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miércoles, 10 de octubre de 2012

RESUMEN Y ANÁLISIS DE "LA VOZ DE SU AMO" DE STANISLAW LEM EL FLUJO UNIVERSAL

“El conocimiento es irreversible; uno no puede volver a la oscuridad de la dulce ignorancia”
Stanislaw Lem


Por Carlos Valdés Martín

Visto a ojo de pájaro, el argumento de la novela La Voz de Su Amo es sencillo y se puede resumir en el relato de un líder dentro del proyecto secreto para descifrar un mensaje enviado por una inteligencia extraterrestre superior. Esta sencillez posee su complejidad, pues el relato se plantea desde el punto de vista de un “genio matemático” quien fue uno de los líderes del proyecto secreto y se toma en serio la superioridad del mensaje, que resulta indescifrable. El mensaje formado por una emisión de neutrinos conserva las características de un mensaje imposible de descifrar, con rigor estricto la narración asume que el descifrado completo es un imposible, estricto como el imaginado por Bataille en su Lo imposible, y me atrevo a aseverar que es muchísimo más estricto este imposible de Lem. ¿Cómo sucede esto? El imposible evocado por Bataille es ético, filosófico y literario, buscando la experiencia subjetiva límite de los actos, sentimientos y estética, mientras Lem busca la experiencia límite en el filo objetivo y de civilización, porque el mensaje interestelar de la novela está tan arriba en la escala de inteligencia y civilización que los esfuerzos combinados de todos los mejores científicos del planeta tierra resultan impotentes (en todas las especialidades relevantes naturales y sociales) sino para descubrir la “punta del iceberg”. En ese sentido, me parece encontrar en VDSA (por sus siglas) un relato de angustia, de relativismo ante la grandeza del cosmos y la infinita tarea por descubrirlo.
 En general, la ciencia ficción trata de la máquina suprema (el tecno-saber o la civilización alienígena) como su “cosas suprema” y del flujo supremo del tiempo (el futuro distante como el modelo que nos re-totaliza , nos reinventa), de tal manera relativiza el presente de un modo sorprendente, pero también descubre sus tendencias secretas y más sólidas (porque el futuro hace sólido lo que hoy es un vago sueño), por lo mismo gusto de inventar territorios inhabitables como utopías (positivas, negativas o mixtas). Esta creación de una “máquina” límite ya está prefigurada en las ancestrales ideal del objeto mágico supremo, como una espada invencible, una problemática “caja de Pandora” o un terrible laberinto de Dédalo. Mientras las visiones ancestrales quedan marcadas por un fetichismo simple , el avance tecnológico nos obliga a temblar antes un fetiche viable. En el periodo reciente (ni arcaico ni futurista) se van inventando nuevos objetos-fuerza (maquinas fetichizantes) como la “piel de zapa” de Balzac y el Golem de Meyrink; donde los depósitos de poderes fantásticos van adoptando nuevas figuras, hasta alcanzar los contornos más creíbles de lo maquinal tecnológico a partir de Julio Verne.

En esta novela se levantan tres máquinas-de-deseo extrañas: el mensaje-y-su-civilización-hipotética; el complejo-secreto-comunidad-de-científicos; y la lucha-entre-saber-y-destrucción. En mitad de estos complejos dispositivos (imaginados y recreados por Lem) se levanta una personalidad (el sujeto superior, el personaje en primera persona), una tarea (descifrar, obtener el saber superior), una tensión (lo que está más allá del ser humano, la tensión de lo imposible de una inteligencia más allá de nuestros propios límites) y unos flujos (de venturas, de saberes, de personalidades, de poderes). El flujo de una ventura (el azar extraño que entrega un mensaje galáctico indudable) que termina en el sitio adecuado, la botella lanzada al mar galáctico termina en las manos justas para intentar descifrarla. El gran objeto de esta narración es el Mensaje, por todo lo que trae atrás (la civilización extraterrestre superior) y empuja en varias direcciones (un tutelaje sobre la evolución biológica, un arma de destrucción masiva suprema). El gran sujeto es el personaje (ese sabio inventado, Peter E. Hogarth) quien media entre la cima del saber humano (la ciencia pura en todas sus derivaciones) con sus recursos frente al enigma grandioso: el Mensaje. La novela juega con una posibilidad que el raciocinio científico no puede descartar: vida inteligente y superior en el espacio exterior. La tensión viene de que nuestra propia especie y civilización se levanta hasta la altura de su propio saber, como estimara Ortega y Gasset, el vértice del tiempo nuevo surge en el nivel del conocimiento, el saber es la punta más avanzada de la madeja. Entonces la irrupción de un nivel cualitativamente superior, tan avanzada, que no lo alcanzamos a comprender, implica una ruptura de esquemas tremenda. De ahí el odio y fascinación sobre el tema OVNI, pues la presencia de una civilización superior en una lejana galaxia implicaría una “revolución copernicana” que implicaría el final de ese ideal renacentista: el hombre es la medida de todas las cosas. La lucha de Hogarth por descifrar el Mensaje implica una tensión enorme por sus implicaciones: superar el nivel del saber humano, reconocer una relatividad al antropocentrismo. En cambio, en esa lucha mental los sucesos son muy discretos: un descubrimiento llamado de dos modos distintos según fuera el enfoque de su estudio. Denominado Señor de las Moscas para la biología o Huevos de Rana para la física. Primero se enfoca más hacia la posibilidad de una sustancia que tutelara el desarrollo de la vida a distancia, y el segundo, sobre un efecto de tele-explosión, una bomba atómica que se desplaza a la distancia a velocidad luz, con el defecto de no poder precisar su destino. Ambos temas poseen matices apasionantes. En el primero se especula sobre el origen de la vida y el desarrollo de las especies vivas, en el segundo surge la posibilidad de la aniquilación. El tema de la aniquilación está marcado por la guerra fría y su clima de mutua amenaza de aniquilación entre la URSS y EUA. El camino de esta novela son los juegos de inteligencia, de invención y descubrimiento entonces resulta desértica de trama y aventuras. Una y otra vez se confrontan diferentes ciencias y herencias filosóficas para comprender nuestra realidad; en ese sentido, la ciencia está bastante viva bajo la ficción. Además, resulta evidente la inspiración de esta novela para el proyecto liderado por Carl Sagan para buscar inteligencia extraterrestre desde el observatorio de Aruba. Esto implica que es un texto distinto de la novela típica: con venturas y desventuras, con drama y lágrimas, con héroes y villanos, anécdotas picantes y tensiones constantes, un hilo a descubrir, un criminal oculto y demás. Entonces La Voz de Su Amo no tiene eso, le falta el tramado típico o lo presenta a un nivel tan anémico, que me sorprende, porque con microscopio se encuentra alguna anécdota, como el modo en que se consiguió el mensaje y la presencia discreta de los militares custodiando la base y la investigación; empero la trama tradicional queda sepultada por el lado fuerte de este escrito: su especulación mental intensa, la lucha entre las ciencias, la confrontación de puntos de vista, develando los velos de la verdad sin misericordia. El otro elemento de estilo notable es la discreción de la fantasía, así este texto casi raya en el realismo, pues el ingrediente fantástico está muy dosificado; el buen cocinero diría que esta fantasía es como el grano de sal, proporcionado en una pequeña medida, suficiente para mantener el ambiente realista.

Argumentos interesantes 
Stanislaw Lem entrega muchos inteligentes juegos mentales, un ejemplo lo observo en este argumento sobre la impertinencia del psicoanálisis para explicarnos: “La doctrina psicoanalítica revela el cerdo en el hombre, un cerdo provisto de la montura de una conciencia; el desastroso resultado es que el cerdo se siente incómodo bajo ese pío jinete, y tampoco el jinete es más feliz en la situación, pues su cometido no es sólo domar al cerdo, sino también volverlo invisible. La noción de que tenemos dentro de nosotros una antigua Bestia que lleva sobre sus espaldas una moderna Razón es un pastiche de las mitologías primitivas…. El psicoanálisis procura la verdad de una manera infantil, escolar: aprendemos de él, ruda y apresuradamente, cosas que nos escandalizan y que, por tanto, llaman nuestra atención. A veces sucede, y así es en este caso, que una simplificación que roza la verdad, aunque de manera barata, no tiene más valor que una mentira. Una vez más se nos muestra el demonio y el ángel, la bestia y el dios unidos en un abrazo maniqueo, y una vez más el hombre se ha considerado a sí mismo inocente, pues no es sino un campo de combate para fuerzas que lo han penetrado, lo han distendido y se han apoderado de él dentro de su piel.” El novelista queda atraído por la psicología, al mismo tiempo que rechaza la versión, pues es perversión —y al hacer el balance— le parece una especie de caricatura maniquea, que sirve de disculpa, mas no de explicación. Para exponer la vocación de matemático de su personaje Hogarth, la novela toma este camino casi inverosímil, que implica una insinuación de teología para el estadista matemático: “Al que busque una razón sin que le sea posible aceptar la hipótesis de un plan, adopte éste la forma de la Providencia o lo Diabólico, sólo le queda el sustituto racionalista de la demonología: las estadísticas. Así pues, es de una habitación en penumbra con olor a corrupción de donde parte el rastro que conduce a mi antropogénesis matemática.”

Resulta interesante señalar el flujo imaginario del doble sobre el mundo. En una curiosa parte, Lem señala que el proyecto de VDSA ha generado una literatura enorme, superior a la provocada por el Proyecto Manhattan, en el cual se incubó la bomba atómica. La imaginación literaria, por su capacidad expansiva, nos entrega con naturalidad esta clase de argumentos: invención de textos para referirlos en textos. En el extremo Lem inventa una historia del procecto: “La obra en cuatro volúmenes del historiador de la ciencia William Angers, 749 días: una crónica, es monumental. Me asombró su escrupulosidad; Angers ha examinado el trabajo de todos los que intervinieron en el Proyecto e hizo una compilación de sus puntos de vista. Pero no leí su obra hasta el final; me pareció algo tan imposible como leer una guía telefónica.” Me provocó una sonrisa esa referencia a la guía telefónica y la convicción de que el autor atesora un cosmos más monumental de un mundo tras las páginas de su novela. Con una extensión menor, este argumento compagina con varios de Borges, en especial su Tlön, Uqbar, Orbis Tertius, donde un mundo paralelo irrumpe en la imaginación terrestre , para convertirse en una capa de interés masivo; la diferencia radical es que ese trasmundo de Borges es metafísico, distinto a nuestras legalidades físicas y mentales (otro tipo de imposible), mientras el de Lem es físico y en su relato el polaco nos entrega un mínimo mensaje de repercusiones colosales, mientras el argentino nos regala ya el informe de un mundo completo, escurriéndose entre las páginas de una enciclopedia. Además, la referencia de Lem a una proliferación de textos sobre la VDSA en términos de referencias secundarias (de los no informados o de enfoques distintos) posee un aire a juego mental borgiano: “Además, se vuelve inevitable el fenómeno del pseudoplagio: la repetición inintencionada de ideas de otros que son desconocidos.”

 El conflicto entre ciencias matemático-naturales y las humanas

Uno de los temas más interesantes de esta novela es el conflicto constante entre las ciencias naturales y las humanas, encarnadas en el protagonista y en la separación entre grupos del proyecto VDSA. Con ironía (constante de Lem) el protagonista se presenta de modo sincero (cuestionando sus propias inclinaciones y motivaciones) para pronto quejarse de que la intervención de la matemática (y el enfoque de la ciencia natural) es rechazado por las ciencias sociales, debido a la especialización y al amor propio de los protagonistas de cada segmento. El autor plantea argumentos ingeniosos y bien informados, que se pueden ejemplificar en la queja del personaje principal al presumir: “probé la existencia de un umbral de complejidad para autómatas finitos con control algedónico ” con lo cual se explicaría la polarización entre sadismo y masoquismo, así como “suponiendo la existencia de panmixia (entrecruzamiento al azar), a lo sumo el diez por ciento manifestará un equilibrio adecuado de control algedónico, en tanto que el resto se desviará de la norma” Sin detenernos mucho, el personaje afirma que bajo la hipótesis de autómatas algedónicos (sometidos a un control en base al placer y dolor) creó un modelo matemático, para establecer la tendencia a la disyuntiva de comportamiento moral hacia el bien y mal, que luego proyectada mediante la panmixia, establecería un diagnóstico matemático de la trayectoria de la humanidad, con sus dilemas morales y su desviación hacia el mal, donde en este texto, “desviación” tendría el sentido de estadística y no de inmoralidad. En el argumento, esta propuesta de una explicación matemática del comportamiento moral y su evolución, resulta recibida con un escándalo mudo por los antropólogos y demás, por lo cual la “brillante” aportación de Hogarth está destinada al malentendido entre los sabios de perspectivas opuestas. La reacción de Hogarth (en este caso supongo alterego de Lem) es la ironía hacia los supuestos misterios de la Antropología, Historia y Psicología que buscan explicar la moralidad y el comportamiento humano en el tiempo por factores como arquetipos, misterios, espíritu, etc. Aunque yo mismo tomaría partido por la ciencia social incomprendida por los naturalista, me abstengo, para solamente anotar la contraposición de saberes complementada con un sincero esfuerzo por su interpenetración, porque resulta admirable el esfuerzo de Lem por captar los matices de las disciplinas sociales, entenderlas y contrastarlas con la percepción de la “cosa misma” natural. Este ejemplo literario expresa la tensión inherente a la división real de saberes en la “comunidad” de los sabios, en las academias y laboratorios; en ese aspecto la metáfora de VDSA es interesante como una cúpula de conocedores esforzando al máximo su maquinaria intelectual por alcanzar un objetivo común (el mensaje galáctico) que terminan en el fracaso; eso resulta en la “gran metáfora de la impotencia” mediante el uso supremo de la potencia. ¿Cómo nos identificamos con esta situación excepcional? Respuesta: cada individuo es un sabio en su pequeña parcela de mundo, un rey en su habitación privada. Simultáneamente esta situación es una ilusión: reconocemos nuestra limitación, y el ego nos indica que volamos al 100% de nuestra capacidad mental. Además, desde el siglo XIX, la sociedad occidental se levanta sobre los resultados de la ciencia, así que el ícono del progreso es nuestra brújula, y también nuestro motivo de desesperación por no llegar a una cúspide final. De alguna manera Fausto ya mostraba ese drama: el saber abraza el mundo y no resuelve la existencia.

 Ejemplos de metáforas de la impotencia y pequeñez humana 

El uso de metáforas para explicar la pequeñez e impotencia de nuestro género para entender un desafío mayor, posee una carga de sana ironía y lo saludable es el llamado a limitar nuestro egoísmo, solicitándonos evitar el engreimiento del antropocentrismo, rechazando a la especie elegida y única. De modo muy claro plantea que la capacidad universal de conocer es un mito: “El mito de nuestra universalidad cog¬noscitiva, de nuestra disponibilidad para recibir y compren¬der información absolutamente nueva —absolutamente, puesto que era extraterrestre— sigue en pie, aunque al reci¬bir el mensaje de las estrellas no hicimos con él más que el salvaje que al calentarse con un fuego de libros ardientes, los escritos de los hombres más sabios, ¡cree que ha obte¬nido de ellos un enorme beneficio!” La élite científica termina siendo comparada con una horda primitiva calentándose con un texto, cuestionando el utilitarismo del saber, y si la utilidad domina ¿qué queda de digno en el saber? Compara la multitud de discursos que pretenden la verdad con las hormigas y también observa la utilidad relativa de sus actos. “Pero hay beneficios y beneficios. Las hormigas que encuentran a un filósofo muerto en su camino darán buena cuenta de él.”

 En ejercicio contra el antropocentrismo. 

En texto entero es una escapada al territorio extraño que nos exige abandonar el antropocentrismo, cualquier pretensión de superioridad humana y de universalidad cósmica. Es un llamado a la humildad y, en especial, a redimensionar nuestra capacidad de comprensión; de rebote, nos invita a incrementar la capacidad de asombro y de aventura. Define un ejercicio de repetir la revolución Copernicana que sacó a la Tierra del centro del cosmos, para buscar un nuevo eje; por lo mismo, es el relato de un fracaso, ya que el mensaje no se descifra y la inteligencia humana queda cuestionada. Aunque esta obra represente el campo más limitado de la literatura, no deja de ser eco de muchas tentativas de las varias ciencias para escapar de la jaula del “ego-centrismo” humano o regional. La antropología avanzó quejándose del euro-centrismo como modelo de civilización ; la psicología se ha quejado de otros centrismo como la normalidad o el predominio del varón ; la historia se ha alarmado del predominio del Occidente, como la epopeya de la humanidad y la insensibilidad ante el colonialismo ; una versión de filosofía se queja del concepto de hombre como una “composición” arbitraria de una época; no ha faltado quien objete al binomio de razón y Occidente como un centrismo cuestionable ; etc. En fin, la corriente del descentramiento ha sido marcada y clara en las diferentes tendencias de las ciencias sociales, pero las naturales parecieran no haber participado de esa clase de preocupaciones durante los últimos cinco siglos, hasta que —en su propia frontera— se encuentran con el tema de lo extra-humano. Dicho de otro modo, la ciencia natural siente que representa a la humanidad entera (y no requiere de algún descentramiento, aunque exista algún caso exótico, como la “ciencia soviética” opuesta a la “burguesa” ) por tanto no exige de ninguna revisión interna para operar. El texto literario de Lem nos invita a imaginar que un descentramiento de la ciencia es posible y hasta necesario —al mismo tiempo que imposible e inútil—, pues la tentativa fracasa; ni las mentes más brillantes coaligadas nos transportan más allá de la frontera humana. Por mi parte anoto, que la estructura de esta ironía literaria, también nos indica la necesidad de esa trascendencia, ese movimiento de auto-superación donde el saber humano busca traspasar su frontera. La contraparte práctica del evento literario de Lem es la existencia del proyecto científico de búsqueda de vida extraterrestre (SETI por su siglas en inglés) liderado por Carl Sagan en su momento.

 La disyuntiva de la evolución humana 

A diferencia del teórico social, que plantea el curso posible como eventos, revoluciones, reformas o nuevos regímenes político-sociales, el punto de vista del científico-literario, que es el de Lem, imagina el horizonte en términos de evolución futurista. Entonces nos plantea la pista general para la humanidad: hacia el mundo o hacia sus propios placeres. El argumento comienza comentando que en las élites se está discutiendo el potencial de auto-evolución mediante la modificación genética. Se pregunta por la creación de cyborgs (en el argumento no se ha concretado), lo cual amenazaría con dividir a la especie; sin embargo, en su presente literario, las modificaciones no pasan de ser superficiales, pero ya surge otro potencial. Le parece al personaje que las modificaciones genéticas auto-inducidas van en el sentido de que se use “LA RAZÓN AL SERVICIO DE LOS IMPULSOS” , de ese modo, la investigación se centra en obtener ventajas sibaríticas. El libro imagina un posible curso en ese sentido, indicando: “Si esta tendencia condujera a la invasión del cuerpo humano por dispositivos tecnológicos, sin duda la idea sería expandir al máximo la gama de sensaciones placenteras y quizás incluso dar nacimiento —además del sexo, los narcóticos y la felicidad culinaria— a otras clases, hasta ahora desconocidas, de estimulación y gratificación sensuales. (…) Si tuviéramos en el cerebro un «centro de placer» ¿qué nos impediría conectarle órganos de sentidos sintéticos que permitieran alcanzar orgasmos místicos y no místicos mediante acciones especialmente diseñadas como desencadenantes de éxtasis multifacéticos? Llevar a cabo semejante autoevolución constituiría un final definitivo de la cultura y las costumbres; implicaría un apartarse de todas las cosas extraterrestres. Sería un modo de suicidio intelectual excepcionalmente placentero.” Esta perspectiva de un hedonismo tecnológico potenciado implicaría apartarse de todas las cosas y punto, abandonar la inquietud de la civilización para cambiarla por la gratificación perpetua, directa hacia el cerebro. Aunque la corriente o posibilidad del camino de un hedonismo enquistado es la que más y mejor argumenta Lem, existe la otra posibilidad de expansión continua de la humanidad, una que llama expansiva-ascética, la cual buscaría la continua expansión de la civilización, por lo mismo, obligaría a la búsqueda cósmica. Es evidente el asco de personaje por la primera opción y el gusto intelectual por la segunda, sin embargo, cualquier opción merece una sonrisa irónica.

 Hasta la última posibilidad: caricatura e inteligencia 

Mediante el bisturí de la mente, Lem empuja algunas de las tendencias de la modernidad hacia su límite lógico y nos revela que los grandes logros de la civilización contienen algo de caricatura. Un lindo ejemplo es la velocidad del viaje, donde Lem dice: “Hasta hace veinte años, un viaje desde Europa a los Estados Unidos exigía siete horas; a un coste de dieciocho mil millones de dólares, ese tiempo se redujo a quince minutos. Ahora se sabe que con un gasto de algunos miles de millones más, este tiempo de vuelo puede reducirse a la mitad. Un pasajero, esterilizado de cuerpo y mente (por temor de que transmita la gripe asiática o las ideas igualmente asiáticas) y al que se le hayan bombeado vitaminas y videos en cantidad suficiente, podrá trasladarse de ciudad a ciudad, de continente a continente y de planeta a planeta con velocidad y seguridad cada vez mayores. Y se supone que la visión de toda esta maquinaria enormemente eficaz y solícita debe dejarnos boquiabiertos para que nunca lleguemos a preguntarnos qué se gana exactamente con estas peregrinaciones rápidas como el rayo” La evocación es una clara referencia al avión Concorde que cuando se terminó esta novela ya tenía creados sus prototipos y el primer vuelo comercial fue posterior, hacia 1969, reduciendo la velocidad del viaje a Europa a la mitad a tres horas y treinta minutos, con velocidad límite de Match 2. Al seguir en la mente esto efecto de reducción (de tiempo o ampliación de velocidad) se bordea un límite, pero ¿qué sentido tiene darle la vuelta al mundo en unos minutos? Ahí, la literatura hace la caricatura del afán tecnológico (y la entera parafernalia que lo acompaña).

 El foco crítico: la ciencia al servicio de la destrucción 

El trasfondo más crítico y dramático de la novela de Lem está en la utilización del saber para el fin destructivo. En la trama de la novela, el mensaje extraterrestre posee una posible aplicación destructiva, pues mediante una aplicación Hogarth y un amigo cercano se dan cuenta de que es posible realizar explosiones de tremenda energía a distancia. Este invento representaría generar una explosión de tipo nuclear a la distancia, a manera de arma de destrucción masiva sin posibilidad de detección ni modo de evitarla. Esta perspectiva ensombrece a los investigadores que procuran mantenerla oculta frente al patrocinio y supervisión militar del proyecto VDSA. Los experimentos los realizan en escala microfísica pero suficientes para confirmar el potencial destructivo. Por fortuna, esa tecnología termina condenada por las leyes de la “incertidumbre” cuántica, porque al incrementar los factores con la distancia la colocación de la explosión se pierde y el destino resulta azaroso, por tanto, resulta imposible dirigir estas explosiones contra ningún objetivo. El empleo del saber con fines bélicos es cuestionado una y otra vez, de muchas formas. Por ejemplo dice el personaje principal: “Entendí en qué podía basarse una civilización y qué podía ser ella. Cuando oímos la palabra «civilización» pensamos en un equilibrio ideal, en valores éticos, en elevarnos por encima de nuestras propias debilidades, y la asociamos con lo que hay de mejor en nosotros. Pero es, sobre todo, conocimiento, un conocimiento que de la esfera de situaciones posibles, elimina precisamente aquellas (comunes para nosotros) como ésta: la situación en la que los mejores cerebros de entre mil millones de seres se empeñan en la tarea de sembrar la muerte universal haciendo lo que preferirían no hacer y a lo que se oponen, porque no hay alternativa para ellos. El suicidio no es una alternativa.” Haciendo referencia, ante el horror que surge en el personaje, cuando teme haber descubierto un arma de destrucción universal, superior a cualquiera conocida, lo cual termina siendo desechado en la trama final.

 La máquina del drama: ejecución en masa 

El saber al servicio de la aniquilación no se queda en hipótesis, mero fondo de una bomba que podría matar en masa, sino que en el relato surge con oportunidad una memoria de aniquilación con sentido personal y particular. Uno de los dirigentes del proyecto, de nombre Rappaport, de origen judío, es un sobreviviente de un campo de exterminio. Relata con detalle las vivencias de su captura y enfrentar a la muerte, sin asideros mentales ni consuelo efectivo; con la certeza atroz de que el fusilamiento y la incineración son inminentes. El consuelo momentáneo de Rappaport entraña un sinsentido irónico, pues él imagina que se convertirá en un comandante enemigo, quien dirige la operación con galanura; mientras los soldados se ensañan con las culatas y arrastran a las víctimas tras una grieta en la pared, para fusilarlas más allá de la vista del testigo. El aire se carga con olor a cadáveres y flota ceniza que entrega más dramatismo a esa espera de la fatalidad. En ese ambiente surge un evento singular, al arribar un “equipo de filmación” , que sacaría alguna ventaja del evento. Entonces el dramatismo se redobla, pues el jefe alemán exige a los prisioneros un voluntario que dé un paso al frente. El protagonista Rappaport sabe que es urgente dar el paso, pues de lo contrario los matarán más rápido a todos, pero un miedo silencioso le impide actuar. Un voluntario anónimo se adelanta y los soldados alemanes lo llevan al otro lado de la barda, en el sitio donde se hacían los fusilamientos. Se escuchan disparos y el voluntario regresa ensangrentado. Poco después se aclara que a ese lo obligaron a remover a los heridos, entre un montón de caídos para facilitar a los soldados la tarea de rematarlos. Al atardecer cae la calma, los soldados abren las puertas de par en par, y los prisioneros son abandonados, por lo que los sobrevivientes huyen del sitio sin ningún impedimento. La anécdota de la ejecución masiva aporta enorme fuerza expresiva a la amenaza de aniquilación. Los soldados no solo amenazan, actúan matando y no aceptan la condición humana de sus prisioneros. ¿Pueden los sabios servir sin conciencia a una causa de destrucción masiva? El drama no es abstracto, marca un recuerdo vivo: el autor es judío polaco.

Extraña hipótesis sobre la paternidad extraterrestre 

Según las teorías de la muerte térmica del cosmos, la progresiva expansión combinada con la ley de la entropía (la disipación de las áreas de energía concentrada según la termodinámica) nuestro entorno terminará por enfriarse y apagarse en el curso de millones de años. La agonía de un enfriamiento universal será lenta y gradual, pero los creyentes de la termodinámica la estiman irreversible. En el extremo de la hipótesis contraria, quizá la última civilización de un universo en agonía se dedicaría a generar una tecnología para que el universo expansivo renazca y —lo más importante para esta novela— el mensaje de neutrinos que sería una herramienta para promover la creación de la vida en los planetas nuevos. En ese sentido la novela presenta una arriesgada hipótesis de exobiología, para insinuar que los humanos podríamos ser producto de ese evento, cuando indica: “De este modo, en este inspirado cuadro, el código estelar se revelaba como una transmisión enviada a la esfera de nuestro Universo... desde el Universo que hubo antes que él. Por tanto, los emisores no existían, al menos desde hacía treinta mil millones de años. Modelaron tan bien el «mensaje» que sobrevivió a la aniquilación de su cosmos; y su mensaje, sumándose a los procesos de la futura creación, puso en movimiento la evolución de la vida en los planetas. También nosotros éramos sus hijos...” Esta hipótesis sobre el padre resulta sumamente atractiva y desconcertantes desde una visión psicológica, pues el anhelo de un padre (tan querido por la religión) se desvanece en una incógnita extraterrestre, pues esa lejana civilización ya está muerta y no es posible definirle ningún perfil preciso. El odio reprimido contra el padre que lo planteó Freud en el tabú, donde un animal totémico era muerto y comido por una representación psíquica reprimida de una comunidad de hijos, en su origen parricida . La ciencia ficción indica a la lejanía y afirma que el padre está muerto, definitivamente muerto, y (al mismo tiempo) es madre, tan amorosa como abstracta, para mandar un rayo de neutrinos fecundadores durante miles de millones de años, hasta tocar el presente.

 Los flujos que fracasan (la comunicación y el saber) y el horizonte del fracaso final 

Ya que el meollo de la novela es un mensaje extraterrestre indescifrable (la máquina suprema se revela inaccesible), el flujo trata de comunicar y comprender. El mensaje humano posee cierta complicación, por eso se traduce y existen dificultades de varios tipos, pero son insignificantes con la dificultad interestelar. Para el narrador existe facilidad para la comunicación humana: “Es sorprendente la convergencia conceptual de todas las lenguas de las culturas de la Tierra, por variadas que sean. El telegrama ABUELA MUERTA FUNERALES MIÉRCOLES puede traducirse a la lengua que se quiera: desde el latín y el indostaní hasta los dialectos de los apaches, los esquimales o la tribu de Dobu. Podríamos hacerlo incluso con la lengua del período musteriense, si la supiéramos. La razón es que todos tenemos una madre, que a su vez tiene una madre; que todos debemos morir; que el ritual de la eliminación de los cadáveres es una constante cultural; como lo es también el principio del cómputo del tiempo.” Es decir, a cierto nivel, cualquier mensaje humano resulta traducible y comprensible, luego no sucede lo mismo si partimos de la hipótesis extraterrestre; significa que la humanidad entera se comunica y posee una estructura de existencia semejante. Respecto del conocimiento, Lem no se queja de sus logros parciales, sino de su enfoque total. La novela entera se centra en el fracaso de las mejores mentes, cuando se enfrascan ante un reto, además de que manifiestan un enfoque equivocado. Del proyecto VDSA, en las conclusiones Hogarth, se lamenta, pues: “El error dio nacimiento al error, no podía ser de otra manera (…) porque el nuestro era un premeditado esfuerzo por convertir un instrumento estropeado en una espada mortal” . Además, el conocimiento mismo se revela impotente cuando busca su extensión última, al respecto anota: “El escepticismo es como un microscopio cuyo aumento se incrementa continuamente: la nítida imagen con la que uno empieza finalmente se disuelve porque no es posible ver las cosas últimas; su existencia sólo puede inferirse.” Stanislaw se encuentra con la misma paradoja señalada por Kant, pues las “cosas” últimas se colocan como “aporías” o paradojas, pues el infinito nos juega una mala partida, entregándonos una incomprensión final. En conclusión, el conocimiento último cae en el fracaso. Ya que la comunicación y el saber están marcados por un fracaso (real y potencial) el horizonte final adquiere un tinte pesimista. Dada una tendencia destructiva humana, el conjunto podría fracasar, de ahí un tinte nihilista del protagonista sabio, cuando imagina una estadística del fracaso de las civilizaciones en el cosmos: “Quizá sepan (ellos los extraterrestres) que, de acuerdo con las estadísticas galácticas, el tipo de psicozoico (neologismo para animales con psique) terrestre está condenado al fracaso tecno-evolutivo, de modo que no sería tan horrendo incrementar la amenaza que pende sobre nosotros, pues, en cualquier caso, «lo más probable es que no lleguemos a nada».” Lo fatídico convertido en estadística galáctica parece menos terrible, basta imaginar que existen otros seres menos auto-destructivos que nuestra especie para observar algún alivio en el fracaso. Para redondear el abrazo pesimista, el fracaso se desliza hacia una ontología materialista. ¿Qué siente un espíritu delicado en un universo destinado a la muerte? Desolación y consuelo en que un espíritu lacerado es peor que la muerte eterna. Resumiendo el final, el protagonista imagina el horrible panorama si sobreviviera el dolor individual y se agregara como chispas en el caldero de lo evolución universal, “si hasta una chispa pudiera pasar de hombre a hombre, el mundo estaría lleno de aullidos lacerantes” ; por tanto, la muerte eterna parece un descanso frente al infierno imaginario. Curioso que no confronte la finitud de la existencia y el universo en el microscopio del escepticismo científico, sino que lo termina confrontando con una imaginación de una anti-utopía de la conservación de dolor (al menos una chispa, dice Lem) en el decurso del calendario infinito. El infinito lo resuelve desde el punto de vista material-científico, sin embargo, le resulta inviable de abordar, desde un horizonte de existencia (con ciencia y arte), del rayo luminoso destinado a perderse entre dos eternidades de oscuridad .

1 comentario:

Leer Clásicos dijo...

Tomo nota de la recomendación. Leo todo aquello de Lem que cae a mis manos, y a veces presenta altibajos. Dado lo extenso de tu reflexión, me servirá para resolver posibles dudas. Saludos