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jueves, 31 de enero de 2013

AUTOMOVILISTAS EN PELIGRO DE EXTINCIÓN 1ª PARTE.



Por Carlos Valdés Martín

El automovilista, junto con su inseparable “amigo de metal”, el automotor de combustión, hoy se ha convertido en una especie sometida al peligro de extinción. Tras la genuina preocupación por el ambiente ecológico, los gobiernos han buscado un chivo expiatorio, en vez de presionar de modo efectivo para un salto tecnológico urgente. Y la víctima es la parte más débil de la cadena: el ciudadano de clase media, que estima a su modesto vehículo y no encuentra mejor manera de moverse en la ciudad. Quienes poseen choferes en vehículos de vidrio oscuro, pueden eludir gran parte de las molestias, pues transfieren la mayoría de las molestias a sus choferes o viajan en helicóptero y jet.
No imagine el lector que en los lejanos años de Henri Ford, el automovilista era motivo de mimos y atenciones, desde entonces ya aparecía algún aviso en su contra. Por ejemplo, con el tema de la licencia de conductor. ¡Qué diferencia de trato con los jinetes! Los jinetes jamás fueron cuestionados sobre su pericia para montar a su “amigo fiel”, pero los conductores siempre han recibido cuestionamientos sobre su capacidad, cuando se les exige licencias de distinto calibre y costo. Pasen las licencias, si son para dar un orden y retirar a los gorilas al volante o a los adolescentes alcoholizados.
Lo que bien se aprende jamás se olvida y así parecería de suceder con el manejo. No he sabido de casos con súbitas amnesias del manejo. Me pregunto: ¿desaparece la facultad para manejar cada año? Si no desaparece ¿Por qué otorgan licencias que caducan en un año? Pareciera que contra el automovilista existe un sesgo en esas licencias que caducan.

El bache 
Avanzando para encontrar hechos más duros y rudos, nos sorprende la rudeza de un bache; un hoyo inesperado que está provocando una lastimadura en el coxis o dislocación de cuello. El bache se ha vuelto un evento cotidiano y tan repetitivo, que dejamos de anotarlo con alarma. Lo curioso es que con gastos en obras millonarias de viaductos, periféricos y “segundos pisos” al terminar cada inauguración ya tropezamos con baches que semejan obras de minería o trincheras militares.
Por si fuera poco, los baches se suma un peligro adicional: la temporada de lluvias cuando el drenaje de la ciudad resulta insuficiente y los charcos enmascaran a los baches. ¿El resultado? Es una trampa que ni los maliciosos cazadores de bestias imaginaron. Vienen luego llantas reventadas, rines doblados, suspensiones y amortiguadores arruinados. Ante esa frustración, al automovilista le queda el humor, así llama a una capital de provincia “Cuernabaches” del estado de “Moreloyos” o se rumora que un gobernante está buscando un tesoro y por eso fabrica tantos hoyos.  

Topes y más topes 
Decían los mayores, para evitar que nos metiéramos en complicaciones: “¿Para qué tanto brinco, estando el suelo tan parejo?”. El inventor del tope de tránsito va en sentido contrario y plantea un obstáculo donde no existía. Debo reconocer, que en algunas ocasiones y sitios, es indispensable establecer un tope para obligar a que los conductores acelerados bajen su velocidad; como sucede en las cercanías de escuelas o en carreteras junto a poblados.
Resulta evidente que los promotores de tope no están contentos con el criterio racionalista ponen ese obstáculo según capricho. Y lo caprichoso no lastima tanto como la alevosía  por la falta de señal y de color alguno, de tal modo que desde el atardecer esos topes son invisibles y motivo de “desnucamiento”. Reitero: son topes con camuflaje pensados a modo de trampas militares, para detener tanquetas enemigas, pero  no estamos en guerra. El segundo tema es el diseño, ¿qué debe asemejar un tope al Muro de Berlín por su altura y dificultad? Algún constructor anónimo de topes decide que la altura deseable debe superar la altura entre el chasis y el suelo del auto, de tal modo que siempre rayará el metal en la “panza” de los vehículos. (Continuará...) 

1 comentario:

Unknown dijo...

Lo mejor de los topes es cuando son acompañados de un semáforo (rumbo a Tlahuac).

En alguna ocación un ruso se bajo del autobus para tomarle fotos a un tope y me comentó... ¿Cómo es posible que necesiten una piedra para detener el auto, un letrero que diga despacio o de alto no funciona en México? mmm no lo entiendo. Yo solo me quedé sin palabras y no pude decir nada.