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jueves, 16 de enero de 2025

RUSIA: IMPERIALISMO VULGAR SOBRE UCRANIA

 



 

Por Carlos Valdés Martín

 

 

La invasión a Ucrania representa el más decadente caso de imperialismo vulgar y ensombrece el panorama mundial con la campaña más retrógrada del siglo XXI, lanzando un tipo de acción internacional que recuerda las incursiones de la Alemania nazi de Hitler, los desplazamientos de los mongoles de Gengis Khan o de los ejércitos imperiales por África. Los casos del pasado hoy quedado para el registro y desde 1947 el resultado ha sido invariable: el fracaso de las tentativas imperiales. Antes de esa fecha las tendencias políticas resultaban distintas. Durante el siglo XIX hubo una oleada de imperialismo triunfante con el reparto de las regiones de Asia y África entre potencias europeas; sin embargo, lo que en ese siglo fue una fiesta sangrienta de los imperios triunfantes, en el siguiente se volvió la desbandada de la descolonización en África, Asia y Oceanía.

Sin duda el polemista notará que no he incluido en el argumento sobre el imperialismo a los Estados Unidos. La omisión es intencionada, porque su apetito de anexión territorial terminó de una manera distinta, y con una consistencia territorial un tanto parecida a la del zarismo ruso más antiguo. En el siglo XIX, tanto Rusia como EUA anexionaron con éxito territorios vecinos y las regiones con separación territorial las pusieron bajo otra pauta. En especial, EUA la gran mayoría de los territorios lejanos que invadió los dejó voluntariamente, incluyendo al estratégico Canal de Panamá, Cuba, Filipinas, etc.

Una segunda aclaración, el “imperialismo económico” no existe y casi siempre ese rótulo refleja una propaganda para confundir la venta de refrescos con invasiones militares puras y duras. El imperialismo es toma de poblaciones y territorios por la vía militar. La venta de cacharro o las deudas de países, pueden acompañar o no al acto imperial de meter soldados y matar a los vecinos para quedarse con el país. Esta confusión entre comercio e intereses económicos ha sido la bandera de una interpretación infantil del marxismo, por ejemplo, Marx y Engels no inventaron una teoría imperialista, sino que Lenin hizo su alquimia, para fusionar la teoría económica marxista, con una mezcla sumando los actos trágicos de la Guerra mundial y las anexiones territoriales. Los pretendientes de la teoría marxistas están obligados a recordar que Marx y Engels nunca inventaron una teoría del imperialismo capitalista, eso fue un invento de Lenin[1].

La descolonización fue efecto doble: crecimiento e identidad de las antiguas colonias junto con cambio de perspectivas de los países metropolitanos. Al comenzar la segunda mitad del siglo XX, en las colonias y en las metrópolis ya la mayoría de la población estaba en contra del régimen de colonias. Este cambio de tendencia no fue automático ni parejo, lo que sí resultó un cambio de marea rápido y aplastante. Incluso, Inglaterra debió reiniciar al Imperio estricto para instaurar una Commonwealth, que significaba capitular ante la nueva tendencia, dejar que los países se separaran conservando alguna reverencia por la reina. Este cambio de tendencia no fue pacífico y atravesó por movimientos de masas, guerras civiles e invasiones fracasadas; que en escala de dos décadas remodeló el mapamundi. Las resistencias fueron enormes. Francia estrelló su incomprensión en Argelia; Estados Unidos su prepotencia en Vietnam. La caída de la URSS se puede interpretar también como parte de esas oleadas descolonizadoras en una fase tardía y bajo otros códigos, pero la mayoría de las antiguas repúblicas reparadas de Rusia, terminaron por alejarse.

Parecía que las élites políticas entendían que la anexión territorial de los imperios había dejado de resultar y que además arruinaba las economías. Comenzaba el siglo XXI y no desaparecían las invasiones, pero sí perdía sentido la pretensión de apoderarse de territorios vecinos. A todos los líderes políticos les parecía clara esa línea, que además fundamenta el derecho internacional, pero apareció Vladimir Putin. El presidente de Rusia aparece contagiado con los ensueños de los Zares, intentando extender sus fronteras según sus caprichos geopolíticos. Un mediocre ideólogo Alexander Dugin finge que las fantasías zaristas y neo-fascitas poseen un fundamento de calado estratégico. El presidente ruso Vladimir Putin está encaramado en un gobierno cada vez más despótico, bloqueando el sistema de comunicación tradicional, con libertad de prensa, para rodearse de aduladores y propagandistas.

Al comienzo de la racha de invasiones, los protagonistas de la política mundial se comportaron complacientes y hasta “comprensivos” ante las agresiones imperiales de Putin, pero la tercera invasión a Ucrania fue la salvajada que derramó el vaso de la paciencia occidental. La invasión de 2022 recibió un serio apoyo material bélico de Occidente y ese recurso militar resultó suficiente para frustrar el asalto a la capital. A los pocos meses, se derrumbó otra parte de la ofensiva rusa, abandonando la mayor parte de la zona norte y occidental del país.

Desde finales de 2022 la guerra pasó a una fase de desgaste, con un frente militar casi estancado, con mínimas ganancias territoriales. El frente de batalla ucraniano recuerda el ambienta de la guerra de trincheras de la Primera Guerra Mundial, aunque bajo un sorprendente cambio tecnológico, en especial marcado por drones y ataques a distancia, que han frustrado la llamada guerra mecanizada. Los contendientes están lejos de agotarse y poseen suficientes reservas humanas para continuar la guerra sin parar durante años, aunque el ejército ruso está bajo un desgaste de bajas mucho más intenso. A la fecha la única esperanza de Rusia es que los aliados flaqueen en su apoyo a Ucrania y que Donald Trump les regale con un triunfo parcial, que les deje posesión de una parte de su vecino. Los ucranianos se van fortaleciendo con una paulatina mejora de sus recursos tecnológicos, que les permiten devolver los golpes logísticos a la profundidad del territorio ruso, incluso han logrado asaltar algún territorio dentro de Kursk.

El imperialismo de Rusia está completamente estancado, a un costo de cientos de miles de soldados y una sangría económica que está hipotecando el futuro del país, que se está hundiendo como una potencia de tercera categoría, sin capacidad de negociar ante la polaridad de EUA y China.

Hay que aclarar que algunas estadísticas optimistas confunden el armamentismo forzado de Rusia, empujada al belicismo extremo y la anexión de un territorio vecino con un crecimiento del PIB. En Rusia únicamente crece la industria militar, acompañada por construcción subsidiada y materias primas que escapan a las sanciones extranjeras. La incapacidad de avance y las sanciones internacionales han marcado un declive de la propia industria militar rusa, que ya no compite en el mercado internacional, y quedará completamente eclipsada.

Hay bajo desempleo en Rusia porque la población está militarizada con cientos de miles de movilizados, obreros captados por la industria militar y miles de muertos en el frente. Mirado en detalle la economía de Rusia está sin escapatoria y deslizándose por una cuesta hacia abajo directo hacia un precipicio. La riqueza natural del país más grande del mundo, Rusia, se está dilapidando en una guerra ruinosa y sin ventajas económicas.

Ante el descomunal costo en muertos y heridos de su propio ejército, sumado al desastre económico, crecen las dudas sobre la motivación de Rusia para permanecer en el esfuerzo bélico. El cálculo económico ha fallado entre los rusos, su país está cayendo en los diferentes indicadores y su población se está empobreciendo. Las proyecciones serán peores conforme Ucrania ya está en capacidad de atacar refinerías y almacenes de petróleo al interior de Rusia. La pretensión de volver al imperialismo territorial está destinada al fracaso, por más que la medida exacta de ese fracaso se aclarará en los próximos años. El imperialismo vulgar está cavando su tumba en Ucrania.

NOTAS:

[1] De manera intencional Lenin adaptó la interpretación teórica de Marx con una visión diferente de Hobson, para elaborar su propia tesis del imperialismo capitalista, como una etapa nueva del capitalismo maduro y decadente. Para Marx el capitalismo era una etapa de la historia; Lenin inventa una etapa de la etapa (como quien fabrica la mascota del perro) para fundar su propia política revolucionaria y golpista, en su El imperialismo fase superior del capitalismo.

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