Por Carlos Valdés Martín
Cuando un Espadachín Ciego lanza
amenazadores sablazos a diestra y siniestra, entonces la mejor medida es retirarse
y moverse en sentido lateral, alejándose sin hacer ruido y contestar desde
posiciones silenciosas y certeras. En este caso, Trump representa al Espadachín
Ciego, cuando posee un arma laser (del tipo Star
Wars), que el rival nunca será capaz de detener en el choque directo y
difícilmente de eludir en ese mismo combate directo.
El Espadachín Ciego, justamente
se designa así, porque ataca sin darse cuenta de las consecuencias pero no por
carecer del sentido de la vista. Durante su acción los daños colaterales contra
sus propios amigos y propiedades crecen sin cesar. Además su ceguera determinada
por sus pasiones agitadas no le permite tomarse un respiro y dejar sus ataques
continuados para pensar mejor y elegir un campo adecuado de ataques. Esta
metáfora aplica a Donald Trump, por su ausencia completa de experiencia política
y su apasionada búsqueda de alcanzar logros.
Cuando la lucha abierta ocurre
entre dos rivales poderosos, la confrontación suele ser tremenda. Pero ¿qué
sucede en una batalla multipolar? Sin duda el Presidente norteamericano se
encuentra enfrascado en otros frentes principales que son: 1) Su batalla por la
popularidad pues parece que sigue en campaña; 2) Su batalla por los resultados de
gestión por su conflicto entre la promesa y el resultado del actuar político;
3) Su batalla con la propia clase política; sus pares en la élite, en especial
los posibles contendientes como Obama y Hillary, las cabezas Republicanas que
podrían destacar y pedir la próxima candidatura, por ejemplo el californiano
Schwarzenegger; 4) Las superpotencias mundiales rivales como la Unión Europea,
Rusia y China principalmente; 5) El ogro del enemigo absoluto que es el
islamismo terrorista. El gran problema es que Dondald Trump —en su discurso
neo-nacionalista, tipo “supremacismo” blanco y en una clave WASP cuestionable— atacó
a México y su emigración como un Enemigo clave. Fue ciego al confundir con un
Enemigo al noble grupo mexicano que es un magnífico socio por geografía y potencia
Amigo de toda América por vocación.
Para eludir el ataque debemos
demostrar que los insultos contra México, también son ataques a los intereses
norteamericanos y contra la grandeza misma de “Great America”: lo cual
en la economía global resulta fácil de demostrar. Rebajar o dañar a México implica
torpedear los fundamentos de ramas enteras de la economía norteamericana;
divorciarse de México implica afrentar la gran estatura y categoría históricas
que levantaron personajes como George Washington y Abraham Lincoln que han sido
ejemplo positivo para el mundo. La aún lejana campaña de reelección predestina que será derrotado por una coalición del bando Demócrata, inspirado por Obama y tejido por Joe Biden. Los tiempos electorales tan lejanos exigen diplomacia y más diplomacia de este lado del Río Bravo.
México ha sido un Amigo
Inteligente de Estados Unidos cuando ha encontrado las condiciones y libertades
para actuar. Por ejemplo, la situación de la Segunda Guerra Mundial empujó a Estados
Unidos para volverse adalid de las libertades y derechos planetarios, el
régimen de Lázaro Cárdenas estuvo a la altura de los tiempos. En este caso, la
situación resulta más difícil porque el equipo de gobierno norteamericano no se
deja ayudar. Las claves para tranquilizar y desviar las furias
del Espadachín Ciego son dos: haciendo énfasis en un cascabel lejano y sonando la
melodía dulce de la cooperación y la causa fraternal por el bien de la humanidad. El cascabel lejano es
bastante evidente, por las confrontaciones del contexto internacional, con
verdaderos regímenes de pesadilla como Corea del Norte o Siria.
Es un derecho y obligación
pública defender a nuestros emigrantes y a la población que actúa de
manera bien intencionada en territorio estadounidense; pero de ahí saltar a atacar a Trump por cualquier motivo sería
una aberración. El ataque contra el Espadachín Ciego es una necedad, la única
estrategia posible es la prudencia (en el sentido de mirar las consecuencias de
cada acción y posición) y la diplomacia (en el buen sentido, sin hipocresía
encontrar el punto de las afinidades verdaderas entre pueblos vecinos).
Utilicemos la estrategia del Amigo Inteligente que hay grandes retos.
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