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jueves, 23 de noviembre de 2017

“ÉXTASIS DE SANTA TERESA” POR BERNINI







Por Carlos Valdés Martín

Que el artista barroco mezcla a la perfección los polos opuestos queda demostrado en esta creación de Lorenzo Bernini. El arte sacro del periodo barroco tomó consciencia de cuán erótica resulta la devoción en algunos de sus extremos.[1] La obra “Éxtasis de Santa Teresa” le arranca al frío mármol la elocuencia para unir los polos opuestos de Eros y Devoción.
Esta obra maestra del barroco se confeccionó para dar realce a una capilla mortuoria de una familia poderosa, llamada Capilla Cornaro[2] de la Iglesia de Santa María de la Victoria en Roma. El espacio que se dedicó a la colocación de esta pieza está perfectamente diseñado para realzarla y dar una magnífica vista de frente, pues está flanqueada de modo intencional, y en la parte trasera se adornó con una alegoría en bronce para representar unos rayos luminosos. Esos rayos representan un sol divino para darle más realce y dramatismo al instante de éxtasis de la Santa Teresa.
La pieza escultórica “Éxtasis de Santa Teresa” se inspiró en la vida de esta Santa, particularmente, en un pasaje que se conservó de sus memorias publicadas, que está plasmado en su biografía. En ese pasaje autobiográfico, ella relata que un ángel se le apareció en una visión, el cual le atravesó el pecho con una flecha. Esa circunstancia se interpreta como aparición divina que llenó de arrebato y devoción al personaje. Según el relato de Santa Teresa de Ávila sucedió lo siguiente: “"Vi a un ángel junto a mí hacia el lado izquierdo en forma corporal… No era grande, sino pequeño, muy hermoso, el rostro tan encendido que parecía de los ángeles más elevados, que parece todos se abrasan[3]… Veíale en las manos un dardo de oro largo, y al fin del hierro me parecía tener un poco de fuego. Este me parecía meter por el corazón algunas veces, y que me llegaba a las entrañas. Al sacarle, me parecía las llevaba consigo, y me dejaba toda abrasada en amor grande de Dios. El dolor era tan fuerte que me hacía lanzar gemidos, mas esta pena excesiva estaba tan sobrepasada por la dulzura que no deseaba que terminara… Es un intercambio amoroso tan dulce el que ahora tiene lugar entre el alma y Dios, que le pido a Dios en su bondad que haga experimentarlo a cualquiera que pueda pensar que miento".[4]
Según el canon para grandes obras en mármol, Bernini trabajó una sola pieza para extraer a los dos personajes y su circunstancia, unidos en una escena. Del mismo bloque extrae todas las tonalidades y texturas para obtener los efectos dramáticos, incluyendo la piel, las telas, las alas y el pelo. Especial mención merece la complicada trama de ropa que protege a la Santa, dando tanto la sensación de estarse levitando como pesar sobre el cuerpo.
El personaje del ángel irradia alegría y travesura infantil mientras mueve su saeta hacia el corazón, con un gesto delicado a la vez que definido. La figura de la Santa yace recostada entre gozosa y doliente sin acertar a comprender lo que sucede; por tanto, para la mirada moderna se describiría lo más próximo al orgasmo, mientras que para la mentalidad religiosa es un milagro de cercanía divina. Dualidad fascinante de interpretaciones posibles, para la modernidad evoca el clímax carnal, para el barroco es cúspide espiritual.
Entre ambos cuerpos se establece una dinámica de posiciones en diagonal, reposando sobre un amasijo que supondrían nubes y tierras convertido en vapores para sostenerlos. El conjunto efectúa la ilusión de una elevación etérea, donde lo corporal se desprende hacia la luz superior. La maestría de Bernini detiene para la eternidad un gesto íntimo, fruto de los anhelos femeninos bajo el paradigma de su religión y muestra completo un ensueño católico de ganar la gloria. La escultura “Éxtasis de Santa Teresa” desborda cualquier finalidad original y contexto de su presente, para entregar tal perfección que sigue impresionando a las nuevas generaciones. 

NOTAS:


[1] En otro ejemplo, el amor hacia Dios fue concebido por San Juan de la Cruz en términos de escape nocturno de la amada con su amado, en “Cántico espiritual”.  
[2] El conjunto de la Capilla Coronaro es una maravilla de diseño arquitectónico adornada por notables efectos, que no detallamos aquí.
[3] En el sentido de quemarse en brasas, del verbo abrasar.
[4] Libro de la Vida de Santa Teresa de Jesús, cap. XXIX. Autobiografía fechada entre los años 1562-65.

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