Por Carlos Valdés Martín
Encontrar y mantener el centro es un gran reto cuando arrecia el temblor, sin embargo, cuando tu mente fluye en armonía el centro es el punto espontáneo hacia donde te dirigen. A veces es difícil encontrarlo. Cuenta un amigo visitaba el piso 32 de un edificio de la Ciudad de México cuando lo atrapó un terremoto: el sismo del año 2017. El espectáculo horrorizante del departamento lujoso agitado, con las sillas con ruedas desplazándose, las mesas moviéndose, las lámparas bailando con furor. Y él que se intentaba levantar y caía de inmediato. Un tropezón lo empujó cerca de un gran ventanal. La proximidad de la ventana a 32 pisos del suelo le produjo vértigo, así que sintió miedo, se aferró a la alfombra y le brotó un sentido religioso que había olvidado. Intentó una plegaria para calmarse. El miedo tampoco le permitía rezar y pensó que él le hacía mucha falta a sus hijos, así que se aferró más a la alfombra hasta que terminó el temblor. Mientras contaba su anécdota le sudaban las manos.
Alcanzar el Centro es tan importante que resultó clave intelectual para grandes pensadores. Por ejemplo, el filósofo Aristóteles señaló que para integrar una vida virtuosa y feliz la solución estaba en encontrar el punto medio. En lo que argumentaré la Geometría no se refiere al curso juvenil, sino a un concepto más amplio. El péndulo en su desplazamiento espontáneo se dirige hacia su centro y luego se aleja, con un movimiento de compensación tal que fue uno de los primeros mecanismos que se encontró para medir el tiempo[1]. El centro es un eje de la geometría política para definir las posiciones que van a actuar.
Nuestra mente define el centro de manera espontánea, aunque no con precisión matemática[2]; pues con facilidad ubicamos que se encuentra entre los extremos. En ese sentido, ubicamos al corazón en el centro, aunque no está ubicado exactamente en esa posición. Cuando juntamos las manos para aplaudir las llevamos hacia el centro. Por lo anterior, el centro ubica una posición intuitiva que no requiere de definiciones muy precisas, cualquiera sabe qué es el centro y dónde encontrarlo.
Colocar un centro de mesa resulta sencillo, sin embargo, encontrar el propio centro de las emisiones no es tan fácil. La dificulta reaparece cuando en la misma geometría se busca el centro para una figura más complicada que una línea o un círculo. Por ejemplo, el centro de un país no se marca en un punto preciso e intuitivo, sino que se difumina en una región extensa y mejor lo referimos a su posicionamiento del gobierno o por la zona con más actividades[3].
Una de las representaciones geométricas más antiguas de la divinidad es un círculo con un punto central, que indica la emanación unitaria hasta el confín. De la misma manera, todo lugar de ceremonias es un centro que deviene en un centro del mundo, según la fenomenología de las religiones[4]. Este concepto de un centro sagrado se repite en todas las religiones. La idea de fondo es que la divinidad está presente en el centro que es el sitio desde donde emana el mundo. En ese sentido, la “geometría sagrada” completa emana desde un centro. Las motivaciones de esta ubicación correlacionan el centro con la emanación sagrada y por tanto, como el sitio donde está una Ciudad de Dios, un Templo auténtico y el Ara de consagración. Asimismo, el eje de la Cruz señala la misma noción de que la divinidad apunta hacia el centro y que desde ahí emana.
Cuando alguien es empujado por un vendaval o un temblor de manera espontánea busca su centro y lo mismo sucede con el fenómeno del movimiento colectivo, que se expresa en las religiones.
[1] Ronald W. Clark, Hazañas científicas de nuestro tiempo. Witold Kula, Las medidas y los hombres.
[2] Por lo mismo, esa espontánea relación hacia el centro provoca errores como estar convencidos que la Tierra era el centro del sistema solar o el centro del universo, tal como lo sistematizó el astrónomo Tolomeo.
[3] Esto señala a que la palabra centro posee tres sentidos diferentes, aunque bien enlazados: 1) el espacial de punto equidistante entre extremos o límites de un figura geométrica o posición; 2) el de actividad y emanación que aplica para sitios de reunión o generadores; y 3) el de confluencia y jerarquía, como en el centro comercial o la capital política, que representa el centro de un país.
[4] Mircea Eliade, Tratado de Historia de las religiones.
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