Por
Carlos Valdés Martín
Sospecha
de un final
Las afirmaciones de que
este cuento fue el último de Franz Kafka están justificadas. El escritor, muy
enfermo se había trasladado a Berlín, pero su delicada salud lo obligó a
retirarse de la vieja capital para regresar a casa de sus padres; poco después
fue hospitalizado y falleció el 3 de julio de 1924. Cuando un escritor procura
extraer todos los jugos de su alma para plasmarlos en papel surge la sospecha
de que su ocaso destila y brilla con su esencia íntima. En este caso, ese
animal misterioso que fabricó su obra y permanece refugiándose, siempre
dubitativo entre una salida y el refugio de una fortaleza lúgubre, semeja al escritor acosado por fantasmas del
ocaso.
Esta narración se elaboró
con elementos mínimos, especie de anorexia literaria como estratagema: con
único animal protagonista; una sola construcción laberinto, una amenaza
indefinida y su entorno natural. Arriba está un bosque de aire libre y abajo un
murmullo de bestezuelas diminutas o un gran siseo indefinido, que inquieta sin precisarse.
Al principio la madriguera ya está terminada y desde ahí comienza el soliloquio
perpetuo del personaje.
El escritor Franz Kafka
apenas contaba 40 años, pero siempre se caracterizó por una salud precaria
y un ánimo mórbido que le impedía adaptarse con su entorno. Es conocida su dificultad
para mantener relaciones sentimentales y su huida del compromiso matrimonial[1],
así el tema de la soledad y el entorno hostil fueron de sus favoritos, que aquí
expone mediante una fábula de un animal lóbrego y su obra subterránea, mediante
una construcción laberíntica y singular[2].
Personaje:
el animal indefinido
El protagonista de este
relato es un animal indefinido, aunque su descripción lo coloca en las
proximidades del topo, el erizo y el tejón. Su vocación por fabricar innumerables
galerías subterráneas lo identifica con el topo, aunque la intención de Kafka
parece mantenerse en la indefinición biológica. Ese inquieto ser subterráneo
debe permanecer ajeno a la clasificación normal, sin caer en la llamada
“zoología fantástica” de Borges[3],
porque su confección economiza rasgos, para colocarlo en un reino de animaciones
abstractas o la oscura discreción de lo indefinido. La indefinición no implica
un cuestionamiento, también es un procedimiento literario para dibujar un
ámbito vacío que define su dispositivo literario[4].
Varias partes del cuerpo
de este animal surgen episódicamente: cabeza[5];
boca; dientes; ojos[6];
garras; barba; frente[7];
muslos; piernas; pies; piel… Las partes corporales más repetidas son los
dientes y la frente, esta última es la más característica, pues también sirve como
herramienta de trabajo. Sabemos que ya no es joven, sin que esté definido si su
vigor persiste o lo ha abandonado. Separado de cualquier filiación con padres o
hijos, se regodea en la soledad absoluta, aunque con súbitos y vanos anhelos
de establecer algún vínculo.
La personalidad que se le
atribuye es una lúcida soledad, que raya en la paranoia constante, con
hipersensibilidad ante algunas sensaciones exteriores, en especial, los ruidos
que percibe amenazantes. Su comportamiento es laborioso, su principal tarea es
la reparación, ampliación y custodia de su obra, con breve tiempo de cacería de
seres pequeños, siempre está alerta aunque acosado por el sueño y el cansancio,
y en ocasionales salidas cuando contempla y cuida su obra desde el exterior.
¿Con qué arquetipo de
solitario cabe encajar a este curioso personaje? Alcanza los límites del
anacoreta encuevado, del francotirador hundido en las trincheras, el espía
oculto entre los albañales urbanos o el paranoico soterrado aguardando una
guerra termonuclear. Su tipo surge en los linderos de lo humano, que aquí se clarifica cómo
bordean al reino animal imaginado.
El
argumento
La trama está finalizada
desde el comienzo, no existe una progresión temporal definida; más que una
trama sucesiva cabe la descripción de una escena. Al principio la obra está
terminada, por tanto no existe una estructura tradicional del cuento. No existe
una acumulación temporal clara ni una línea de argumentación, en ese sentido está
justificado afirmar que es un cuento incompleto.
Los “eventos” se reducen
a las andanzas del animal por las galerías, a sus somnolencias y despertares
por un ruido inquietante, una salida al bosque donde también se oculta, aunque
predominan las ideaciones de lo que pretendió hacer y los recuerdos de sus andanzas
trabajando para su obra laberíntica.
De modo filosófico, desde
la presentación de la caverna de Platón, el espacio reducido y oscuro nos
recuerda el sentido de lo ilusorio, la trampa de los sentidos anestesiados o
engañosos que nos invita a descubrir una luz verdadera[8].
Con ironía Platón explicaba de una realidad tan brillante de las ideas que para
los habitantes —encadenados desde su nacimiento dentro de la caverna— sería
incomprensible. El protagonista es un habitante de la oscuridad, que en el aire
fresco del bosque siente un alivio, pero no se interesa por convertirse en
devoto del espacio silvestre; ahí sigue atado a su madriguera-destino.
Los
sentidos de ese ambiente
A falta de anécdotas para
narrar adquiere gran relevancia el modo de explicar mediante sus sentidos. Hay
un regodearse con la minimización de la vista, por tanto abundancia de los otros
sentidos, en especial el oído.
Ruido/silencio: “lo mejor
de mi construcción es su silencio”[9];
“y entonces atisbo, atisbo el silencio; que reina invariablemente de día y de
noche”[10].
Los ruidos son signo de amenaza y perturbación. “Ni siquiera logro acercarme al
lugar del ruido, inalterablemente sutil suena a intervalos regulares, una vez
como un siseo y la siguiente como un silbido.”[11]
“No es nada, pienso, nadie sino yo podría oírlo, pero con el oído afinado por
el esfuerzo lo oigo ahora cada vez con mayor claridad”[12]
El ruido advierte al
enemigo, el silencio es una recompensa irónica, aunque inquietante. Ruido
enemigo: “Cavaré una verdadera zanja en dirección al ruido y no cejaré en mis
esfuerzos hasta que, independientemente de toda teoría, encuentre la verdadera
causa del ruido.”[13]
El silencio señala la meta
y recompensa: “A veces me parece que el ruido ha terminado (…) No se escucha
más, se salta, toda la vida da un vuelco, es como si se abriera el manantial
del cual fluye el silencio de la construcción.”[14]
Aunque, finalmente el
silencio adquiere un nivel casi metafísico: “no hay nada más silencioso que el
reencuentro con la obra”[15];
pues indica un estado de ser pleno, sin turbación, el emblema de la paz y la
seguridad plenas. Claro, Kafka vislumbra un engaño en tal plenitud silenciosa.
Movimiento/tacto: “sin
oír más que el rumor de alguna bestezuela que de inmediato reduzco al silencio
con mis dientes”[16] “Allí
puedo enrollarme con comodidad, abrigarme en mí mismo y descansar”[17]
“Con la frente, pues, he embestido la tierra miles y miles de veces, a lo largo
de días y de noches y era feliz, cuando los golpes la hacían sangrar”[18]
“Cada nuevo proyecto exige una fatigosa labor de acarreo”[19]
Gusto/olfato: “las
montañas de carne, que envían hasta las galerías más lejanas la mezcla de sus
muchos olores” y “sumergiéndome cada vez más en los olores, hasta que no
soporto más”[20].
Siendo un animal
carnívoro, resulta evidente que “Me deleito con la carne”[21].
Pero algo tan falto de poesía como ese burdo devorar carne en un túnel, en
Kafka siempre posee trasfondos.
Vista/oscuridad: el
animal presume una cualidad más allá de la vista, cuando “contemplo radiante,
con los ojos cerrados, las múltiples soluciones de construcción, claras y menos
claras”[22].
También de su capacidad para distinguir sin abrir los ojos: a las pequeñas
plazas de su laberinto “a pesar de su completa igualdad, puedo diferenciarlas
entre sí a ojos cerrados por la simple curvatura de sus paredes”[23].
Metamorfosearse
en animales: la jerarquía invertida
En la historia de la
literatura, Franz Kafka también es recordado por su inigualable capacidad para,
con su mente, transformarse en animales extraños; así la Metamorfosis se ha convertido en el emblema personal de este
talentoso judío que creció en Praga. La conversión de un personaje humano en un
insecto, de modo estrujante, implica un descenso en la jerarquía imaginaria.
Aquí todo acontece dentro
del reino animal, entonces ¿cómo se integra su jerarquía? Debajo del animal protagonista
están los ratones, especie de colindancia simpática y complementaria; a un escalón de hostilidad están
enemigos a quienes llama bestezuelas, pero se considera capaz de derrotarlos y más abajo yacen las alimañas, simples insectos útiles para la alimentación.
Arriba de su jerarquía
quedan los temidos depredadores precisos, con sus fauces amenazadores. También
hay alguna bestia amenazante que es casi una leyenda, cuyo contorno permanece incierto. En el argumento, la corona de la jerarquía es ese animal amenazante,
sobre el que debemos especular; al que le atribuye silbar y luego lo niega,
quizá insinuación de un terror
antiguo —la serpiente[24]—
o bien la máquina[25]
humana, insinuando una respuesta que, bajo las reglas del acertijo, jamás se
debe pronunciar.
El
devenir-animal
Los filósofo-psicólogos
Deleuze y Guattari proponen una compleja teoría para comprender el papel clave
de los animales en Franz Kafka que se expone como el devenir-animal[26].
Analizan detalladamente la conversión en animal y para esa perspectiva, las
cartas de Kafka marcan un apareo (la dualidad del cortejo), los cuentos el
monólogo que empuja hacia un devenir animal y las novelas la maquinaria del
conjunto. La estrategia literaria brota desde el aspecto edípico, que es una
trampa psicológica (padre opresor— madre conciliadora — hijo rebelde pero
impotente), el cual amplía en la famosa Carta
al padre. Tampoco en la visión de Deleuze el devenir animal plantea una
salida, pues orada mas no escapa por ella; y no escapa, opina Deleuze por su
lentitud, pero quizá hay más motivos por los cuales el devenir-animal resulta
inútil como escapatoria[27]
Sabemos que convertirse
en animal es un fabular, aunque para la mente, esa transposición
convence cual realidad. Así, la alucinación de quien deviene animal general un
efecto que la literatura y la patología logran cada una a su modo. Este cuento alcanza un curioso
devenir-animal que no se ha redondeado, pues las características del ser
subterráneo no finalizan y se mantienen abstractas.
Marginados:
de la segregación real a la ilusoria
El discurso del escritor
solitario toca las melodías tristes de una marginación real, para
complementarla con una ilusoria que la hace más soportable. La guerra de
trincheras sí había sucedido, con una secuela de millones de cadáveres
sembrados en las galerías pardas del frente de batalla. La segregación
antisemita sí había sucedido con sus “pogromos” y expulsiones de la población
hebrea de los confines europeos.
La maquinaria burocrática
había crecido en los confines de Europa a principios del siglo XX. Muchos
pueblos centroeuropeos no se identificaban con los repartos de fronteras y se
sentían marginados dentro de sus propios países. Los checos de Praga no
encajaban con el entorno nacional, por ejemplo, Kafka decidió escribir en
alemán por considerarlo una lengua más adecuada a sus aspiraciones estéticas[28].
A las segregaciones materiales se sumaban las electivas o las ilusorias; así, las
personas de gran sensibilidad son difíciles de encuadrar a un ambiente.
La segregación ilusoria
del animal indefinido, cavando sus galerías bajo tierra, es una ficción que ata
las marginaciones y complicaciones dramáticas del despertar del siglo
XX. Con el espíritu del siglo contaminado por las guerras y persecuciones ese
animal confinado a un laberinto oscuro parece bastante sensato en su paranoia y
su ostracismo.
El
peligro indefinido
¿Vivir con miedo? Ese es
el código del habitante de la madriguera. Este es el relato de una animal en
peligro, real o imaginario, que vive para protegerse de amenazas múltiples, casi
siempre vanas. El animal posee pocas referencias para su actividad: su obra o
el miedo que lo motiva. Los términos más repetitivos de este cuento se refieren
al peligro, las amenazas y los temores… sin embargo, nunca sucede ni ha
sucedido un ataque concreto, por tanto, cabría interpretar un canto a la
paranoia, un divertimento en torno a los miedos que se han convertido en
hábito, aunque jamás se concreten.
¿Qué
tipo de edificación?
Habitar es el destino
humano, así que imaginar las fronteras en la capacidad de habitar resulta siempre
de interés, que es distinto según el sitio: ¿Habitar cavernas o estrellas?
En la oscuridad pretérita y milenaria suponemos a los cavernícolas, guarecidos
entre las hendiduras de la roca; en los destellos futuristas vislumbramos a los
astronautas, cobijados por frías estaciones espaciales. Aunque si se trata de
aproximarnos a la frontera de animales torpes y subterráneos debemos imaginarnos
un hábitat precario y paradójico pues parece ser el laberinto propio y la propia trampa
que atenaza a su constructor; aunque para él diseñó una fortaleza compleja. La
obra marca un aspecto de sufrimiento “es esta construcción lo que especialmente
me tortura”[29]
En este relato, la “plaza fuerte” ocupa un sitio
privilegiado, cual clave de la construcción. Ahí el protagonista imagina lo que
no realizó para perfeccionarla al máximo: “Uno de los proyectos preferidos era
separar la plaza fuerte de la tierra circundante, es decir, crear por fuera un
espacio vacío a todo su alrededor, tan sólo con la excepción de un pequeño
soporte que, desgraciadamente, no podría aislarse de la tierra.”[30]
Aquí emerge un límite para la imaginación, siendo el vacío una hipótesis de
perfección, porque separa el sitio privilegiado[31].
La oposición principal de
esta construcción es salida y la plaza fuerte, lo demás son galerías
laberínticas y “trampas” “Una completa inversión de las circunstancias: lo que
antes era un lugar de peligro (se refiere a la entrada cubierta de musgo) se ha
convertido en lugar de paz, la plaza fuerte en cambio ha sido ahora en el ruido
del mundo y en sus peligros.”[32].
Sin embargo, el protagonista especula que esa inversión resulta ilusoria.
Intentando concluir, qué
clase de edificación metafórica nos presenta esta “obra”, y la dirección es
hacia una colosal trinchera. Esa clase
de construcciones queda lejos de la existencia cotidiana, por eso no solemos
meditar en trincheras, las cuales fueron esenciales en el periodo de 1914-18,
cuando la tragedia de la Primera Guerra Mundial las convirtió en elemento clave
de combate y sobrevivencia para millones de soldados. El año estimado de este
cuento es 1924, separado seis años del florecimiento de la guerra de trincheras,
cuando, las principales naciones de Europa se angustiaban ante su doble abrigo
y amenaza. El animal protagonista se dedica a cavar y desarrolla esa
construcción emblemática de galerías laberínticas, las cuales pretende lo
protejan del exterior, sin que jamás alcance la tranquilidad. Siempre permanece
un trasfondo de inquietud representada por el ruido en sus múltiples fases.
Ni
Marx ni Sísifo: trabajo, esfuerzo y sentido
La obra exige un esfuerzo
portentoso para el animal, sin embargo, deja un rastro permanente de
desasosiego, con una mezcla de perplejidad y gusto, de temores y confusión. El
trabajo duro y satisfactorio se convierte en su propia caricatura; el animal
efectúa una labor titánica que destila un resultado siempre frágil y sometido a
indefinidas presiones.
El discurso del animal es
ambiguo, y simultáneamente, potente; levanta la oda al trabajo, argumentando
también su futilidad. “Sí, en las fábulas todo se realiza en un instante, y
este consuelo pertenece también a las fábulas. Mejor sería hacer en seguida una
labor perdurable, más útil, que volver a interrumpirla de continuo, deambulando”[33]
La tarea es tan
individual que no habrá ninguna trascendencia; el laberinto-fortaleza nada más
sirve para el animal y nadie lo heredará en un sentido positivo. El legado será
otra inquietud para el insomne.
¿Burgués o proletario? Este animal no agradaría a los herederos de
Marx que tan duramente trataron a Kafka, por ejemplo, Lukács[34];
pero tampoco contentará a los émulos de Adam Smith, ya que la riqueza del
subsuelo se mantiene en un nivel tal precario, casi de caricatura: paredes que
se erosionan, montones de carne que nada más devora. El talento del
cuentista procura colocarnos en un rincón extraño.
La tarea repetida y
siempre destruida nos deja sin una satisfacción final; de hecho, esa es la
marca de Kafka: angustias que persiguen al protagonista.
El
sueño y la vigilia
El protagonista siempre
se siente amenazado por eso dice: “Pero espantables despertares suelen seguir a
los sueños infantiles.”[35] En especial este cuento
insiste en las relaciones del sueño con la vigilia y sus dobleces conflictivos.
En ocasiones, el sueño es más intenso que la vigilia, dando visiones
maravillosas que dan sentido pleno al animal y aquí sigue el mejor ejemplo: “A
veces sueño que he construido la entrada, que la he modificado por completo (…)
el sueño en que eso sucede es el más dulce de todos y al despertar aún brillan
en mi barba lágrimas de alegría y de liberación”[36]
Pero lo más constante es un complemento turbador, que amplifica imágenes
siniestras “allí, en ese sitio, en el oscuro musgo, soy mortal y en mis sueños
husmea interminablemente un hocico voraz”[37]
Así mismo, reiteradamente se define como
un animal insomne, propenso a quedar turbado, “Y ya, cansado hasta no poder
pensar, la cabeza colgante, inseguras las piernas, semidormido, arrastrándome
más que caminando, me acerco a la entrada,”[38]
En sus cavilaciones, no distingue bien si la lucidez lo abandona o un mal sueño
se desliza; al mismo tiempo, el cansancio lo rodea.
Vejez
sin madurez
La línea del tiempo ha
avanzado, mientras la narración ocurre en un reino natural amenazado por Cronos: “a
pesar de mi edad avanzada me parece que quisiera ser más viejo aún, tan viejo
que ya no pudiera levantarme de mi lecho bajo el musgo.” El personaje es un
animal maduro, casi lindando la vejez, que siente sus fuerzas desfallecer. Algo
ha cosechado de la experiencia y se elogia: “la gran obra yace como entonces
inerme; aunque ya no soy un pequeño aprendiz,
sino un maestro de obra”, aludiendo a
la antigua masonería que avanzaba por grados; pero en su animalidad la obra
debe permanecer pegada a su ser, casi un exoesqueleto.
Ocurre un doble flujo:
mientras la obra madura y se fortalece, el animal protagonista ha envejecido;
incluso cabría sospechar que está decrépito y se auto-engaña respecto de sus
facultades. Confiesa que se cansa y duerme involuntariamente. ¿La madriguera le
ha extraído sus fuerzas? ¿Eso una especie de vampiro-laberinto que devora a su
fabricante de modo progresivo e inexorable según una secreta ley de la
enajenación?[39] La
respuesta final no alcanzó a quedar escrita.
La
seducción del célibe y la soledad voluntaria
El animal carnívoro que
se protege en su construcción es lo más apartado y distante por eso representa
al anacoreta en su cueva. Este tema señala la vocación del ermitaño voluntario (no
el castrado definitivo para quien deja de presentarse la tentación) que ha de esquivar la incitación y mantenerse a la distancia.
Este cuento se acentúa
alrededor de las soledades, las distancias y las lejanías. El dispositivo de
túneles constantes teje un enorme caparazón para alejarse de cualquier presencia
que rompa la soledad. Debajo de la jerarquía hay sabandijas, por encima la
amenaza del predador: graduando un circuito de miedos paranoicos y de apetitos
burdos, sin espacio para la atracción. En ese estoicismo del entorno, aun así
permanece la seducción de la víctima en potencia.
A su nivel acontece una
soledad fabricada o distanciamiento sistemático. El protagonista queda rodeado
de tierras oscuras y túneles; la presencia de una salida marca un contrapunto
importante para anunciar que las cosas podrían suceder de modo distinto.
Obtener cada vez más garantías y protecciones, se insinúa con claridad que provoca
ya un problema en sí mismo. La solución del animal que fabrica febrilmente, se
advierte también como estratagema fallida y una trampa final[40].
No se insinúa ninguna Ariadna que ponga el hilo rojo; este protagonista representa
a un minotauro voluntario que ama su laberinto. ¿Cuál es el sentido de ese
ruido y siseo que amenaza con sacarlo? Con este cuento inacabado jamás lo
sabremos.
NOTAS:
[1]
CANETTI, Elías, El otro proceso de Kafka.
[2]
CANETTI, Elías, El otro proceso de Kafka, p. 68-69. Que también es una ficción
sobre el escritor solitario, encerrado en las profundidades de la tierra: "A
menudo he pensado que la mejor vida para
mí consistiría en recluirme con una lámpara y lo necesario para escribir en el
recinto más profundo de un amplio sótano cerrado (...) ¡Qué cosas escribiría
entonces! ¡De qué abismos las arrancaría!"
[3]
BORGES, Jorge Luis, Manual de zoología
fantástica o El libro de los seres
imaginarios. Ed. FCE.
[4]
BENJAMIN, Walter, “Franz Kafka”, en Para
una crítica de la violencia y otros ensayos, “Ningún escritor fue tan fiel
como él al «no te fabricarás imágenes».” P. 152.
[5]
“la cabeza colgante, inseguras las piernas, semidormido, arrastrándome más que
caminando” KAFKA, Franz, “La obra”, en la edición de Obras completas.
[6]
Aunque la mayor parte de las menciones se indica que están cerrados “contemplo
radiante, con los ojos cerrados”, KAFKA, Franz, “La obra”, en la edición de Obras completas.
[7]
La frente adquiere una importancia enorme para el personaje: “Para ese trabajo
poseo tan sólo la frente. Con la frente, pues, he embestido la tierra miles y
miles de veces”, KAFKA, Franz, “La obra”, en la edición de Obras completas.
[8]
PLATÓN, La república.
[9]
KAFKA, Franz, “La obra”, en la edición de Obras
completas, llamada “La construcción”.
[10]
KAFKA, Franz, “La obra”, en Obras
completas.
[11]
KAFKA, Franz, “La obra”, en Obras
completas.
[12]
KAFKA, Franz, “La obra”, en Obras
completas.
[13]
KAFKA, Franz, “La obra”, en Obras
completas.
[14]
KAFKA, Franz, “La obra”, en Obras
completas.
[15]
KAFKA, Franz, “La obra”, en Obras
completas.
[16]
KAFKA, Franz, “La obra”, en Obras
completas.
[17]
KAFKA, Franz, “La obra”, en Obras
completas.
[18]
KAFKA, Franz, “La obra”, en Obras
completas.
[19]
KAFKA, Franz, “La obra”, en Obras
completas.
[20]
KAFKA, Franz, “La obra”, en Obras
completas.
[21]
KAFKA, Franz, “La obra”, en Obras
completas.
[22]
KAFKA, Franz, “La obra”, en Obras
completas.
[23]
KAFKA, Franz, “La obra”, en Obras
completas.
[24]
“¿El silbador? (…) y me aferró a la creencia –es inútil querer negar esto– de
que el siseo proviene de un animal, no de muchos y pequeños, sino de uno solo y
grande” KAFKA, Franz, “La obra”, en Obras
completas.
[25]
“Sólo consigo explicarme el siseo pensando que la herramienta principal del
animal no son sus garras, con las cuales tal vez sólo se ayuda, sino el hocico
o la trompa, los que aparte de su enorme potencia han de tener una especie de
filo.” KAFKA, Franz, “La obra”, en Obras
completas.
[26]
Gilles Deleuze y Félix Guattari, Kafka
por una literatura menor, Ed. Era.
[27]
La simbología del animal y su representación indica que, a fin de cuentas,
indica un estadio inferior. La presencia de animales supremos es la excepción,
pues son las caras parciales del animal lo que se admira, y cuando el animal es
la máscara de la deidad (águila solar) la mitología asume al animal portando la
“solución”. Por tanto, que la psique devenga en animal conlleva una recaída, un
descenso en nivel por tanto no hay plétora de eros (o amor sublime), entonces
no ofrece salida sino subterfugio. Cf. Campbell, Joseph, El héroe de mil máscaras.
[28]
WAGENBACH, Klaus, Franz Kafka en testimonios personales y
documentos gráficos. Alianza Editorial.
[29]
KAFKA, Franz, “La obra”, en Obras
completas.
[30]
KAFKA, Franz, “La obra”, en Obras
completas.
[31]
La separación rigurosa es un dispositivo para crear un espacio sacro, Cf. ELIADE, Mircea, Tratado de historia de las religiones.
[32]
KAFKA, Franz, “La obra”, en Obras
completas.
[33]
KAFKA, Franz, “La obra”, en Obras
completas.
[34]
Por ejemplo, en LUKÁCS, Georg, Significación
actual del realismo crítico. Otro caso mencionado en LYOTARD, Jean
Francois, La posmodernidad (explicada a
los niños).
[35]
KAFKA, Franz, “La obra”, en Obras
completas.
[36]
KAFKA, Franz, “La obra”, en Obras
completas.
[37]
KAFKA, Franz, “La obra”, en Obras
completas.
[38]
KAFKA, Franz, “La obra”, en Obras
completas.
[39]
La ficción del vampiro y la teoría de la enajenación son elaboraciones
sucesivas. Quizá el poeta Byron sirvió de modelo para el primer vampiro de
Polidori. El primer modelo es por entero biológico, una metamorfosis del
cuerpo; la teoría se refiere al entorno elaborado que escapa al productor. Cf.
OSPINA, William, El año del verano que
nunca llegó. MARX, Karl, Manuscritos
económico-filosóficos de 1844.
[40]
Ese ser practica un pesimismo gnóstico, como si lo único para construir en este
mundo sea la propia tumba, pues las estrellas son inalcanzables, el amor vano y
los dioses mudos. Cf. Jacques Lacarriere, Los
gnósticos.
4 comentarios:
Kafka murió el 3 de junio. Nació el 3 de julio. La riqueza de la obra y lectura de Kafka admite las más variadas conclusiones y lecturas distintas. Lo importante es como este relato (la Construcción), encaja con la inmensa mayoría de sus textos breve (casi todos en la Condena y otros cuentos). Es decir como unos textos se explican unos con otros, como fractales de un todo mayor.
Otros dicen que el texto que trabajó en su lecho de muerte fue Josefina, la Cantora o el pueblo de los ratones. ¿Quien es Josefina?
Kafka murió el 3 de junio. Nació el 3 de julio. La riqueza de la obra y lectura de Kafka admite las más variadas conclusiones y lecturas distintas. Lo importante es como este relato (la Construcción), encaja con la inmensa mayoría de sus textos breves (casi todos en la Condena y otros cuentos). Es decir como unos textos se explican unos con otros, como fractales de un todo mayor.
Otros dicen que el texto que trabajó en su lecho de muerte fue Josefina, la Cantora o el pueblo de los ratones. ¿Quien es Josefina?
Gracias por el comentario magan. El cuento Josefina la Cantora o el pueblo de ratones merece un análisis completo; resulta muy interesante. El carácter tan abstracto del animal protagonista de La Construcción o La Madriguera llama poderosamente la tención y nos hace pensar en la disolucion final de la subjetividad, que nos representa la muerte. Esto con independencia del jucio definitivo sobre cuál fua la última obra de Franz Kafka.
El cuento de Kafka La Construccion me atrapó , voy a leer el cuento de Josefina que proponen para devolverles un análisis tal vez más tímido que el de ustedes.
Gracias por sus comentarios.
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