pueblo remoto, alejado de la modernidad) como planetario (sensibilidad universal, éxito planetario). Rulfo no buscó colocarse como surrealista, pero sus intérpretes lo consideran ligado a ese género. Por su parte, Fuentes asume el reto del surrealismo y aplica con conciencia la influencia surreal en su novela, donde la Ciudad de México adquiere la dimensión del personaje central. El estilo y la intención crean una nueva realidad retratando a la capital. A pesar de la importancia crucial de esta novela en la historia de la literatura, resulta una obra escasamente leída (mucho más comprada que leída por encardo de tarea escolar), poco comentada y citada. Sostengo que no ha forjado nación esta novela, aunque contenga un enorme mérito literario, y la dificultad proviene de su propia estructura surrealista. 

 La poesía de Paz también representa una cumbre de la expresión de vanguardia, y en muchos de sus pasajes, logra cumplir a la perfección los ideales del surrealismo, al mismo tiempo, que rescata las raíces nacionales de modo sorprendente. Sería tentador hacer un planteamiento del surrealismo puramente universal, ajeno a lo nacional, adquiriendo la patria en el mundo de los sueños; lo cual erige una opción estética válida, pero en cuanto nos interesa la relación entre literatura y formación nacional, entonces la obra de Paz establece un puente entre la “República del Sueño” y la “República Mexicana”. Poner frente a frente, como en espejo a estos dos elementos, sueño y nación suena a choque, donde lo onírico rompe formas y carece de fronteras, mientras las naciones bordean frontera, esto es, representan delimitaciones de la existencia colectiva. 

Cuando he planteado que una obra literaria puede servir para crear un territorio nacional-cultural, esta afirmación pareciera no aplicar con fuerza en el caso de la creación de corte surrealista. De modo preciso, la contraposición entre el discurso surreal confrontado con la realidad evidente, no le permite fundamentar la realidad cultural nacional. De tal modo, aunque la obra sea de gran calidad, como La región más transparente existe una dificultad para establecer el territorio mental nacional a partir de la obra. Entre la personas sometidas a la evidencia de la realidad (en este casos los lectores) y la obra de corte surrealista, por ejemplo la citada obra de Fuentes, se levanta un cristal impenetrable de no identificación. Y no es un caso particular de esta novela ni de este creador, sino que se repite con las diferentes creaciones de tipo surreal (y para este caso, también obras de choque como el teatro del absurdo, Kafka, etc.) que se mantienen a distancia del suelo nacional. Resulta previsible la objeción cuando los textos poseen muchos rasgos distintivos nacionales y hasta costumbristas, pero insisto en que esta perspectiva es válida; en la medida que una obra literaria posee la tensión surrealista (ese oponerse a lo real con la potencia de lo onírico y lo “des-estructurante”) no resulta útil como base nacional, ya sea como una falta parcial o total de utilidad. La obra o sus evocaciones se pueden utilizar para el trabajo de la identidad nacional, pero no servirá como un referente total, como un espacio mental que sirva a la identidad. 

 Esta limitación se presenta, incluso si la realidad nacional, ofrece un juego de creación surrealista fuerte, y sucede en México. La importancia de la literatura surrealista no marca la tendencia. El caso de Rulfo parecería contradecir esta tesis, sin embargo, no establece un surrealismo estricto (más bien es realismo mágico) y quedó (confirmación de esta tesis) como una obra solitaria, sin precedentes ni continuaciones significativas: un rayo en el cielo despejado. El aislamiento de esa novela merece un interrogante: carece de antecedentes y de consecuentes. Aunque muchos escritores jóvenes tuvieron la intención de seguir la ruta marcada, el esfuerzo no rindió frutos; extraño árbol de tipo transgénico, de esterilidad estricta pero de fruto delicioso. La continuidad de La región más transparente parece mayor, no por el propio Carlos Fuentes, tan capaz y brillante para reinventarse dentro de otro género literario con cada cambio de estación (teatro, cuento, realismo, crítica), sino porque sí ha existido una variedad interesante de prosa surreal (o en los linderos de este género) nacional , en autores importantes de las generaciones posteriores, y quizá sea destacable otra obra ambiciosa como Palinuro de México

 Estos intentos de crear novelas sobre totalidades (la ciudad capital espejo de país, la persona espejo del país) nos remite al tema filosófico de la totalidad. Para resolver el complejo tema de la totalidad la propuesta metódica que nos permite resolverla es establecer las mediaciones concretas, las grandes líneas de interpretación que nos aproximen a comprender esa totalidad compleja. La tarea nos es sencilla, tenemos desde los modelos de la magia esotérica, a través de la correspondencia entre el macro y microcosmos, hasta las versiones muy materialistas de la totalidad concreta . Es evidente que la narrativa literaria debe abarcar el problema de la totalidad bajo otros enfoques y uno de los más afortunados es la creación de microcosmos, como la aldea de representación en el Germinal de Zolá o la referencia al espacio confinado de Robinson Crusoe. De las obras mexicanas referidas a Rulfo se le puede atribuir este procedimiento de microcosmos con su pueblo de Comala para simbolizar al México agrario y atrasado, percibido como un microcosmos medio muerto y medio vivo, es decir, nación en lastimosa agonía. La tentativa de Fuentes es más compleja, pues apuesta hacia una frontera imposible, al dedicarse a retratar a la megalópolis en su transcurso histórico, brincando años y recorriendo los barrios, moviéndose entre las clases sociales y las perspectivas, fusionando la leyenda azteca con la modernidad; en fin, con descaro estético nos muestra una totalidad de modo directo, señalando: aquí está mi Aleph. La certeza de este Aleph solamente se resuelve mediante la actualización de la lectura, donde cada mirada individual defina si esa megalópolis de Fuentes sigue siendo su casa o representa su ciudad-nación. La situación imaginada entre una novela-totalidad y un lector también posee, en sí misma, algo de irrealidad: es la ficción literaria reclamando su parcela de mundo, es sueño invadiendo la vigilia. Esa es una tarea de la escritura: asaltar las tranquilidades, cuestionar a la realidad cotidiana indicando que existe otro mundo, inyectado con la intención estética (en su variedad), conmoviendo la cotidianeidad para aspirar a ser otra persona colocada en otro mundo. 

A manera de conclusión
La guadaña puntual y sin concesiones poéticas, ni al talentoso le perdona una ironía, en el mismo día del maestro —este 15 de mayo de 2012— Carlos Fuentes suelta su último suspiro. Desde el mundo onírico y en sus figuritas de madera multicolor, los alebrijes se asoman con azoro; las peras del olmo de Octavio Paz entregan una última cosecha; el páramo tórrido y fantasmal de Rulfo enciende sus luces de velorio (siempre oportunas en esa comarca); la región más transparente se siente huérfana, pues su aire no estará adornado con frases hondas y misteriosas; la niña Aura suspende su oficio de virgen y anciana; un desfile multicolor de “buenas conciencias” se santifica ante la tumba de Artemio Cruz… La fila de personajes es interminable: este surrealismo tan prolífico y multifacético se pierde en el infinito, las aguas (claras y juguetonas) alcanzan a reflejar ese desfile y dejan a la imaginación la presencia de otro trasmundo, que parece dibujar otro universo (doble y traslúcido) de México, con su nombre escrito con equis de cruz y (ahora sí, sin) calvario.

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