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viernes, 20 de septiembre de 2024

ECLECTICISMO DEL BUEN CALAFATEADO

 


 

Por Carlos Valdés Martín

 

Una famosa narración sobre la identidad explica que el barco de Teseo se estropeaba y después de cada viaje lo iban reparando[1]. En repetidas ocasiones ese barco famoso era arreglado, lo que en términos marineros es el arte de calafatear. El barco se mantenía sin aparentar cambios, pero las tablas y partes fueron cambiando por hábiles calafateadores hasta que no quedó ninguna pieza original. Esa es la pregunta sobre la identidad: ya ni una pieza era del original barco de Teseo, pero los visitantes siguen ilusionados que ahí sigue la barca del héroe. Las restauraciones para los museos aplican el arte del barco de Teseo.

El eclecticismo cuenta con mala prensa, considerándose la tendencia a colocar piezas discrepantes, que no llevan a un buen resultado. Comenzó siendo una idea genial: elegir lo mejor que encuentras. Los partidarios de lo ecléctico afirmamos que solamente han de tomarse las partes excelentes de diversos pensamientos, teorías o ciencias, para alcanzar un mejor resultado.

El procedimiento no garantiza resultados, pues cualquier proyecto se lleva hasta buen o mal término según la habilidad. En especial, se recuerda que de buenas intenciones está empedrado el camino del infierno. Al eclecticismo se le acusa de superficial las impurezas que no cuela y excluye. Inclusive se le acusa de hurtar (prometeicamente) los talentos de otros, que retoma superficialmente y ensambla sin cuidado.

En defensa del eclecticismo, el panorama actual de las ciencias se evidencia como ecléctico, porque ninguna ciencia es capaz de imponerse a todas las demás con miras a sistematizar y armonizar a todas. De manera radical a la fecha no ha sido posible una completa unificación teórica, ejemplificado, en los desacuerdos de la ciencia física. La filosofía misma que surgió como la matriz de los saberes y, en algunos de sus proyectos, intentó unificar todos los conocimientos, tampoco se ha mostrado capaz de reunir ese todo del todo[2]. El espíritu enciclopédico, además, es el eclecticismo llevado simplistamente por el abecedario, pues la enciclopedia sigue una ruta de orden abecedario como principio de consistencia.

Las teorías sistémicas son más una aspiración que una realidad perfeccionada.

Queda seguir empleando el eclecticismo a manera de los andamios que permiten construir, de las ferreterías que entregan diversos materiales o de la nueva Amazon que trae materias del mundo entero… ¿Cómo garantizar que ese traer elementos diversos y dispares no termine en una malversación y un disparate? Los principios filosóficos y lógicos siguen siendo básicos para no desvariar y lograr un buen “pegado” de los elementos y logros desde distintas materias.

¿Los principios filosóficos, lógicos y científicos son compatibles con el eclecticismo? Una breve acotación indica que la variedad de filósofos aporta con brillantez a su manera. Es soberbia pretender excluir a Sócrates, Platón, Cicerón, Descartes, Kant, Hegel, Nietzsche[3], Deleuze, Baudrillard o Lyotard. ¿Qué las piezas no encajan? Unas veces sí y otras no. 

Bajo ese listado resulta evidente que levantar un “barco teórico” que no haga agua es tan sencillo como exigente. Resulta sencillo por tantos siglos de avances racionales y confianza en la capacidad del pensamiento para obtener resultados. El conocimiento del mundo material ha avanzado enormidades y poseemos una imagen avanzada del cosmos. Lo difícil está en reunir tantas partes cuestionadoras y críticas que afectan a profundidad la condición humana, además sobre la propia sociedad y la ética el desacuerdo es fácil.

Basta que el fondo del barco sea impermeable para que la nave siga flotando, sin importar el color y diseño de las velas ni las banderas ondeando. Para el eclecticismo basta no hacer agua de fondo y que el barco de Teseo se siga moviendo. Con un hábil calafateador basta para que el eclecticismo se mantenga a flote. Cuando el pensador del eclecticismo posee destacadas cualidades, entonces emergen resultados extraordinarios.

NOTAS:

[1] Plutarco, Teseo, en Vidas paralelas.

[2] La brillantez de algunos sistemas altamente coherentes, ha generado cierta petulancia del analista que prefiere el rigor ortodoxo de sistemas que no ceden un ápice al mantener sus principios. Gran ejemplo es el marxismo, que también dio el fruto de sus demonios sueltos al aplicar a sangre y fuego sus ortodoxias revolucionarias. Lukács tiene claro que la idea guía era una totalidad coherente, como su eje metodológico, en Historia y consciencia de clase.

[3] Un auténtico campeón del eclecticismo, Nietzsche, capaz de reunir poéticamente una enorme variedad de planteamientos disímbolos. Por eso, acusado de irracionalista por sus detractores, como Lukács en El asalto a la razón.

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